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Agro Con Vos

Con flores para el Gobierno Nacional, Pino inauguró la 136° Expo Rural de Palermo

El presidente de la SRA estuvo relajado con la críticas y muy efusivo con las felicitaciones.
pino expo rural discurso

En la inauguración de la 136° Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional, el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, se acordó de todos: de la chicharrita, las nevadas en el sur, las retenciones, la Mesa de Enlace, amigos, enemigos y hasta tuvo tiempo de tirarle flores al Gobierno Nacional.

"Las fuerzas del cielo se van a encontrar con las fuerzas del campo, como siempre, entregadas a la acción", fue sin dudas la frase de la jornada de Pino, en un guiño sin igual al presidente de la Nación y la sintonía que mantienen en el campo argentino con el horizonte que Milei busca.

"Junto con la última actividad legislativa y los postulados del pacto de mayo: se han eliminado fideicomisos y restricciones a la importación y a la exportación, ha habido una apertura en el mercado, se han reducido aranceles, se ha prorrogado la quita de las retenciones al sector lácteo, y se ha eliminado la sobretasa en los préstamos financieros a los tenedores de soja. Estamos atentos a ver si esos movimientos positivos continúan y se siguen concretando en otras medidas de gobierno", manifestó Pino, mirando a los ojos al presidente y agradeciendo esas y otras medidas.

Pino también se hizo tiempo para recordar el tema de las retenciones, una deuda que sin lugar a dudas el presidente Milei aún mantiene con el campo: " Las retenciones son un impuesto distorsivo, discriminatorio y confiscatorio. Son un impuesto arcaico, aplicado intermitentemente en Argentina desde el siglo 19, que saquea a los productores. Si se eliminara, surgiría la respuesta inmediata del aumento en la producción, en el empleo, y, en definitiva, en la recaudación de otros impuestos más equitativos".

"El Estado ha recaudado cerca de 200.000 millones de dólares en los últimos 22 años, solamente en concepto de retenciones. Flaco beneficio, si se considera que los productores agropecuarios, que a fines del siglo 20 éramos 300.000, no sólo no nos hemos multiplicado, sino que nos hemos visto reducidos a 230.000 en este momento", explicó.

Y criticó: "Que la Argentina, capaz de alimentara 500 millones de personas en todo el mundo, tenga entre su población a un 60 por ciento de personas pobres, es un terrible contrasentido".

Discurso completo de Nicolás Pino

Este encuentro tradicional de la Rural, tiene la característica particular
de que nos acompaña el Presidente de la Nación. Pero, por otra parte,
y como siempre, estamos todos: los productores del campo, los socios
de la Rural, los emprendedores, los trabajadores del agro y de la
agroindustria, y el conjunto diverso y numeroso de nuestros visitantes.
Estamos como hemos estado siempre, dedicados al trabajo, la
innovación y la producción, cada uno desde su lugar. Tenemos todos
un solo compromiso, y nuestro compromiso no se limita a un gobierno
en particular. Estamos comprometidos con la Argentina. Porque
somos el sector que genera, no sólo alimentos, fibras y energía, sino
también arraigo en cada rincón de nuestra tierra, crecimiento y
desarrollo de los argentinos en todos los paisajes y los climas.
Creemos en el progreso, en el valor de la mano tendida y de la palabra
empeñada. No nos gustan los caprichos ni la voluntad de unos pocos.
Somos los que construimos, generación tras generación, prosperidad,
inclusión, institucionalidad, y, en definitiva, democracia. Lo hacemos
no con declamaciones, sino con esfuerzo y perseverancia, Sabemos
que, parafraseando a Juan Bautista Alberdi, el progreso de una Nación
radica en la educación de su pueblo, en el respeto a la ley, y en la
promoción del trabajo honesto.
Hablamos hoy desde una postura esperanzada, pero realista.
Podríamos centrarnos en la queja y el reclamo: existirían motivos
suficientes. En cambio, preferimos en este momento apelar a la
paciencia del hombre y la mujer del campo, porque creemos útil darle
al gobierno un espacio de confianza, como se lo dio la ciudadanía en
las elecciones de 2023. En efecto, las autoridades actuales han hecho
una serie de movimientos positivos hacia políticas de Estado
fundamentales, junto con la última actividad legislativa y los postulados
del pacto de mayo: se han eliminado fideicomisos y restricciones a la
importación y a la exportación, ha habido una apertura en el mercado,
se han reducido aranceles, se ha prorrogado la quita de las
retenciones al sector lácteo, y se ha eliminado la sobretasa en los
préstamos financieros a los tenedores de soja. Estamos atentos a ver
si esos movimientos positivos continúan y se siguen concretando en
otras medidas de gobierno.
Por otra parte, el productor agropecuario, como siempre, responderá
productivamente a cualquier alivio que reciba en sus costos. Tenemos
una prueba reciente. Este año, en el momento de tomar decisiones
para la siembra del trigo, se produjo una baja en los precios de
fertilizantes y fitosanitarios, y, al mismo tiempo, una leve mejora de los
precios internacionales. ¿Cuál fue la respuesta de los productores?
Sembramos 400.000 hectáreas más de trigo. Imagínense ahora
nuestra respuesta, si el Estado se encargase de mejorar las
condiciones económicas en que debemos desarrollar nuestra
actividad.
De hecho, los síntomas de repunte que muestra la economía entera
del país vienen de la mano del campo. En los últimos 8 meses, el
campo creció, en producción, más de un 100 por ciento.
Además, los productores del campo no somos magnates egoístas que,
como a veces se dice, “se sientan sobre la soja” y “no liquidan” sus
productos, especulando con las oscilaciones de su precio y
despreciando las necesidades de divisas del país y las necesidades
de alimentos de la población. El productor no es un especulador sino
una persona eficiente en el manejo de lo que produce. Debe usar su
producción no para “liquidarla” sin más, sino pensar en pagar sus
costos, equiparse de maquinaria, personal e insumos, conservar el
suelo, su principal recurso, y, no menos importante, proveer a sus
necesidades personales y a las de su familia. ¿En qué rama de la
actividad económica se liquida sin más la producción entera, que debe
garantizar la vida de la empresa y su personal durante todo el año?
Hasta los trabajadores en relación de dependencia deben administrar
cuidadosamente el producto de su trabajo. ¿Por qué no habría de
hacerlo el productor agropecuario? Que no se llame especulación a lo
que es, simplemente, sana y buena administración.
Porque sentimos hoy que existe una actitud de respeto hacia la
iniciativa responsable del productor del campo, no vamos a hablar en
este momento desde la protesta. Lo que queremos presentar hoy son
señalamientos y propuestas, que están ligados estrechamente a
nuestro voto de confianza.
En primer lugar, debemos hablar de la cuestión institucional.
Consideramos de primera importancia el respeto al funcionamiento de
los tres poderes del Estado, de acuerdo con la Constitución Nacional
y las demás normas que reglamentan su ejercicio. Los problemas de
nuestra patria son tan profundos y manifiestos que no es importante si
los servidores públicos son libertarios o socialistas, peronistas o
radicales. Se trata de poner el hombro para que el edificio no se
derrumbe. Dentro de esas reglas de juego, la oposición está llamada
a aportar, marcar y corregir lo que considere incompleto o erróneo en
el accionar del oficialismo. Lo que no debe hacer es oponerse porque
sí, es decir, simplemente para obstruir las iniciativas oficiales, porque,
de ese modo, se coloca también en contra de los ciudadanos mismos
que la han votado.
En resumen, debe haber unidad, pero para cambiar el rumbo, no para
continuar con lo mismo. Como dijimos el año pasado, así como un día
conquistamos la democracia y desterramos la sombra de los gobiernos
de facto, hoy debemos dar un paso más: lograr que los sistemas de
elección y representación ciudadana premien a los gobernantes que
se desempeñen como verdaderos servidores públicos, y no a aquellos
que se creen propietarios de sus cargos.
En segundo lugar, debemos mencionar la cuestión impositiva. Sr.
Presidente, usted sabe muy bien cuál es el problema fundamental del
que estamos hablando. Los productores seguimos agobiados por los
derechos de exportación —conocidos como las retenciones—, que
tratan en forma desigual al campo, en comparación con los demás
sectores económicos y productivos. Las retenciones son un impuesto
distorsivo, discriminatorio y confiscatorio. Son un impuesto arcaico,
aplicado intermitentemente en Argentina desde el siglo 19, que saquea
a los productores. Si se eliminara, surgiría la respuesta inmediata del
aumento en la producción, en el empleo, y, en definitiva, en la
recaudación de otros impuestos más equitativos.
En cambio, lo que producen las retenciones es el desaliento y la
desaparición del productor agropecuario.
Y voy en este momento a un ejemplo concreto. Un productor de la
provincia de Buenos Aires, que está en este momento aquí presente,
en 2003, en lugar de comprar su casa, decidió utilizar sus ahorros para
alquilar 400 hectáreas y dedicarse a cultivarlas. Entre 2003 y 2016,
este señor produjo eficientemente, pero tuvo que pagar más de 2
millones de dólares en concepto de retenciones. De hecho, las
retenciones fueron destruyendo su negocio. Hoy sigue alquilando, y ya
perdió el capital que le hubiera permitido comprar su ansiado bien de
familia. Esta triste historia se multiplica en cada lugar de nuestra Patria.
El Estado ha recaudado cerca de 200.000 millones de dólares en los
últimos 22 años, solamente en concepto de retenciones. Flaco
beneficio, si se considera que los productores agropecuarios, que a
fines del siglo 20 éramos 300.000, no sólo no nos hemos multiplicado,
sino que nos hemos visto reducidos a 230.000 en este momento.
El panorama es mucho peor aún si miramos los índices de pobreza en
que viven gran parte de los argentinos. Toda la sociedad, y el gobierno,
sufren el problema de la pobreza. Que la Argentina, capaz de alimentar
a 500 millones de personas en todo el mundo, tenga entre su población
a un 60 por ciento de personas pobres, es un terrible contrasentido. El
campo combate la pobreza, produciendo. Los gobiernos, por su parte,
se han caracterizado por una mala gestión endémica del problema. Si,
por el contrario, el gobierno levantara las trabas a la producción,
crecería la oferta de los bienes del campo y el poder del consumidor,
y el costo de vida podría bajar, por fin, a niveles compatibles con la
dignidad de las personas y la igualdad de oportunidades para todos.
Sr. Presidente: los productores necesitamos la certeza de que usted
eliminará las retenciones.
Si seguimos trabajando es porque confiamos en su palabra.
Hay que escuchar, nuevamente, la advertencia de Alberdi: “En efecto,
¿quién hace la riqueza? La riqueza ¿es obra del gobierno? ¿Se puede
decretar la riqueza? No. El gobierno tiene el poder de estorbar o
ayudar a su producción, pero no es obra suya la creación de la
riqueza.”
En ese sentido, existen muchas otras trabas impositivas injustas a
eliminar: las superposiciones entre impuestos nacionales, provinciales
y municipales; las aduanas internas, prohibidas por la Constitución
Nacional pero disfrazadas de impuestos y tasas; y otras maniobras,
hechas a medida para cubrir deficiencias y faltas de control en la
gestión.
Un tercer problema que debemos señalar es la existencia de diferentes
tipos de cambio, que deben ser unificados, así como debe ser
eliminado el cepo cambiario.
Y una cuestión no menos importante es la que todos conocemos como
“el problema del costo argentino”. ¿Por qué el productor argentino está
en inferioridad de condiciones ante sus competidores de otros países?
No sólo por la presión impositiva. También porque, en Argentina, el
costo de trasladar una tonelada de maíz producida a 700 kilómetros
del puerto de Rosario puede llevarse hasta el 25% del total del valor
del grano. Aunque parezca increíble, hacer llegar ese mismo tonelaje
desde Rosario hasta los puertos de Europa… cuesta la mitad. Las
razones son claras. No hay buena infraestructura vial. Bueno… A decir
verdad, no hay infraestructura vial. El transporte por tren está
prácticamente en desuso. La hidrovía es deficiente por falta de
dragado. Son trabas logísticas que debería resolver el Estado, usando
los impuestos para cuidar de los bienes comunes de los argentinos, y
reactivando la obra pública con transparencia y eficiencia.
Los problemas de conectividad del productor del campo están
empezando a resolverse, por obra de la iniciativa privada, y de la
correspondiente gestión estatal.
Sin embargo, subsisten
responsabilidades del Estado de cumplimiento pendiente e
indelegable: la construcción de una base completa y eficiente de salud,
educación, seguridad y justicia, que cree y sostenga el bienestar al que
tienen derecho los ciudadanos argentinos. Tenemos que subrayar
especialmente el crecimiento constante de la inseguridad en el campo.
Robos, asaltos, secuestros, atentados contra la propiedad y la vida
humana, no reciben en el campo una respuesta rápida y eficiente de
las fuerzas del orden y el poder judicial. Como consecuencia, gran
cantidad de hechos de violencia no se denuncian, justamente porque
las víctimas desconfían de la justicia y la policía. La propiedad privada
está en peligro, pero, más importante aún, peligran las vidas de la
gente, que no tienen precio.
Con respecto a toda esta problemática, tenemos que dirigirnos este
año, en particular, a los Gobernadores.
En este momento, la coparticipación impositiva del Estado
Nacional hacia las Provincias ha quedado ajustada a lo que ordena la
Constitución Nacional. Valoramos el objetivo de que el Gobierno
Nacional no utilice más la coparticipación como mecanismo político de
premios o castigos a las Provincias. Pero esto significa que los
gobiernos provinciales ya no tienen la billetera del gobierno nacional
para corregir problemas de su administración; cada gobierno provincial
debe, en adelante, hacerse cargo de facilitar y estimular la actividad
económica privada en su territorio, Se trata de funcionar autónoma y
eficientemente: un paradigna fundamental, hasta ahora en desuso.
Los gobiernos provinciales tienen la obligación de asumir su
responsabilidad: generar por sí mismos marcos de desarrollo e
inversiones. Ante el repliegue de la Nación, es cada Provincia la que
debe ordenar sus cuentas públicas, combatir la ineficiencia y la
corrupción, utilizar la creatividad para conseguir inversiones, y bajar
los impuestos para estimular la producción y el comercio.
El campo está a favor de ese cambio de enfoque. El país debe
volver, en la práctica, a ser federal. Y, en cada Provincia, la alianza
clave debe ser el acuerdo entre el gobierno provincial y los productores
de su territorio.
Queremos decir también nuestro mensaje acerca de la situación
internacional. Vivimos en un mundo desgarrado por las guerras: en
Europa del este, Asia, Medio Oriente y África. Las guerras crean
miseria y hambre. Es urgente, entonces, que el Estado genere las
condiciones macroeconómicas, para que los productores
responsables de la Argentina den al mundo lo que el mundo necesita.
El gobierno argentino, a través de la Cancillería y la Secretaría de
agricultura, ganadería y pesca, tiene el deber de salir al mundo, a
ofrecer el aporte de nuestro sector agroindustrial.
La Sociedad Rural, adhiriendo a esa inquietud, ha vuelto a integrar el
directorio de la Organización Mundial de Agricultores. La agroindustria
argentina produce; la política exterior del Estado tiene la misión de
ofrecer nuestra producción en los mercados del mundo.
La Sociedad Rural también está presente en las Conferencias de las
Naciones Unidas sobre el cambio climático, y desarrolla líneas de
trabajo para la sustentabilidad en la producción. La Rural promueve la
sostenibilidad de varias formas. Participa de la red de Buenas
Prácticas Agropecuarias. Continúa desarrollando el sello de triple
impacto. Y promueve la innovación genética animal. Un hecho reciente
refleja el nivel de nuestro trabajo en biotecnología: en la última Copa
de la Reina, uno de los torneos de polo más importantes del mundo, el
90% de los caballos tenían genética argentina, y estaban insctiptos en
los registros de la Sociedad Rural.
En el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, se ha firmado un convenio
de cooperación técnica para impulsar y desarrollar el sector de
innovación de agroalimentos, tecnología agropecuaria y agroindustria,
y promover nuevos emprendimientos en esos campos.
Corresponde al Estado la adopción de políticas básicas de
sustentabilidad que faciliten el esfuerzo de los productores en ese
sentido.
Quiero hablarles ahora, especialmente, a nuestros directores y
delegados. Somos más de 400 dirigentes en todo el país. Desde La
Quiaca hasta el canal de Beagle, desde Mendoza hasta Buenos Aires,
ustedes son nuestra columna vertebral. En este desafío renovado de
conformar una Argentina verdaderamente federal, su compromiso y
participación son importantes para nuestro trabajo. En la Sociedad
Rural, nos hemos comprometido a transformarnos para transformar.
Les pedimos que se hagan eco de ese compromiso, que sigan
escuchando a los productores de cada lugar y potenciando su voz.
Me dirijo a continuación a los representantes de las 152 entidades que
conforman el Consejo Federal de la Sociedad Rural Argentina. El
Consejo Federal está actuando cada vez más como una red potente,
y a esa red debemos seguir fortaleciéndola. En efecto, no se puede
hacer gremialismo sólo con comunicados. Debemos progresar en ese
trabajo, en conjunto con los delegados y las entidades ruralistas del
país, al servicio de todos y cada uno de los productores. Nos ayudan
en esta tarea los productores jóvenes, en especial los que conforman
el Ateneo de la Sociedad Rural. Son jóvenes que han decidido
quedarse en nuestro suelo, apostando por el país.
Inspirándonos en el célebre poema de Borges sobre la Patria,
podemos decir: nadie es el campo, pero todos lo somos.
Queremos agradecer también a la Mesa de Enlace de Entidades
Agropecuarias, por su presencia, Y esto me lleva a hablar del rol
crucial que cumplen todos los dirigentes gremiales agropecuarios,
presentes o no en estas tribunas. Un dirigente gremial agropecuario es
un productor, pero además es alguien que saca tiempo a su trabajo
productivo, y quita tiempo a la atención de su familia, para pensar y
actuar en función del bien común y de los problemas de los demás
productores. No es fácil. Su trabajo genera momentos ingratos,
tensiones; a veces, enfermedades. Recuerdo en este momento a
nuestro querido Carlos Achetoni, recientemente fallecido en el ejercicio
de su tarea gremial. A él nuestro homenaje, y a los demás dirigentes
gremiales agropecuarios, nuestro aliento.
Quiero hablarles ahora a todos los socios. Ante todo, sepan que
seguimos ocupándonos del patrimonio de nuestra entidad. Junto a
nuestros socios de La Rural SA, estamos invirtiendo en este predio, en
el que hemos remodelado y valorizado el pabellón rojo como centro de
reuniones y convenciones, y el restaurante central y su terraza.
Tenemos además una nueva red de internet, y hemos concluido el
anillado del predio con fibra óptica.
A nuestros socios, quiero también agradecerles su confianza. Ustedes
son los dueños de este lugar. Ustedes son los que llevan con orgullo
la identidad de nuestra institución. Gracias por la presencia de los que
vienen sosteniéndonos desde siempre, que se comprometen con
pasión en el presente, y construyen nuestra esperanza en el futuro.
Que vaya ahora nuestro homenaje a los trabajadores rurales, los
que ponen el cuerpo, la inteligencia y el entusiasmo, día y noche, en
las tareas fatigosas y complicadas del trabajo del campo.
Finalmente, reconocemos y abrazamos con agradecimiento a todos
los productores, que apuestan sus bienes, su tiempo y su vida a toda
clase de emprendimientos agropecuarios. A los ovejeros de la
Patagonia, que hacen patria criando 7 millones de lanares. A los
maiceros en lucha contra la chicharrita, que se preparan para su
próxima campaña. A los productores de Tucumán, de la región
frutihortícola del Litoral y del Alto Valle, afectados por fríos y heladas,
que todavía no pueden dimensionar lo que terminará siendo el
resultado de su esfuerzo y recursos invertidos. A los productores de
cítricos de Corrientes, donde buena parte de sus frutos se están
cayendo sin poder cosecharse por falta de demanda. Y, finalmente, a
los productores de todo el país, que aún se están recuperando de las
pérdidas generadas por la sequía más profunda de los últimos 70
años.
El Presidente ha dicho repetidamente que la victoria depende de la
acción de las fuerzas del cielo. Tomamos su afirmación, pero le
aseguramos que, en nuestro caso, las fuerzas del cielo se van a
encontrar con las fuerzas del campo, como siempre, entregadas a la
acción. Hace pocos días, un grupo de argentinos, en la Copa América,
nos volvió a demostrar que cuando nos ponemos un objetivo común,
jugando como equipo y con profesionalismo y empuje, logramos lo que
nos proponemos.
Para finalizar, amigos y amigas, terminemos diciendo lo más
importante.
El campo es producción, tecnología, pero también amor y tenacidad,
el campo somos los productores, los trabajadores, los gremialistas, el
campo es el trabajo con la tierra y con el sistema ecológico, el campo
son también los científicos, los políticos y las fuerzas del orden, los
maestros y los médicos, y las familias de todos ellos. El campo es
producción de bienes, pero también de puestos de trabajo. El campo
es arraigo y familia. El campo es acción política, demanda educativa,
progreso científico. El campo abarca infinitas historias de pasión,
sacrificio, compromiso y alegría.

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