Buscar a veces cuesta la vida. La cantidad de madres y familiares de víctimas de trata a las que les cuesta la vida es bastante alta porque es uno de los delitos que más interesa ignorar, el tercero que más dinero genera después del narcotráfico y la venta de armas. Este domingo, el nombre de Nidia Aguilera se sumó a la lista de madres que murieron buscando a sus hijas.
Florencia Penacchi era de Neuquén y en 1999 había viajado hasta Buenos Aires para estudiar Ciencias Económicas. Al momento de su desaparición en 2005 tenía 24 años y trabajaba en el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC). Su familia, su madre y su hermano Pedro, sospechan que fue captada en Palermo por proxenetas y puteros como parte de una red de trata para prostitución.
“Su cuerpo y su alma desgarrados, no resistieron la ausencia de su hija Florencia Pennacchi. Desde el 16 de marzo de 2005, día de su desaparición forzada, su vida y la de su entorno viraron al desconcierto y al desasosiego permanentes”, escribió en Facebook Eliana Fernández, su sobrina.
“Los enormes esfuerzos de búsqueda de respuesta a ‘Dónde está Flor???!!!’ fueron socavando su energía vital. Participar en la vida afectiva familiar y social, la rescataban de a ratos. Su notable inteligencia y educación, le permitieron continuar siendo una persona ´casi cuerda´. Acompaño amorosamente a su hijo Pedro, mi primo, en su estado de tristeza”, agregó Eliana junto a fotos de Nidia.
Además, recordó a su tía como alguien "muy inteligente, culta, templada, sensible". También como una "brillante profesional de la medicina", Nidia Aguilera fue una reconocida neuróloga. Trabajó muchos años en el Hospital Castro Rendón y también en el ámbito privado, en un consultorio sobre calle La Rioja.
A partir de la desaparición de Florencia, Nidia se convirtió en activista por los derechos humanos de las mujeres prostituidas. Es decir, en abolicionista de la prostitución. Se movilizó y articuló con otras madres para luchar contra la trata de personas para prostitución.
Lo cierto es que el desgaste físico, emocional y económico que atraviesan las sobrevivientes de prostitución y las madres y familiares que buscan a mujeres desaparecidas es una de las principales problemáticas que denuncian quienes entienden la prostitución como una violencia machista.
El único sospechoso
Al principio, la adicción a la cocaína no fue tomada en cuenta para la investigación, pero con el entrecruzamiento de llamadas telefónicas empezaron a tener en cuenta la situación vulnerable de Florencia. Tenía más de 50 llamadas a un vendedor de drogas que también estaba a cargo del boliche palermitano "Confusión Bailable".
Cuatro de esas llamadas se realizaron el mismo día que desapareció. Incluso, la última vez que se activó el teléfono de Florencia fue a tres cuadras del boliche donde trabajaba ese hombre. Sin embargo, el equipo de investigación no probó su vinculación con la desaparición ni siquiera cuando sus declaraciones resultaron contradictorias. Quedó libre.
“Muchos testigos dijeron haberla visto en distintas situaciones y al principio de la causa atendíamos a todas ellas. Esto causó que perdiéramos demasiado tiempo para llegar a la pistas correctas, el posible secuestro para explotación sexual”, detalló en diálogo con TN, Pedro Penacchi.
La carta que Nidia Aguilera le escribió a Florencia Penacchi hace tres años
Querida hija: hemos llegado a los 15 años de tu desaparición, un pestañar en el universo, demasiado tiempo para las personas que usan cronómetros.
Todos hemos envejecido, yo más que nadie, porque tus sueños truncos son los míos. Desde hace 15 años, esta pregunta: ¿qué paso aquel 16 de marzo a las 3 de la tarde?
No te fuiste, te fueron… nadie abandona su vida de todos los días sin dejar rastros para que la encuentren, nadie se embarca en una aventura que deja un tendal de dolor a sus seres queridos.
Buscamos, recurrimos a la Justicia en la que creíamos. Fue en vano, los que te fueron, esas figuras oscuras no salen a la luz porque justamente son oscuras.
Hablamos de la trata. Con el tiempo se fue confirmando esa sospecha, hemos visto la corrupción enquistada en los poderes que debían velar por nosotros, un Estado ausente, la Justicia ciega y la maldita policía cómplice.
Así las redes se hacen poderosas y cuentan con mejores recursos, que nosotros, ciudadanos de a pie no tenemos.
Entonces surge la palabra impunidad, que construye un muro de negación, de silencioso encubrimiento, porque la estructura que la sostiene tiene implicaciones profundas, en un Estado carente de la función de garante real y simbólico.
Estamos en el siglo XXI, las mujeres no deberían ser ciudadanas de segunda y, sin embargo, cada 29 horas hay un femicidio en la Argentina, y algunas son desaparecidas como vos, que nunca tuviste la oportunidad de visibilizarte, y tantas otras que te acompañan como María Cash, Fernanda Aguirre. ¿Se acuerdan de la niña entrerriana?
Es una necesidad imperiosa de una respuesta impostergable de llevar tu caso y tantos otros a un debate social, comunitario, donde la Justicia y el Estado no deben estar ausentes, que puedan contenerte y ser la luz al final del camino, que hasta ahora transitamos a oscuras.
Hemos madurado. Hay muchas organizaciones sociales que no permiten el silencio de las víctimas: gracias Juan Carr y la Red Solidaria desde la primera hora, Agrupación Irene, Madres de Constitución y en especial a nuestro abogado Gabriel Becker, que mantiene la causa abierta.
Hace dos años que no pude expresarme porque tuve un ACV isquémico con fracaso en el lenguaje, casualmente el 16/3/2018, pero hoy estoy en pie como siempre para reivindicar tu figura y la de todas las otras desaparecidas. Si estuvieras presente, creo por tu generosidad y compromiso agitarías un pañuelo verde, por eso yo lo uso, porque estás presente, siempre.
Nidia Aguilera