Uruguay se encuentra en una de sus peores crisis hídricas de los últimos 70 años. Ante esta situación, el Gobierno resolvió mezclar los suministros restantes de agua dulce con agua del estuario del Río de la Plata. Esto eleva los niveles de sodio y cloruros en el agua para el consumo humano y altera el sabor de la misma. Esta medida, generó protestas y una preocupación muy grande entre los uruguayos sobre el estado de las reservas.
A pesar de que se prevén lluvias para los próximos días, la situación es preocupante. Para abastecer a la capital uruguaya se necesita que llueva alrededor de 650 mil metros cúbicos por día, una meta imposible. Una de las principales reservas de agua del país vecino, el Paso Severino, está en un mínimo histórico con medidas que no se veían desde 1949.
La escases de agua está generando conflictos y tensión entre los sectores políticos de Uruguay. El presidente del sindicato de trabajadores de la empresa estatal Obras Sanitarias del Estado (OSE), Federico Kreimerman, culpa al estado de esta situación por la falta de inversión en el sector.
Por otro lado, la oposición volvió a poner sobre la mesa el Proyecto Casupá, un plan propuesto por el Gobierno anterior, para elevar las reservas de agua dulce. El oficialismo, sin embargo, se enfoca en la licitación privada de la planta potabilizadora Neptuno.