En el tejido del lenguaje de las frases argentas, la expresión "en la Cochinchina" fue moneda corriente por décadas, utilizada para señalar lugares lejanos o desconocidos. Esta peculiaridad lingüística, arraigada en nuestra tradición oral, ha perdurado a lo largo del tiempo, aunque no todos estén seguros de su origen o incluso de la existencia real de este lugar.
La Cochinchina, en realidad, es la región meridional de Vietnam, ubicada al sur de Camboya, específicamente en el delta del Mekong. Su nombre peculiar se remonta a fines del siglo XVIII, cuando los franceses lo rebautizaron como Cochinchine durante su invasión. Esta área ha sido objeto de disputas entre vietnamitas y camboyanos a lo largo de la historia.
Curiosamente, la etimología de Cochinchina revela que "cochin" significa "colinas de bases o huellas cruzadas". La adición de "china" al final no hace referencia al país asiático, sino que indica su posición al sur de China.
A pesar de la confusión y las variantes en la pronunciación, algunos argentinos optan por decir "Conchinchina", agregando una "n", mientras que otros simplemente desconocen si este lugar es real o una invención humorística.
En cualquier caso, la Cochinchina rebasó cualquier tipo de fronteras geográficas para convertirse en parte de nuestro peculiar folclore lingüístico, recordándonos que, detrás de cada expresión, hay historias y detalles sorprendentes.
Frases argentinas: ¿De dónde viene "llorar la carta"?
El significado de la frase "llorar la carta" se ha mantenido en el tiempo y no ha variado desde sus orígenes. Es una forma de pedir ayuda conmoviendo al interlocutor para conseguir que este haga algún favor o, por ejemplo, done dinero.
Originada a mediados del siglo XIX en la metrópoli de Buenos Aires y potenciada en sus arrabales, cancionero mediante, "llorar la carta" refiere a las ocasiones en las que una persona intenta dar lástima, ruega con énfasis algo que pretende o se muestra deprimida con diferentes tácticas para llamar la atención de otros. No importa si sus razones son atendibles o cuestionables, lo que importa, en este caso, es la conducta del protagonista.