Por primera vez en la historia de Argentina, y segunda vez en la historia del mundo, va a haber un presidente libertario en el país. Con Javier Milei llegando a la Casa Rosada, un montón de palabras, conceptos y autores van a volverse parte de la vida cotidiana de la política argentina. Liberales, libertarios, Escuela Austríaca, marginalismo, son algunas de las palabras que, para entender el país que se viene, va a haber que conocer de atrás para adelante.
1. Liberales
Esta es, probablemente, una de las palabras más difíciles de definir en el diccionario de Milei, por su amplitud y largo recorrido histórico. Él suele dar su propia definición, citando a Alberto Benegas Lynch, su "héroe de la libertad" en Argentina: "El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad". Si bien esta es una definición posible, la palabra "liberalismo" engloba a pensadores, líderes, movimientos políticos y gobiernos muy distintos entre ellos, que vienen desde el siglo 17 y ocurrieron en todo el mundo.

Estrictamente hablando, el liberalismo es una filosofía política nacida al calor de la Era de la Ilustración. Entre sus pensadores iniciales más importantes se cuentan John Locke, Montesquieu, Jean Jacques Rousseau, Adam Smith, John Stuart Mill, Alexis de Tocqueville, John Adams y Thomas Jefferson, entre muchos otros. En general, defendían la creación de estados nacionales, la separación de la Iglesia y el Estado, las libertades individuales, el libre comercio, el fin del feudalismo y de las monarquías absolutas. En sus ideas se basaron, en buena parte, las revoluciones y posteriores constituciones de Estados Unidos, Francia, y Argentina, junto al resto de América Latina. En nuestro país, el liberalismo tuvo como interpretes a pensadores y gobernantes tan disímiles como Mariano Moreno, Juan Bautista Alberdi, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Julio Argentino Roca y Leandro N. Alem, junto a muchos otros, que también supieron combatirse entre sí.
Dentro de esa línea de pensamiento también se anotaron otros dirigentes más recientes, como José Alfredo Martínez de Hoz, Domingo Cavallo y Ricardo López Murphy, entre otros economistas y políticos que pasaron por el gobierno nacional.
2. Libertarios
Cuando Milei se define, suele hablar de sí mismo como un "liberal-libertario", alguien que va más allá del mero liberalismo para llegar a una versión más extrema. Históricamente, en nuestro país, libertario se solía usar para hablar de personajes como Severino di Giovanni o Simón Radowitzky, y organizaciones sindicales como la FORA, anarquistas que se enfrentaban, a fines del siglo 19 y principios del 20, a las autoridades estatales y a las empresas para defender la libertad y a los trabajadores. Sin embargo, el libertarianismo de Milei viene de una tradición completamente distinta: baja directamente desde Estados Unidos.
El término, popularizado sobre todo por uno de los autores favoritos de Milei, Murray Rothbard, nace a partir de que la palabra "liberal", en Estados Unidos, pasó a identificarse más con lo que en el resto del mundo se llama socialdemocracia que con el liberalismo clásico. Esencialmente, fue el refugio conceptual de un grupo de intelectuales y políticos de la derecha tradicional que se sentían exiliados de su anterior identidad como liberales.

Para Rothbard, sin embargo, la idea libertaria iba mucho más allá del liberalismo clásico, incluso más allá del liberalismo de su mentor intelectual, Ludwig von Mises, y el resto de la Escuela Austríaca de economía. Aquel economista, que se convirtió en el referente máximo del libertarianismo a nivel mundial, creía en la desaparición completa del estado, dejando librado al mercado incluso la seguridad y la justicia. Fundó el Partido Libertario, que sigue funcionando en Estados Unidos, y sus ideas tuvieron mucha influencia sobre algunos sectores del Partido Republicano. Dentro de sus filas se cuentan, en nuestro país, el presidente electo, su examigo Diego Giacomini, Martín Krause, los Benegas Lynch y pocos más.
3. Escuela Austríaca
La tradición económica en la que se encuadra nuestro nuevo presidente es la "Escuela Austríaca", una ruptura entre economistas alemanes ocurrida a fines del siglo 19.
En aquél momento, la mayoría de los economistas germánicos trabajaban dentro de la Escuela Histórica, es decir, creían que la forma de estudiar su materia era a través de la historia, ya que no había axiomas o principios lógicos que funcionasen, sin matices, en las distintas sociedades y en los distintos momentos históricos.
Un destacado economista, Carl Menger, tenía un profundo desacuerdo con ese método, por lo que escribió "Investigaciones Referentes al Método de las Ciencias Sociales con Referencia Especial a las Ciencias Económicas". En este texto, el autor argumentaba que la mejor forma de estudiar la economía era a través de la razón, proponiendo teorías generales que aplicasen a amplias áreas, y no a través del estudio de la historia de los comportamientos económicos. Además, Menger es uno de los creadores del marginalismo y la teoría subjetiva del valor, ambas ideas fundamentales para el resto de la Escuela Austríaca y la mayoría de los autores favoritos de Milei, como Ludwig von Mises, Murray Rothbard, Frederik Hayek o Jesús Huerta de Soto.
4. Teoría subjetiva del valor
La teoría subjetiva del valor es defendida por toda la escuela austríaca, desde Menger hasta Milei. De hecho, al presidente electo se lo puede escuchar hablando del tema en muchas entrevistas, debates y apariciones televisivas. Esencialmente, esta hipótesis defiende que el valor de un determinado bien o producto no proviene ni de los costos ni del trabajo invertido en este sino de la utilidad subjetiva que le provea a algún individuo determinado.

Esta teoría nació por oposición a las teorías previas, que predominaban en la época, planteadas por Adam Smith, David Ricardo y, posteriormente, Karl Marx. Para estos autores clásicos, el valor de un determinado producto estaba determinado por los costos que había tenido su producción (para Marx, por el trabajo socialmente requerido para producirlo) y no su utilidad para cada individuo que deseaba consumirlo.
Entre otras cosas, uno de los aportes revolucionarios de esta teoría es que, en cualquier intercambio, ambas partes salen beneficiadas. La idea es que nadie cambiaría un bien por otro que le traiga igual o menor utilidad por lo que, en cada intercambio, ambas partes cambian algo que para ellos vale menos que lo que tiene el otro. De esta manera, todos abandonan ese intercambio con mayor utilidad que con la que ingresaron, en una situación mejor que la anterior. Esto contrasta notoriamente con ideas como la explotación o la plusvalía.
5. Marginalismo
El marginalismo es otra de las ideas centrales de la Escuela Austríaca, y una de las más tomadas por parte del mainstream económico. Planteado por Menger, parte de la idea de valor subjetivo, es decir, que cada producto le da una utilidad determinada a los distintos individuos, según su propia escala de necesidades y fines. Dados dos bienes idénticos, digamos, dos sandwichs de jamón y queso, comerse el primero será más satisfactorio que el segundo ya que, por ejemplo, el individuo comió el primero para satisfacer su hambre y el segundo para satisfacer su gula, objetivo menos prioritario que el anterior.
Esto, para los marginalistas, se cumple en todos los casos: cada producto adicional del mismo tipo significa un menor nivel de satisfacción que el anterior, ya que cumple fines menos importantes para el consumidor que el último que adquirió o consumió. Esto mismo aplica para los bienes de capital, los que se usan para producir otros bienes, e incluso a la contratación de trabajadores en una empresa, y se llama Ley de Utilidad Marginal Decreciente.