Un día después de que reconociera que la agencia fracasó en su misión de evitar el atentado contra Donald Trump, renunció Kimberly Cheatle a la dirección del Servicio Secreto de Estados Unidos. Ella asumió "toda la responsabilidad por cualquier fallo en la seguridad".
Cheatle sufría una fuerte presión de los demócratas y republicanos que pedían su renuncia después de que el joven Thomas Matthew Crooks, de 20 años, hiriera al candidato presidencial de ultra derecha en una oreja durante un mitin el 13 de julio en Pensilvania. A su vez, el joven mató a un bombero de 50 años que era casado y padre de dos niñas, hirió de gravedad a otras dos personas y, luego, se suicidó.
Ante el Comité de Supervisión y Responsabilidades de la Cámara de Representantes, la extitular del Servicio Secreto de Estados Unidos declaró: "Asumo toda la responsabilidad por cualquier fallo en la seguridad". Además, calificó el intento de asesinato contra Trump como "la falla operativa más significativa del Servicio Secreto en décadas".

"Claramente ocurrió un error y haremos todos los esfuerzos para asegurarnos de que esto no pase de nuevo", expresó la mujer que era jefa del Servicio Secreto desde agosto de 2022. "A la luz de los acontecimientos recientes, he tomado con gran pesar la difícil decisión de dejar el cargo de directora", expresó en el mail que le envió a los empleados de la agencia.
Trump fue herido de bala en una oreja mientras participaba en un mitin en Pensilvania. El tirador había trepado a un tejado a unos 140 metros del candidato por fuera del perímetro de seguridad. Varios testigos alertaron dos minutos antes del ataque de la sospechosa presencia del agresor. Sin embargo, el atentado ocurrió y el Servicio Secreto actuó tarde abatiendo al atacante.