El insomnio es un flagelo especialmente común en nuestros días, al punto tal que según datos citados por el Hospital Alemán el 95% de la población adulta vivió al menos un episodio de problemas transitorios de este tipo. La situación se complejiza en una actualidad de auge del estrés y la ansiedad, cuadros íntimamente vinculados con los trastornos de sueño.
La ansiedad y el estrés son dos condiciones estrechamente vinculadas con las condiciones de vida, el ritmo y las presiones cotidianas, así como con los hechos de fuerte impacto social, político y económico. Tal es así que, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud considera a la ansiedad como el más común de los trastornos mentales y reconoce que los niveles de estrés se dispararon con la pandemia.
En este sentido, una encuesta de la Asociación Argentina de Medicina reportaba en 2021 que el 59% de las personas alcanzadas por el sondeo manifestó tener problemas de sueño, y que la situación se disparó a raíz del aislamiento obligatorio y el temor infundido a través del virus, mientras que otro tanto pasó con la ansiedad y la depresión.
Las cinco causas más frecuentes del insomnio
Las razones del insomnio no se agotan en hechos de alto impacto mundial como una pandemia, sino que están íntimamente vinculadas con el modo de vida en general. Diferentes instituciones médicas y profesionales individuales suelen mencionar entre las principales causas del insomnio a los siguientes factores:
- Los problemas vinculados con la salud mental como el estrés, la ansiedad y la depresión.
- El estilo de vida sedentario.
- Hábitos desfavorables para el sueño como fumar, mantener horarios irregulares para acostarse y levantarse, consumir ciertos medicamentos y café o mate en exceso, e ingerir comida en exceso o alcohol antes de irse a dormir.
- Las enfermedades que causan dolor, problemas respiratorios u otras molestias para dormir.
- Las enfermedades que se manifiestan durante el sueño como la apnea.
Como explica el Instituto del Sueño, “el estrés y la ansiedad son respuestas normales del organismo ante un peligro inminente o la percepción del mismo”, permitiendo generar el estado necesario para hacer frente a las amenazas. Sin embargo, “se convierten en un problema cuando se vuelven demasiado intensas o desproporcionadas al estímulo que las precipita, demasiado duraderas o demasiado frecuentes”, y el tipo de activación frente al peligro que genera es incompatible con el sueño. De ahí su vínculo causal con el insomnio.
“Por otro lado, una vez instaurados los problemas de insomnio, la falta de sueño produce en el organismo una reacción fisiológica que contribuye a aumentar los niveles de ansiedad y estrés, generando mayor alerta y activación y mayores dificultades para poder relajarse y por tanto dormirse”, explican desde la misma institución. De esta manera, el estrés o la ansiedad y el trastorno del sueño suelen retroalimentarse mutuamente.
Por su parte, la neuróloga Daniela Graci explicó, en una publicación del Ministerio de Salud tucumano, que la falta de actividad física es un factor clave para desencadenar la falta de sueño y puso como ejemplo los trabajos que implican permanecer ocho o más horas frente a una computadora o mostrador, “con la carga mental que eso implica”.
¿Cómo combatirlo?
Tanto las enfermedades que se manifiestan durante el sueño como aquellas que generan dolencias o molestias como las respiratorias requieren un tratamiento específico que además ataque los síntomas que terminan generando insomnio. De igual manera, lo ideal en situaciones de estrés, depresión o ansiedad son las acciones que tiendan a solucionar el problema de raíz, ya sea a través de una terapia psicológica como a través del evitamiento de las actividades y situaciones estresantes. De todos modos, las siguientes acciones pueden ser de gran ayuda:
- Generar mejores hábitos de sueño: evitar la siesta, mantener horarios regulares para irse a dormir y levantarse, evitar trabajar o comer en la cama así como suspender las actividades intensas y que involucran pantallas, en lo posible, una hora antes de acostarse.
- Eludir ciertos consumos como el café, el mate, las comidas pesadas o el alcohol antes de dormir.
- En lo inmediato, levantarse de la cama si el sueño se interrumpió o si no se consigue conciliarlo tras un buen rato. Seguir intentando dormir, en muchos casos, sólo empeora la situación. Algunas personas recomiendan incluso prepararse una infusión o poner música relajante.
Otras medidas más duraderas pueden ser la terapia psicológica, el inicio de alguna actividad física para contrarrestar el sedentarismo e incluso el tratamiento con aceites esenciales o tinturas que ataquen el estrés, la ansiedad y los dolores. En ese sentido, las plantas como el cannabis y la passiflora pueden ser de gran ayuda.