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Columnistas

El país del nunca jamás

A días de la asunción de Javier Milei como presidente de los argentinos, pareciera ser que la actividad turística vuelve a quedar rezagada en la toma de decisiones, ya que en esta nueva etapa del país son más las dudas que las certezas, las que definen el destino de la cartera de turismo.

Parecería ser que los gobiernos que entran en funciones en nuestro país no entienden que el turismo es una actividad económica fundamental que derrama riqueza hacia toda la sociedad. Para ser más claro, donde hay turismo ingresa dinero que se distribuye entre los habitantes de una región de manera directa o indirecta. Sino, pregúntenle al zapatero cuántos más calzados debe arreglar de los mozos que los gastan caminando para atender a sus clientes en las zonas turísticas.

Si hacemos un poco de memoria, en los últimos gobiernos los funcionarios del sector turístico a nivel nacional fueron nombrados en los últimos días previos a la asunción formal del mandatario electo, y eso habla de desconocimiento.

Esa demora en dar a conocer qué estructura administrativa tendrá Turismo en la administración que está por venir, también es una incógnita en esta ocasión y la única certeza que tienen los que trabajan en el sector es que no sera más un Ministerio. 

Muchos años atrás, cuando comenzaba mi carrera periodística en la actividad turística, el designado para la cartera de Turismo en la administración de Carlos Saúl Menem fue Francisco Mayorga, un reconocido corredor de autos. En ese momento escribí una nota en la que mencionaba que lo más cerca que Paco Mayorga había estado del turismo argentino era cuando corría en Turismo Nacional. 

Obviamente no cayó muy bien en las altas esferas de la actividad, pero a pesar de eso, Mayorga entendió lo que el turismo significaba para el país. Su gestión duro 9 años y en ella elaboró interesantes ideas para el turismo argentino. 

Una de ellas era la promoción de Argentina en el exterior con el slogan de “El País de los 6 continentes”, algo que muy poca gente recuerda, pero que resumía claramente a la Argentina turística. Cada región se podía asemejar a un Continente sin dudas, porque nuestro país tiene todos los climas y todas las geografías. En ese entonces su cargo era Secretario de Turismo, una Secretaría que dependía directamente de Presidencia. 

Lo sucedió el gobierno de Fernando De la Rúa, gestión en la que por primera vez Turismo se convirtió en Ministerio, siendo Hernán Lombardi el primer ministro de Turismo de la Nación, aunque duró muy poco tiempo por la abrupta finalización de la gestión del radical.

Lombardi se permitió vincular al turismo con la historia y la cultura. Junto a su equipo crearon “La historia en su lugar”, algo que los norteamericanos hacen muy bien, y lo dejan en claro en las películas y series de TV que vemos habitualmente. En ellas se reflejan no sólo los paisajes, sino también su sociedad pasada y actual.

La propuesta de Lombardi valorizaba la historia de muchos destinos nacionales con puestas en escena y actores nativos, algo revolucionario para nuestro país en ese entonces. 

Y llegó diciembre del 2001, los 5 presidentes en una semana y finalmente Eduardo Duhalde tomando las riendas del país. El Turismo en ese momento, de nuevo como Secretaría, tuvo como cabeza visible a Daniel Scioli, con poco tiempo para desarrollar nuevas propuestas, pero con buena imagen como para catapultarlo a la vicepresidencia de la Nación. Es que turismo casi siempre da buenas noticias. 

Con las elecciones generales que llevan a Néstor Kirchner a la presidencia, llega un periodo de estabilidad para el turismo, esta vez en la persona de un funcionario santacruceño que vino desde el sector privado, Enrique Meyer. Y decimos estable porque Meyer se mantuvo al frente de la cartera de turismo por 11 años, y fue el segundo ministro de Turismo de la Nación.

En esos 11 años se promulgó la primera Ley de Turismo Sustentable, se profundizó la capacitación de los empleados del sector, se impulsó el desarrollo y la inversión en la actividad turística, entre muchas otras cosas. Fue uno de los funcionarios que más trabajó en pos de mejorar la calidad turística de nuestro país y dejó la vara muy alta.

Con la administración Macri, llega desde Córdoba Gustavo Santos, curiosamente nombrado el día anterior a la jura de los funcionarios. Nos acostumbramos a oírlo decir frecuentemente “conectividad o muerte”, y tenía razón. Teníamos un destino con pocos pasajeros. Bregó por la entrada de las aerolíneas Low Cost y la llegada de nuevas aerolíneas desde el exterior. 

No lo acompañó la situación económica de nuestro país, pero en ese momento la actividad comenzó a aparecer en los discursos de los funcionarios más asiduamente.

Y así llegamos a diciembre de 2019, con el ministro de Turismo y Deportes Matías Lammens, un outsider total de la actividad turística, que llegó a la gestión con la decisión de Economía de poner el impuesto país a los viajeros que viajaban al exterior. Chau a las buenas noticias. 

Además, la salida de algunas compañías aéreas en el 2020 no se debió a la administración de Alberto Fernández como dicen, la pandemia provocó el mayor caos en la industria turística del  mundo, y Argentina no fue la excepción.

Antes de eso recuerdo haberlo oído decir a Lammens en una Feria en Madrid que no sabía nada de turismo, pero que iba a ir de la mano del sector privado para tratar de hacer que la actividad se transforme realmente en un negocio para el país.

Porque al fin y al cabo eso es la actividad turística, un negocio, una exportación donde los argentinos damos un servicio a cambio de dólares que ingresan a Argentina. 

Días atrás, ministros de turismo de las provincias argentinas y de diferente color político, y el sector privado en su conjunto, dejaron en claro que Matías Lammens cumplió con creces su trabajo, pero además dejó una huella de gestión que se debe igualar. 

En su trabajo no sólo no existió la grieta, sino que se profundizó la relación entre destinos con diferente color político, mostrando que podemos ser argentinos de un solo país, Argentina. 

Lammens fue un claro ejemplo de que ser funcionario con una mirada federal es posible y los representantes de las 24 provincias argentinas así lo entendieron. Otra vara alta en la gestión pública, aunque usted no lo crea. 

El Estado debe estar presente para marcar los límites de una actividad, pero también para acompañar y ayudar al sector privado a crecer. 

Resumiendo, cuando alguien viaja, por ocio o por motivos laborales, genera trabajo, desarrollo y riqueza para las economías regionales y la pandemia no nos deja mentir. Entonces, ¿cómo es posible que los políticos de turno aún no sepan cuál es la importancia de la actividad turística en nuestro país?