El Papa Francisco realizó una visita de cuatro días al pueblo de Mongolia para encontrarse con una comunidad de 1.450 creyentes, dentro de los 3,3 millones de habitantes. La visita cobró relevancia internacional cuando la máxima autoridad de la Iglesia Católica se refirió a China sobre la libertad de culto.
En una misa el domingo, el Papa envió saludos a China, llamando a sus ciudadanos un pueblo "noble" y pidiendo a los católicos que sean "buenos cristianos y buenos ciudadanos" y ser refirió a la libertad religiosa: "Con China creo que hay que avanzar en el aspecto religioso, para entendernos mejor y para que los ciudadanos chinos no piensen que la Iglesia no acepta su cultura y sus valores y depende de otra potencia extranjera", indicó.
Además, agregó que "las relaciones por parte china también están en camino. Tengo un gran respeto por el pueblo chino" y destacó la herencia cultural rusa. Pero, sobre el país en guerra con Ucrania, el Papa criticó a "los imperialismos que buscan imponer su propia ideología", y, sobre el país asiático, dijo que se trata de "un vecino ubicado entre dos potencias" y se refirió a la "muy buena" herencia cultural rusa.
Francisco explicó que sus declaraciones sobre la cultura rusa se dieron en "un diálogo con jóvenes rusos, a los que al final les di un mensaje que repito siempre, que es que hay que hacerse cago de la propia herencia". Durante la conferencia de prensa, se refirió a "la idea de la Gran Rusia" y sus escritores y artistas, como Dostoievski, a quien calificó de haber mostrado "un humanismo maduro".
El Papa viajó a Mongolia en el contexto de un Viaje Apostólico, duró cuatro días y culminó este lunes con la fundación de la Casa de la Misericordia. Francisco pronunció un total de cinco discursos a lo largo de tres días en Ulán Bator, capital de Mongolia. En su paso por el país, se reunió con las autoridades civiles, eclesiásticas y religiosas y presidió la celebración de una misa.