La Dirección General de Aduanas publicó una resolución endureciendo los controles sobre la importación y exportación del fentanilo, con el objetivo manifiesto de evitar el tráfico ilegal de esa sustancia, altamente adictiva y dañina y que, en algunas partes de Estados Unidos, llegó a provocar la muerte de una persona cada 10 horas.
Con la Resolución 15/2024, la División Precursores Químicos y Drogas Emergentes, que depende de la Dirección de Prevención del Narcotráfico y Delitos Conexos de la Subdirección General de Control Aduanero, dispuso “intensificar los controles en las operaciones” de importación y exportación del fentanilo, “en atención a su naturaleza y el potencial riesgo que implica el desvío de esta sustancia para la sociedad”.
En las consideraciones, el Gobierno apuntó que “corresponde actualizar las pautas que regulan las operaciones de importación y exportación de fentanilo y/o sales de fentanilo, con el objeto de mejorar los mecanismos de control dentro de una actividad comercial que, por sus características propias, resultan altamente vulnerables a los impactos no deseados de actividades ilícitas perpetradas por las organizaciones delictivas ligadas al narcotráfico y/o sus delitos conexos”.
Cuáles son los controles dispuestos por Aduana para el fentanilo
Los procedimientos detallados para aumentar los controles sobre el comercio de la sustancia están detallados en los tres anexos de la Resolución de la Aduana. Entre ellos, se cuenta el hecho de que antes de registrarse en el Sistema Estadístico de Importaciones (SEDI) o de registrar el destino de exportación, según sea el caso, los comerciantes tendrán que presentar una declaración jurada anticipada frente a la División Precursores Químicos y Drogas Emergentes.
Los operadores deberán detallar toda la logística del transporte de la sustancia “desde y hasta el lugar de utilización” e identificar “si se utilizarán transportes propios o de terceros; en este último caso, se deberá indicar el detalle de las empresas de transporte con las que va a operar y la nómina de empleados”.
También será necesario identificar las cuentas bancarias del importador o exportador “con certificación de la/s entidad/es financiera/s respectiva/s”. Una vez hecho este trámite, la Dirección de Prevención del Narcotráfico y Delitos Conexos se encargará de aprobar o rechazar la solicitud.
Asimismo, el transportista autorizado por el importador o exportador tendrá que presentar una nota con carácter de declaración jurada ante el servicio aduanero, haciéndose responsable por todo el proceso de traslado y la integridad de la carga hasta su llegada a destino. Dicho traslado deberá contar con custodia aduanera y hasta podría ser escoltado por alguna fuerza federal.
Por su parte, el segundo artículo de la medida establece que "las operaciones de comercio exterior relacionadas a la mercadería cursarán obligatoriamente por canal rojo y solo podrán ser realizadas por vía aérea por el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en jurisdicción de la Dirección Aduana de Ezeiza, dependiente de la Subdirección General de Operaciones Aduaneras Metropolitanas".
La epidemia de los opioides
En Estados Unidos, el uso de opioides como el fentanilo se salió de control al punto tal que se considera que el país atraviesa una verdadera epidemia. En San Francisco, según un reporte de The Guardian, el uso de esa sustancia llegó a causar una muerte cada diez horas en el primer trimestre de 2023. Se estima que la mayoría de las personas desarrollaron su adicción a los opioides luego de que los médicos se los recetaran legalmente por su uso analgésico.
“El fentanilo es un potente fármaco opiáceo sintético aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos para uso como analgésico (alivio del dolor) y anestésico. Es aproximadamente 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más potente que la heroína como analgésico”, explica la Administración del Control de Drogas estadounidense.
Es aproximadamente 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más potente que la heroína.
El estallido de la adicción a los opioides en ese país se produjo con el lanzamiento, en 1996, del analgésico conocido como OxyContin, producido por la empresa Purdue Pharma que conduce la familia Sackler. Su estrategia de marketing agresivo instaló a la droga como inofensiva y retardó las alertas sobre sus efectos profundamente adictivos e incluso letales. La historia dio lugar a las series Dopesick y Painkiller, esta última estrenada en Netflix el año pasado.
La proliferación de la sustancia ya alcanzó, también, a varios países latinoamericanos como Costa Rica, Colombia, Panamá, Ecuador, Brasil, Venezuela y la propia Argentina.
