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Columnistas

Derivas de una década frenética: arte y feminismo en los setenta y ochenta

Por AAIHMEG

Durante la segunda posguerra en los ‘años de oro del capitalismo’, en el marco de los Estados de bienestar, la educación secundaria incorporó nuevos sectores sociales. Esta ampliación se hizo sentir en las universidades incluyendo en ese crecimiento a un porcentaje alto de mujeres. En diversos lugares del mundo estos ámbitos de sociabilidad para las/los estudiantes y otros abiertos en las nuevas industrias para las/los jóvenes trabajadores fabriles viabilizaron críticas radicales al ‘autoritarismo’: en las familias, en las universidades, en las organizaciones gremiales, en los ámbitos políticos. No solo discutieron en sus ámbitos, hombres y mujeres estudiantes y trabajadores industriales salieron a las calles para manifestar sus descontentos.

Circulaba una cierta idea de porvenir muy extendida entre las/los jóvenes. Había confianza en lo nuevo y malestar con lo viejo. En medio de esa “década frenética” las transformaciones en la vida cotidiana fueron su punto álgido, en particular en la moral sexual. La ampliación de derechos para las mujeres y sus búsquedas por trascender las fronteras impuestas para ellas habían sido tomadas por los feminismos de la Primera Ola. Hacia el final de la década también los planteos de Simone de Beauvoir empezaban a tener mayor recepción. Afirmaba “la mujer no nace sino que deviene” formulando el concepto de ‘género’ como una construcción relacional atravesada por condiciones históricas, sociales, culturales.

El sector estudiantil había aprovechado las posibilidades de participación durante los gobiernos de los primeros años de la década del ’60 (hasta el golpe militar de 1966) ampliando sus búsquedas más allá del ámbito universitario. En esta última fecha un golpe militar instauró una dictadura que se mantuvo en el gobierno durante siete años. La prohibición de canalizar la protesta por las vías  institucionales (sindicatos, centros de estudiantes, partidos políticos) generó una importante radicalización de la conflictividad fundamentalmente en los sectores juveniles estudiantiles y trabajadores.

El Cordobazo en mayo de 1969 evidenció un grado de conflictividad social que fue en aumento. El cierre de los canales de participación a nivel estudiantil, sindical, político generó una radicalización que en algunos nucleamientos políticos se manifestó en la elección de  la vía armada. Frente a este proceso de fuerte conflictividad político social el gobierno autoritario de corte clerical se fue desmoronando. Por los intersticios de ese poder resquebrajado surgieron múltiples novedades en los ámbitos político, cultural, artístico.

Primer nucleamiento feminista

Producto de esa circulación de ideas se crea en la ciudad de Buenos Aires, el primer nucleamiento feminista, la Unión Feminista Argentina (UFA). De este modo la vanguardia organizativa del feminismo la constituyeron las llamadas entonces “feministas puras” en tanto se llamaba “feministas políticas” a las que disputaban al interior de sus partidos la importancia de estas búsquedas. Las fundadoras de UFA eran mujeres de sectores medios acomodados y altos que habían podido acceder a viajes, lecturas, contactos con la cultura y el arte europeo y norteamericano. En este primer colectivo de mujeres circulaban textos emblemáticos para el feminismo como El Segundo Sexo de Simone de Beauvoir.

Paralelamente realizaban un cierto activismo en los espacios públicos. En 1972 surgió otro agrupamiento feminista, autónomo, el Movimiento de Liberación Femenina (MLF). Simultáneamente dentro de algunos partidos de la nueva izquierda surgían también -en el interior de los mismos- nucleamientos de mujeres que se manifestaban feministas y abordaban su militancia desde esta perspectiva.

En el núcleo fundador de UFA estaba María Luisa Bemberg perteneciente a una familia de altos recursos, situación que le permitió viajar, entrevistar a las feministas francesas y norteamericanas y acceder a la lectura de sus textos cuya circulación impulsaba en el ámbito local.

En el marco de este activismo Bemberg realizó su primer film documental “El lugar de la Mujer” (1972). Así lo explicaba en una entrevista con el Diario La Prensa en 1981: “Estas disciplinas creativas [se refiere al cine] fueron el resultado del feminismo que llevo en mi interior y por una obligación de expresar lo que siento”.

Segunda ola

A partir de la exposición Femimundo 72. Exposición Internacional de la Mujer y su mundo, realizada en el predio de la Sociedad Rural, en 1972, Bemberg realizó “El mundo de la Mujer”. Se trata de una construcción irónica que interpela a ese mundo que esta exposición ofrecía a las mujeres.

Con esta intención el film documental comienza con el Catálogo de la exposición:

“Todo lo nuevo que se produce en el país, modas y elegancia, belleza, cosmética, alimentación, artículos del hogar. Femimundo Sociedad Anónima, en base a profundos estudios y experiencias, realiza esta muestra dirigiendo sus intereses y apelando por primera vez al más poderoso factor de consumo de la época actual: la mujer”.

No corresponde acá hacer un análisis de este film. Solo advertir que la realizadora despliega en la narración fílmica la consigna levantada por las feministas de la Segunda Ola, “lo personal es político” a través de imágenes y palabras que muestran la relación entre el mundo privado femenino y las políticas económicas y publicitarias, tal como lo habían leído y discutido en el intenso intercambio con las integrantes de UFA, a través de los grupos de ‘concienciación’ donde intercambiaban en torno a sus experiencias así como con sus colegas estadounidenses y europeas.

El film articula imágenes de la muestra con textos y canciones introducidos por la directora. Se amplifica así con ironía el lugar asignado para las mujeres por el conjunto normativo propuesto por la exposición para ese “poderoso factor de consumo de la época: la mujer” como anuncia su catálogo.

Manequíes con rostros y cuerpos cuidados a la perfección pueden compararse con mujeres que circulan por la Exposición.

Se evidencia así la perversidad de esas representaciones promocionadas  en tanto seguramente generan exigencias e insatisfacción cuando no es posible cumplir con ellas.

La última escena es un rostro femenino notablemente maquillado, con pestañas postizas, peluca con ampuloso peinado, detrás de unos barrotes blancos que remiten a una jaula.

Como puede advertirse este film es profundamente político, en sentido no partidario. María Luisa Bemberg muestra con claridad, ironía y humor los planteos que la UFA había formulado en su manifiesto:
“La MUJER NUEVA no admite seguir siendo una eterna menor de edad, y dice BASTA A LAS DIFERENCIAS …
Este film documental de María Luisa Bemberg, El Mundo de la Mujer (1972) así como otro que realizó en 1978, Juguetes -relativo a la diferente educación que a través de cuentos infantiles y juguetes reciben niñas y niños- fueron claramente producciones de un cine militante feminista. Sin embargo, no han sido considerados como tales sino como ‘trabajos tempranos’ de la realizadora. Las genealogías del cine político no las incluyeron en las formaciones del feminismo artístico probablemente con una lógica residual que consideraba, o considera, a estas producciones como parte de una “lucha menor” frente a la agenda entendida en carácter de “lucha mayor”, como se planeaba más arriba.

Las producciones de Bemberg, siempre focalizando las problemáticas de mujeres y las relaciones jerárquicas de género, fueron consideradas como relevantes en el campo cinematográfico recién en la década del ochenta tanto en Argentina como el ámbito internacional.

Podemos advertir entonces, por un lado las derivas de situaciones críticas que generan intersticios por los que asoman problemáticas hasta entonces poco visibilizadas. En este caso las búsquedas y desafíos de mujeres en la Argentina de 1970/72 en torno a una subordinación de género no elegida. Por otro lado se puede evidenciar también, cómo esas problemáticas encontraron en el lenguaje visual, o audiovisual, la posibilidad de mostrarse más allá de los propios ámbitos de pertenencia de las mujeres involucradas en estos casos.

Lizel Tornay – Instituto de Investigaciones de Estudios de Género – Facultad de Filosofía y Letras – Universidad de Buenos Aires. AAIHMEG.

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