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Ciencia

¿Por qué dicen los científicos que estamos a las puertas de una sexta extinción masiva?

A lo largo de su historia, nuestro planeta ha presenciado cinco extinciones masivas, cada una de las cuales terminó con la mayoría de las especies que habitaban su superficie en aquel momento. Algunas fueron desencadenadas por cambios en la estructura de La Tierra, otras, por agentes externos ―como el meteorito que terminó con la marketinera época de los dinosaurios―, pero todas estuvieron acompañadas por profundos cambios climáticos o catástrofes ambientales.

Por el ritmo en que están desapareciendo especies actualmente, los científicos sostienen que estamos ingresando en la sexta extinción masiva. Y esta vez, los culpables somos nosotros.

Cayendo como moscas  

Según un estudio publicado en 2014 por la revista Science, 322 especies de vertebrados terrestres han desaparecido en los últimos 500 años mientras que las poblaciones restantes han sufrido una disminución de al menos 25% de sus individuos.  Por su parte, dos tercios de los invertebrados han reducido su número al menos un 45 % y hasta muchos insectos ―que han resistido todo tipo de embates― están en peligro. La cantidad de animales salvajes ha bajado a la mitad en los últimos 40 años.

Pero los números son un poco fríos. Si tomamos solamente el último siglo, nos hemos cargado al tilacino (tigre de Tasmania), la paloma pasajera de EEUU, el bucardo (una especie de cabra montés), el quagga (una especie de cebra), el delfín del río Yangtze, la pantera nebulosa de Taiwán, el eslizón gigante de Cabo Verde, la tortuga gigante de Galápagos, y así podríamos seguir y seguir. Muchas de estas las cazamos hasta que no quedaron más, mientras que a otras les destruimos el ecosistema que habitaban.

Este ritmo de extinción no es normal. Ben Collen, investigador de campo de la biodiversidad (University College de Londres) y coautor del mencionado artículo, sostiene que la tasa con la que desaparecen las especies hoy en día es alrededor de mil veces mayor que en la época pre humana. Otro estudio del ecologista Mark Urban (Universidad de Connecticut) publicado en 2015, sugiere que una de cada seis especies podría extinguirse como consecuencia directa del calentamiento global si no lo ralentizamos en el corto plazo.

Todavía quedan entre cinco y nueve millones de especies en el planeta, pero cada día que pasa, perdemos entre 30 y 150. Nosotros, estamos lejos de desaparecer por ahora, pero si esto sigue así, el cambio que significa la perdida de toda esta biodiversidad, sumado al que ya estamos provocando, nos va a complicar mucho la vida en La Tierra.

Extinciones masivas anteriores

Se define como “masiva” a la extinción repentina en la que desaparecen, en un plazo de tiempo acotado, al menos el 75% de las especies que habitan el planeta.

La primera, fue hace 444 millones de años, marcando el fin del período Ordovícico y comienzo del Silúrico. Se cree que fue por la aparición de los montes Apalaches en la porción de tierra que hoy en día es Norteamérica, que generó una gran erosión en sus rocas y una consecuente absorción de dióxido de carbono de tal magnitud, que el planeta se cubrió de hielo. La consecuencia fue la desaparición del 85% del total de las especies existentes, que habitaban solamente el agua. La más conocida de las familias extintas en este período fue la de los trilobites.

Luego, siguieron las extinciones del Devónico, que comenzó hace 383 millones de años por una combinación de factores y eliminó al 75% de las especies de aquel momento, y la del Pérmico-Triásico, que fue hace 252 millones de años y se conoce como “Gran Mortandad”. Esta última fue de las más violentas ya que en solo 60.000 años terminó con el 96 % de las especies acuáticas y tres cuartas partes de las terrestres. Comenzó con la erupción de un complejo volcánico que dio lugar a la formación de los traps siberianos y expulsó a la atmósfera toneladas de dióxido de carbono, aumentando vertiginosamente la temperatura del planeta. Fue la única que pudo con los resistentes insectos, haciendo desaparecer a casi todas las especies de aquel entonces.

Cuando las condiciones en La Tierra se regularizaron, los arcosaurios, antecesores de los actuales cocodrilos y otros reptiles, aprovecharon su oportunidad para conquistarla por un tiempo. Hasta que llegó la extinción masiva del Triásico-Jurásico, hace 201 millones de años. Esta vez la responsable fue la provincia magmática del Atlántico Central, que emitió enormes cantidades de dióxido de carbono (no tan rápido como en el Pérmico) y llevó a un aumento de la temperatura por efecto invernadero. El 80% de la vida volvió a desaparecer.

La última, la del Cretácico-Palógeno, es probablemente la más conocida. Fue la primera producida por un agente externo y no por un fenómeno de La Tierra. Hace 66 millones de años, un asteroide de 12 km de diámetro, viajando a 70 mil km/hs, impactó sobre la península de Yucatán y modificó las condiciones ambientales de todo el planeta durante un buen período de tiempo. El resultado fue la muerte del 76% de la vida de aquel entonces y de todos los dinosaurios no aviares (terópodos). Los descendientes de estos perdieron el dominio del planeta y muchos de ellos son nuestros esclavos. A algunos les sacamos sus huevos para alimentarnos y a otros, sus propios cuerpos.

En la actualidad, sumando a los reinos animales y vegetales, hay alrededor de un millón de especies en peligro de extinción y se cree que, si mantenemos el ritmo actual, llegaríamos a erradicar tres cuartas partes de las especies en un lapso de entre 240 y 520 años.

Pero la vida es testaruda y siempre se recupera, como pasó después de cada uno de estos golpes. Eso sí, el reino de la especie dominante se suele terminar.

¿Atrapados sin salida?

La mala noticia es que, mientras sigamos inyectando dióxido de carbono en la atmósfera, acidificando los océanos y promoviendo el aumento de la temperatura del planeta, la llegada de la sexta extinción masiva es inevitable. La buena, es que tenemos herramientas para evitarlo.

Lo primero y principal es frenar nuestras conductas nocivas ya mismo. Esto incluye desde las acciones individuales de cada uno, hasta las políticas estatales. Debemos frenar la deforestación, la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación con productos no biodegradables. Y todo al mismo tiempo.

Además, la tecnología está de nuestro lado. En la actualidad la ingeniería genética nos da la posibilidad de desextinguir especies que han desaparecido a través de distintas técnicas como la clonación, la cría selectiva o la inhibición genética. Pero para que esto sea viable necesitamos dejar de destruir sus ecosistemas y empezar a reconstruirlos. Si nos seguimos demorando, lo más probable, es que no haya vuelta atrás.

Nuestra inteligencia y capacidad para trabajar en equipo nos han permitido dominar el planeta como ninguna especie lo hizo antes. Ahora, solo ellas nos pueden liberar de este callejón sin salida. Es cuestión de enfocarlas hacia el lado correcto.

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