Los proyectos extractivos de metales y de hidrocarburos vienen creciendo en los últimos años y están a punto de dar un salto bestial a raíz del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) contenido en la Ley Bases. ¿Qué implicará esto para las situaciones de explotación sexual de mujeres y niñas y trata de personas que suelen proliferar en torno de estas actividades?
En 2009, una investigación de la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata (UFASE, actualmente reemplazada por la PROTEX) descubrió el funcionamiento de un circuito de trata de personas con fines de explotación sexual que unía a Santa Rosa, 25 de Mayo (al sudoeste de La Pampa), Catriel (Río Negro), Añelo, Cutral Co, Plaza Huincul y Rincón de los Sauces (Neuquén). Lo que tenían en común estos lugares, además de ser escenario de un circuito coordinado de explotación sexual, era el hecho de ser localidades petroleras.
“Todos los lugares donde hay un movimiento de la economía que le permite generar más ingresos y más dividendos [son objetivos de las redes de trata]. Por eso las organizaciones que trabajamos este tema sabemos que mayoritariamente la ruta del petróleo, la ruta de la soja, la ruta del turismo sexual y la ruta de eventos deportivos internacionales o nacionales [están en la mira de estas redes]”, explicaba Fabina Tuñez, entonces coordinadora ejecutiva de la asociación civil La Casa del Encuentro, en una nota para el Observatorio Petrolero Sur (Opsur).
La ruta del petróleo, la ruta de la soja, la ruta del turismo sexual y la ruta de eventos deportivos internacionales o nacionales están en la mira de las redes de trata.
“La ruta del petróleo es la ruta de la trata”, decían en 2010 desde la agrupación de mujeres Sin Cautivas. Pero el aumento de los casos de trata de personas con fines de explotación sexual al ritmo de la euforia productiva no se restringe a la actividad petrolera: también fue uno de los “frutos” del boom sojero en Santa Fe.
Adriana Domínguez, quien era referente del INADI para el 2010, señalaba en el mismo informe de Opsur que, si bien no aumentó la cantidad de “whiskerías” en la provincia, sí “se incrementó la cantidad de niñas que traen para esos negocios". En este caso, los prostituyentes (eufemísticamente llamados clientes) reclamaban mujeres cada vez más jóvenes.
“De hecho, en un allanamiento que se hace casi por casualidad [en agosto de 2008] se descubre en un prostíbulo, en la ciudad de Oncativo, a unas jovencitas de 14, 15 años. A esas chiquitas las habían traído de Santa Fe y las llevaban a [la exposición agrícola] Agro Activa”, describía Domínguez. Lo mismo reportaba Túñez, pero refiriéndose al Sur: también allí las víctimas resultaban cada vez más jóvenes.
Decir que la relación entre trata y extractivismo es tan vieja como la existencia misma de la industria petrolera no es exagerado. En su investigación “Sistema prostibulario y regímenes extractivistas en Argentina: una genealogía”, María Soledad de León Lascano recuerda los años fundacionales de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
Preocupado porque “se le iban” muchos de los trabajadores de la planta de Plaza Huincul, abatidos por “la soledad y el aislamiento” de la Patagonia, el administrador de la flamante empresa estatal, Alberto Landoni, propuso el proyecto 1120, mediante el cual se crearon “casas de tolerancia” administradas por el propio Estado.
La noción de las mujeres como recursos al servicio de los “pobres” trabajadores afectados por sus condiciones laborales se condice con la misoginia propia de una cultura prostituyente de fuerte arraigo en nuestra sociedad. Como si no los separaran los casi 80 años transcurridos desde 1930, el intendente de Lonquimay, Luis Rogers mostró similar postura a Landoni en 2009.
El entonces jefe comunal rechazó categóricamente el cierre del prostíbulo “Good Night” por ser, en sus palabras, un lugar de “contención” para “transportistas y jóvenes”. Ocho años más tarde fue condenado junto al comisario local por su vínculo con una red de trata de personas que operaba en la localidad.
Durante el juicio, el dueño del prostíbulo se defendió de una manera particular: “El concepto que la mayoría de la gente tiene de las personas que, como yo, se dedican a este negocio es el equivocado. Para mí es un negocio como el que hacía antes, como comprar y vender vacas”.
De igual manera, personalidades de la academia e incluso organizaciones sociales se refieren a las mujeres prostituidas en estas zonas eufemísticamente como “trabajadoras de la noche”. La lógica, aunque con algo más de glamour, es la misma: naturalizar la explotación pasándola como un negocio más.
En 2018, la Procuraduría de Trata y Explotación (PROTEX) advertía sobre la proliferación de la trata en Añelo, Neuquén, una localidad completamente atravesada por la explotación de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta. En un informe, el organismo consideraba que la “población predominantemente masculina alejada de sus familias, altos ingresos, duras condiciones laborales y la falta de oferta de esparcimiento, se pueden pensar como factores que generan condiciones propicias para el crecimiento de fenómenos delictivos complejos”.
“Añelo y los pueblos vecinos se convirtieron en un mercado 'atractivo' para organizaciones dedicadas a la venta de drogas y la explotación sexual. Se concluyó que a lo largo de los últimos 12 años la región sur sería lugar de destino de la trata de mujeres provenientes de otras provincias del país, habiendo constatado un circuito que va desde la ciudad de Santa Rosa (La Pampa), hasta Catriel (Rio Negro) y Cutral Có, Plaza Huincul, Añelo y Rincón de los Sauces (Neuquén)”, se lee también en el registro.
En estas localidades se detectó una importante presencia de mujeres provenientes de República Dominicana, cuya migración hacia nuestro país se intensificó en los ’90, cuando la convertibilidad les ofrecía la esperanza de enviar remesas a sus familias.
“El modo más tradicional de migración implicaba entrar al país mediante un intermediario reclutador que ofrecía un 'paquete' con un costo de 2000 dólares e incluía: traslado aéreo, papeles, vivienda por un mes y trabajo. El pago de este paquete, generalmente se dio mediante préstamos o hipotecas de los bienes familiares; el contacto con los prestamistas lo ofrecía el mismo reclutador”, reconstruía María Soledad de León Lascano en su investigación.
Y completaba: “A una gran cantidad de mujeres se las llevó a prostíbulos en vez de otorgarles el trabajo prometido (de empleadas domésticas, cuidado de niños o ancianos, peluquerías, etc.). Otras, quedaron libradas a sus propios recursos -con una deuda contraída- en un país desconocido, y sin vínculos sociales. Esto llevaba a que frecuentemente terminaran en el sistema prostibulario”. Muchas de ellas terminaron en Choel Choel, General Roca, Allen y Cipoletti, todos “puntos estratégicos de la cuenca petrolera neuquina”.
“Más allá de las diferencias, entiendo que la trata existe para alimentar ese sistema prostibulario y que no podría existir sin éste, ni la cultura prostituyente, que naturalizan el consumo de prostitución. En este sentido la prostitución tiene un poder simbólico performativo, que configura un estereotipo de mujer hipersexualizada, a disposición para el placer masculino y le otorga un lugar en la sociedad cuando ocupa el espacio público: es de todos”, reflexionaba la investigadora en el informe.
Este martes conmemoramos el primer Día Mundial Contra la Trata de Personas desde que comenzó la administración libertaria, de discurso marcadamente individualista y cuya gestión ya fue objeto de denuncias por el desfinanciamiento de las políticas contra estos tipos de delitos. Mientras tanto, las provincias apuran la adopción del RIGI en sus territorios a la vez que YPF se hace rogar por Buenos Aires y Río Negro de cara a la instalación de su planta de GNL.
Para los grandes inversores, el régimen promete garantías a 30 años. Para las potenciales explotadas en los prostíbulos, absolutamente nada (en el mejor de los casos).
Si sos víctima o conocés a alguien que sufra los delitos de trata y explotación de personas, podés llamar al 145, las 24 horas. Es una línea gratuita, anónima y nacional.
Imagen: "Casas de tolerencia" en Neuquén a principios del siglo XX.