Actualmente la Argentina sufre un desequilibrio en su macroeconomía, con diferentes tipos de cambio, una inflación sostenida por encima del 100% interanual y una balanza comercial deficitaria.
Estos tres factores macroeconómicos tienen una relación directa, no sólo con el dólar, sino también con la actividad agroindustrial de nuestro país. ¿Por qué? Porque el campo es el sector que explica más del 70% del ingreso de dólares al país por actividad comercial.
Si el campo no produce, los exportadores no venden al exterior y el Banco Central de la República Argentina (BCRA) no tiene los dólares suficientes para mantener las reservas en el nivel deseado y, mucho menos, para satisfacer la demanda local.
Basta con observar los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) relativos al Intercambio Comercial Argentino (ICA) de abril que con una caída del 29,3% interanual de las exportaciones, el déficit comercial fue de 126 millones de dólares.
Pero si se observa puntualmente la actividad agroindustrial, abril marcó una baja del 55,6% en las ventas al exterior de Productos Primarios y una merma del 29,5% en las exportaciones de las Manufacturas de Origen Agropecuario.
Sequía de dólares
¿Por qué cayeron tanto las ventas del agro? Por la gran sequía, que impactó de manera significativa en la producción de granos de la Argentina, sobre todo, en los tres principales commodities agrícolas.
Sumando trigo, maíz y soja, la campaña agrícola argentina 2022/23 ya acumula pérdidas productivas por más de 47,7 MTn, con la salvedad que aún resta cosechar más del 20% de la superficie apta de soja y más del 73% de la del maíz, donde no se descarta nuevos recortes.
¿Y a mi qué? Este daño productivo, traducido en dinero, significa una pérdida neta para la Argentina de casi 20.000 millones de dólares (3% del PBI), una caída en el ingreso de dólares al país por más de 14.000 millones de dólares y una merma en la recaudación tributaria superior a los 6.000 millones de dólares.
Simple. Menos dinero circulando en la Argentina, menos trabajo, menos dólares en el Banco Central y menos dinero en las arcas del Estado. Sin contar que esto además genera un problema para cubrir la demanda local de dólares, sean para importar bienes intermedios o finales, para vacaciones o para ahorro.
Macroeconomía 2024
Dejando las promesas de los políticos para las elecciones presidenciales de este año, quien realmente definirá la suerte macroeconómica del nuevo Gobierno será sin lugar a dudas la campaña del trigo 2023/2024.
¿Por qué? Porque mañana se abre la ventana óptima se siembra del trigo, un ícono nacional que coincide nada más y nada menos con el 25 de Mayo, y será el cereal quien aporte los dólares necesarios para salir de la crisis macroeconómica del país de cara al 2024.
El período comercial del trigo se abre con la cosecha, es decir en épocas donde el nuevo Gobierno estará asumiendo las riendas del país y, dependiendo de la producción que se consiga, contará o no con los dólares necesarios para llevar adelante distintas políticas económicas.
Cabe recordar que la en el inicio de la campaña anterior de trigo (2022/23)se proyectaba una producción nacional de 20,5 millones de toneladas, pero sólo se pudo cosechar 12,4 MTn, un caída del 54% (-9,4 MTn).
El partido arranca mañana
Si bien las proyecciones de siembra de trigo nacional de esta campaña son buenas (6,3 millones de hectáreas, +3% interanual) y más aun las expectativas de producción (18 millones de toneladas, +45% interanual), lo cierto es que esta realidad o ficción la definirá las lluvias que se den próximamente.
Por eso, el partido macroeconómico del 2024 no arranca con las elecciones presidenciales, sino que el pitazo inicial es mañana, cuando se mueva la primera sembradora en el campo argentino.
Si en los próximos siete días las precipitaciones son abundantes, como así lo señalan los pronósticos, se podrá recomponer la humedad en el suelo y así impulsar la siembra de trigo. Por el contrario, si las estimaciones climáticas no cumplen con las expectativas agrícolas, el cereal arrancará una nueva campaña con el pie torcido.
Son sólo sietes días, pero son los días que definirán la carga de la SUBE en 2024; cuánto sale el kilo de polenta o el de asado; si las vacaciones van a ser unas merecidas de 15 días o una escapadita de fin de semana largo; y si la billetera da para alquilar, comprar o vender.