El proyecto de ley, que descansa hace tres años en el Congreso sujeto a los vaivenes electorales de la política, propone que 60 empresas dispongan de un 0.04% de su producción para aportar a comedores y merenderos y terminar con el hambre en Argentina.
La iniciativa surgió a partir del trabajo que lleva adelante la organización sin fines de lucro Soñadores Unidos, una ONG integrada por comedores y merenderos hace más de 15 años. Su padrino y fundador, el empresario Julio González, habló con Diario con vos, explicó el trabajo que realizan las mujeres que administran esos espacios y se refirió a la situación que atraviesan en medio de la crisis económica y el escándalo de los alimentos almacenados de la ministra Sandra Pettovello.
“Lo ilógico es que no se termine el hambre en Argentina. Somos un país productor de alimentos, abastecemos a 420 millones de habitantes, entonces sólo con un poquito de voluntad, que es 0.04%, y con un poquito de organización, que es el proyecto de ley Pancitas Llenas, se puede”, aseguró.
Sergio Rosso: ¿Qué es Soñadores Unidos?
Julio González: Para darle un poco de impulso a la PyMe nuestra, hice, en la década del ‘90, un master en dirección de empresas y ahí escuché por primera vez, dentro de las variables de marketing, la idea de responsabilidad social empresaria y dije ‘Qué bueno, es como el amor al prójimo llevado al mundo empresario’. Empecé con acciones solidarias y se enganchó la gente de Pasión de Sábado para tomarlo como un contenido. Hay dos maneras de ayudar: una es ayudar y guardarlo para uno porque te hace bien y la otra es comunicarlo. Ambas son válidas, pero comunicarlo no sólo es feedback para la empresa sino que también es un modelo para otros.
Cuando empezamos a ir a los comedores, las madres nos cuentan anécdotas sobre los malos políticos, yo no soy enemigo de la política, hay gente que labura muchas horas, con muchas ganas y dedicación, pero había algunos que las usaban, se llevaban el mérito y decían que representaban a diez, cien comedores. Y ahí pensé, a estas mujeres les falta una ONG, donde el objetivo principal es empoderarlas a ellas. Ahí nace Soñadores Unidos.

SR: ¿A cuántos comedores ayudan?
JG: En 2020 empezamos a ayudar a 100 comedores por semana porque al empezar la pandemia ya no íbamos presencialmente y se me ocurrió dar una donación menor en cantidad, más o menos 300 porciones, y ayudar a más lugares. Como vamos rotando estos 100 comedores por semana, llegamos a donarle a 1200 comedores de distintos lugares del país. En total, hemos asistido entre 1500 y 1700 comedores, que son los que tenemos en la base de Soñadores Unidos y ese número oscila porque a algunos los ayudamos, por ejemplo, una vez cada mes y medio o cada cuatro meses.
SR: El gobierno cortó la asistencia a merenderos y comedores comunitarios, ¿Cómo es la situación de los que están en Soñadores Unidos?
JG: La situación real es que los comedores están desbordados, colapsados de gente que intenta asistir. Los recursos no llegaron más, la gente que dona hace lo que puede, donan menos entonces hay comedores que cerraron o se transformaron en merenderos, otros estaban todos los días y ahora están dos o tres veces por semana. Hace poco le mandamos una carta a la Secretaria de Desarrollo, porque nosotros podemos ser una solución rápida para distribuir los alimentos porque la comida tiene que llegar a los verdaderos comedores, nosotros tenemos una base de datos y nos llevó 15 años hacerla.
SR: El gobierno, para evitar intermediarios, le dio la distribución de alimentos retenidos a Fundación Conin que preside el médico Abel Albino, que, al no tener la infraestructura suficiente, termina buscando intermediarios para repartir los alimentos, ¿Ustedes tienen contacto con Sandra Pettovello?
JG: La verdad que no pudimos llegar nunca a la Ministra. Habían puesto un técnico que venía de la gestión anterior que las entretuvo a las pobres madres de la comisión pidiéndoles un montón de cosas, visitando los comedores, que está bien, para chequear que realmente los comedores existían. Estas madres estaban ilusionadas que ahora les iban a dar bola y yo les decía ‘guarda, que a veces la política entretiene, hasta que no aparezca la comida no se pongan contentas’. Y pasó eso, este funcionario ya no está. Era de segunda o tercera línea, técnico más que nada, que conocía a las madres sabía que eran serias.
La verdad es que el problema se puede solucionar rápido, yo leí que ellos tienen a disposición el Ejército, con la organización y la base de datos nuestra estaría solucionado el problema.
SR: ¿De qué se trata el proyecto de Pancitas Llenas?
JG: Sale de este proceso. Cuando empezamos a ayudar a 100 comedores por semana, nos pusimos a pensar con cuántas toneladas abastecemos, contamos con 5 mil comedores verificados. Se producen 1200 mil toneladas de alimento en Argentina, con el 0.04% de la producción se puede abastecer a todos los comedores del país, esto sería una contribución de las empresas que crecieron en pandemia, las que crecieron los últimos 30 años. Más de 60 empresas acompañan este proyecto y todos decimos que el 0.04% no existe, no le va a mover la aguja a ninguna empresa, después de dos años se puede deducir de Ganancias, no alteraría el déficit fiscal, los empresarios estamos dispuestos. Como queremos que sea transparente, debe ser a través de una tarjeta del Banco Nación y los recursos deben ir desde un ente recaudador, que sería la Afip, a un fondo fiduciario, para que solamente puedan tener ese destino, y del fondo a la tarjeta de la responsable del comedor, fehacientemente auditado.
SR: ¿Qué vida parlamentaria tiene este proyecto, qué recepción tiene de los diputados? ¿Cree que puede ser este el año?
JG: Yo creo que sí porque siempre somos optimistas. Pero no le dan ni cinco de bola, hace tres años que está el proyecto en el Congreso, tuvo idas y venidas, primero lo querían poner en forma voluntaria, yo les dije ‘me están cargando, voluntario ya es’. El que tiene ganas va y dona. El sentido del proyecto es que un poquito cada uno no hace mal a ninguno, ponemos todos y damos un paso gigante para terminar con el hambre en Argentina. Pero todos tenemos que contribuir.
Arrancamos de nuevo y se propuso hacerlo a través de un impuesto. Para no partidizar, vamos a decir que una parte de diputados no quería poner un impuesto nuevo, a pesar de que había empresarios que levantaron la mano y dijeron ‘nosotros somos los empresarios y estamos diciendo que no nos significa nada’. Algunos son más papistas que el Papa. Como era período electoral, se comprometieron con el electorado a que no iban a salir nuevos impuestos así que se trabó ahí hasta las elecciones. Y después se trabó porque están todos con la Ley Bases, no quieren saber nada por ahora con un proyecto nuevo. Cuando se define esto volveremos a insistir.
SR: ¿Se puede terminar con el hambre en Argentina?
JG: Definitivamente se puede, porque lo ilógico es que no se termine. Somos un país productor de alimentos, abastecemos a 420 millones de habitantes, entonces sólo con un poquito de voluntad, que es 0.04%, y con un poquito de organización, que es el proyecto de ley Pancitas Llenas, se puede, cómo no se va a poder.