Son las 6 de la mañana, te levantás para ir a trabajar como todos los días por 8, 10 o 12 horas. La plata no te alcanza. Así como te la rebuscás para llegar a fin de mes, también intentás estudiar una carrera porque se supone que estás comprando futuro. Viajás como sardina combinando bondis y trenes, con miles de otras personas en la misma situación. Abrís Instagram y te aparece un video de un pibe que te dice que sos un boludo, que si no cambiás tu forma de pensar y actuar, vas a ser un fracasado toda tu vida. Y te ofrece cursos y consejos financieros que tenés que seguir para salir de esa situación. Le creés.
Vivímos en una época donde el sistema no resuelve muchas de las necesidades de la población, las redes sociales están cada vez más presentes en nuestro día a día y el individualismo crece como filosofía de vida. En este marco, florecen discursos como los de estos gurúes financieros, que alientan a muchos jóvenes a dejar sus estudios y hasta alejarse de sus vínculos para invertir en supuestos cursos milagrosos con los que van a poder cambiar su estilo de vida.
Dejando de lado que incluso quienes se venden como casos de éxito, vistiendo ropa de marca y con autos de alta gama en ciudades top del extranjero, suelen estar mintiendo sobre su situación económica; hay un crecimiento notable de estas formas de pensamiento, que cada vez pregnan en más chicos. Léase “estas formas de pensamiento” como la obsesión con la guita por la guita en sí misma, la poca empatía y una distorsionada forma de meritocracia, así como la falsa ilusión de que cualquiera puede ser millonario de la noche a la mañana.
“Estamos en un mundo donde ya no se trabaja para realizarte identitariamente, sino para ganar plata. Y para ganar más plata, vas a mirar a los que ya tienen plata. Pero no todos pueden ser Elon Musk. Esa es la gracia de ser Elon Musk”, dijo hace pocos días la exlegisladora porteña Ofelia Fernández en un acto de Podemos en Madrid. Ese es el problema de esta ilusión que muchos pibes compran. Una encuesta de Forbes Advisor de enero de 2023 refleja que alrededor del 80% de la Generación Z (también llamados "centennials" y son los nacidos entre 1995 y 2009) siguen consejos financieros en redes sociales, sobre todo varones.
El sistema no resuelve muchas de las necesidades de la población, las redes sociales están cada vez más presentes en nuestro día a día y el individualismo crece como filosofía de vida.
La docente y socióloga Ingrid Sarchman habló con Diario Con Vos sobre este tema, y entre otras cosas dijo que se imagina “mucha decepción y depresión” en un futuro a mediano plazo. “Veo en 10 o 15 años a esos pibes como jóvenes adultos deprimidos, con psicofármacos, tratando de lidiar con la frustración de no haber podido concretar lo que les habían prometido”. Sin embargo, insiste en que es hacer futurología, y que los fenómenos históricos no son lineales.
Gracias a las redes sociales nos la pasamos comparándonos. Ver que otras personas "comunes" consiguen ese éxito que pretendemos para nuestras vidas, pueden acentuar aún más esa ilusión. La parte positiva es que te puede motivar e impulsar a buscarlo. La negativa es que las probabilidades de no conseguirlo son muy altas, simplemente porque no hay lugar para todos. Y de llegar, es probable que no alcance. Es una trampa.
Si todos buscamos el éxito instantáneo siendo youtubers o streamers, con la especulación financiera o por soluciones mágicas que te venden con cursos de tres meses, se genera un desbalance cada vez mayor entre las expectativas individuales de la población respecto de las necesidades de la sociedad. Se podría decir que hay una desconexión con la realidad en ese sentido.
El tema es por qué se llegó hasta acá. No por nada el Presidente de nuestro país es el que llegó prometiendo destruir el sistema. En realidad, lo que haría falta es mejorarlo, poder implementar regulaciones y reformas a la altura de lo que este presente y el futuro demandan. Tener un estado eficiente, actualizado y moderno. Estamos lejos de eso.
Más educación, menos influencers financieros
El caso de los influencers-gurúes financieros es bastante representativo de este fenómeno. No solo muestra esa aspiración superficial de la guita fácil, sino también lo que produce a nivel psíquico en los que consumen ese tipo de discursos meritócratas en redes sociales. Un scrolleo de TikToks o en Reels de este estilo te come la cabeza. Y es todo el tiempo.
Esa es una gran diferencia con otros tiempos: antes nadie te decía 24/7 que eras un fracasado porque no te esforzaste lo suficiente. ¿Cómo no te vas a terminar convenciendo de que tenés que hacerle caso al que aparenta tener ese éxito? Sobre todo cuando quienes lo dicen son pibes desconocidos, muchas veces muy jóvenes. Te toca el orgullo y aparenta ser algo accesible.
Un factor clave es que el acceso a la tecnología es cada vez a más temprana edad. “Las reglas de juego no están del todo claras. Sabemos que (los entornos digitales) están dominados por muy poquitas manos con intereses comerciales específicos, que no necesariamente son los que protegen nuestros derechos. Pero para poder ejercer esta ciudadanía digital tenemos que tener ciertas habilidades y competencias”, afirmó a este medio Gisela Grunin, colaboradora en el sitio Chicos.net, una organización que promueve los derechos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en entornos digitales.
Acá hay algo importante. En un mundo cada vez más digitalizado e inmerso en la tecnología, lo mínimo que debería haber es una formación acorde desde la niñez. Grunin indica como ejemplo de esto el tener una mirada crítica de qué se consume, de dónde proviene y qué intereses puede haber en ese contenido; algo que permite no caer en ciertos lugares, o al menos estar más atentos.
La educación tradicional, en algunos aspectos, quedó vieja. El sistema escolar quedó viejo. Sería tiempo ya de una reforma que ponga estos temas en el centro de la discusión. En este sentido, la educación financiera también debería tener mucho más lugar para evitar estafas, comprender los riesgos que implican las inversiones y no caer en comportamientos irresponsables. Aprender a manejar dinero, sobre todo cuando es virtual, es clave porque es más fácil perderle noción a los movimientos y montos.
La economista Lucía Espiñeira asegura que “si va a estar tan difundido que cualquier ciudadano se convierte en inversor” lo sensato sería que haya herramientas a la altura. “Si esto se democratiza no vamos a sacar todos una tajada gigante, viajar a Dubai y tener Ferraris”, señaló a este medio, en sintonía con lo apuntado antes.
“Lo lógico sería que todos invirtamos y más o menos conservemos el valor de nuestros ingresos, podamos acceder a cierto bienestar a través del trabajo, de la inversión, de lo que sea, pero no con estas grandes desigualdades que hay en el mundo. Lo único que se perpetúa es la polarización de dos extremos claramente opuestos: mientras muchos se hacen muy ricos, muchos se hacen muy pobres y eso lo vemos cada vez más”, agregó.
Así nos encontramos en un laberinto del cual es muy difícil salir. Tecnologías cada vez más presentes (¿hasta dónde va a llegar la IA?), la tendencia al individualismo y un sistema (político, económico, educativo, laboral, etc) que no ofrece soluciones. Aparecen, entonces, los más ricos del planeta, dueños de las empresas tech y con fortunas mayores al PBI de varios países juntos, a decirte que la solución la tienen ellos. Veremos cómo se desarrolla esto en el tiempo. El siglo XXI recién empieza.