Casi seis meses en oscuridad llevan varias de las autopistas de la Ciudad de Buenos Aires, por donde circulan millones de automovilistas y pasajeros todos los días.
Se trata de la General Paz, entre el Acceso Norte y la bajada a Lugones; la Dellepiane, en el rulo con la General Paz, y entre las avenidas Larrazábal y Escalada y de la Lugones, entre las salidas Cantilo y Sarmiento.
Más allá de los límites de la ciudad, ocurre lo mismo con tramos de la Panamericana y el Camino del Buen Ayre.
Debido a los crecientes reclamos, el procurador porteño Martín Ocampo intimó a las concesionarias Autopistas del Sol y Ausa que explicaron que, al menos en la ciudad, los apagones se deben al robo de cables; el mismo motivo que provocó un choque de trenes el pasado viernes.
Según explicaron los trabajadores de las maquinarias, el accidente fue producto del desfinanciamiento del servicio y la falta de señalamiento electrónico, debido al robo de cables: “Los conductores vienen trabajando hace 10 días a ‘vía libre’, sin señalamiento”, aseguró Omar Maturano, el titular de La Fraternidad.
Desde las concesionarias de las autopistas, que cobran peaje a millones de automovilistas a diario, explicaron al diario Clarín que “el Gobierno de la Ciudad no tiene facultad ni potestad para controlar a la empresa” porque la concesión fue otorgada por el Gobierno nacional.