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Columnistas

La “CFK comentarista” de Kulfas, el “miedo a devaluar” según Remes y la ‘inflación 678’

Las lecciones que deja el fallido experimento del Frente de Todos y qué se puede aprender hacia un modelo de crecimiento peronista con mirada de futuro. El rol fundamental de la política en momentos de sincerar variables y desactivar bombas económicas. Estos son los temas de dos libros que acaban de salir en plena corrida cambiaria con aceleración de la inflación antes de una transición electoral con más dudas que certezas. 

Se trata de “El peronismo del siglo XXI”, del ex colaborador de Alberto Fernández, Matías Kulfas, y de “115 días para desarmar la bomba”, de Jorge Remes Lenicov, ex ministro de Economía de la gestión de Eduardo Duhalde en 2002.

La inflación estará consolidando un tramo 678 cuando termine el mes, tras el 6,1% en enero y el 6,6% de febrero, se disparó al 7,7% en marzo y muy posiblemente roce o pase el 8% en abril. Más allá del chiste con el icónico programa de televisión propagandista que se emitió hasta 2015, se trata de niveles que anualizados te ponen en una velocidad de 140% anual.

El 140, justamente, aparece como el nuevo número de lo que los economistas llaman la nominalidad de las variables. Es decir, el movimiento “natural” al que se empieza a ajustar todo. Esta semana el Tesoro refinanció deuda a una tasa de más del 135% y el Banco Central aumentó el rendimiento de los plazos fijos a un interés compuesto de 141% al término de un año. 

Todo, mientras el dólar paralelo de las cuevas coqueteeó con los $500, lo que hubiera sido una actualización de un saque por la inflación del trimestre para un precio que estaba quieto hacía mil, pero que al mismo tiempo al ocurrir de golpe sacudió al Gobierno. El ministro de Economía, Sergio Massa, terminó tomando “medidas desesperadas” para contenerlo, como escribió la agencia Bloomberg en una nota sobre que aumentaron las chances de una “messy devaluation” en la Argentina, que no es una devaluación referida al campeón del mundo Leo Messi, sino un salto desordenado del tipo de cambio.

En ese contexto en el que el indexa más tarde sus ingresos se empobrece más que otros; cuando se va imponiendo la expresión “andar con la SUBE en rojo” entre los sectores populares; y mientras la canasta básica de alimentos para no ser indigentes trepa al 9% mensual, nos damos un lujo en Diario Con Vos

Nos asomamos a la cornisa en la que estamos con estos dos libros que a un precio de entre 6 y 8 lucas cada uno están saliendo a la calle, con el foco puesto en qué falló en este gobierno y en qué aprender hacia delante de una gestión en una situación límite. O sea, con esta nota, te ahorrás cerca de 15 lucas si querés tener una idea de qué van para tirar en un medio de comunicación o en una charla de sobremesa. Porque no tendremos soluciones, pero nos sobran textos para entender el caos actual y alguito del que está por venir.

“Cristina eligió comentar con lejanía”

El ex ministro de Desarrollo Productivo de esta administración irrumpe con otro libro llamado a generar enojo en el kirchnerismo con el que ha convivido en proyectos de gobierno en varias oportunidades. Si su anterior “Los tres kirchnerismos” siempre lo puso entre ceja y ceja de la vicepresidenta Cristina Kirchner por las críticas sobre todo a la gestión económica de sus dos mandatos, con esta obra posiblemente ocurra otro tanto.

La idea de Fernández se parecía más a la conformación de una suerte de ‘peronismo a la uruguaya’, emulando la construcción política del Frente Amplio.

Matías Kulfas, exministro de Desarrollo Productivo

En el libro, Kulfas primero describe con cierto pesar que el Presidente “nunca intentó disputar abiertamente el liderazgo de Cristina” y puntualiza que “se negó sistemáticamente a generar una estructura política y territorial alternativa”. Dice que “cedió los espacios de gobierno de mayor vínculo territorial (Anses y Pami) a dirigentes ligados a CFK y Máximo Kirchner” y subraya que “la idea de Fernández se parecía más a la conformación de una suerte de ‘peronismo a la uruguaya’, emulando la construcción política del Frente Amplio”. La descripción la hace tras enfatizar que al peronismo siempre le ha costado “consolidar estructuras colectivas de ejercicio del poder”.

Pero el corazón de la crítica es para la líder del espacio. El ex ministro recuerda que en el video en el que designó a Alberto ella había dicho: “Ya no se trata de volver al pasado ni de repetir lo que hicimos de 2003 a 2015”, en un análisis en el que aseguraba que “el mundo había cambiado”. Pero, remarca Kulfas, Cristina “rápidamente volvió a una narrativa autorreferencial en la que 2015 parecía ser el momento de máxima felicidad popular y la mejor distribución del ingreso, omitiendo que, en ese mundo feliz, muchos de los supuestos beneficiarios de aquel modelo votaron a Macri”. Y agrega: “La falta de mirada autocrítica volvía al centro de la escena”.

Tras un repaso de críticas al rol de funcionarios y legisladores del riñón K en el área energética y en el Congreso con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el economista afirma que la actitud política de ese sector de la coalición parecía “más asociada a la conservación del capital simbólico acumulado en el período 2003-2015 que a comprometer esfuerzos para la gestión de una situación de crisis”. 

Y le termina diciendo “comentarista” a la propia dos veces presidenta. “Cristina eligió comentar la situación con una sorpresiva lejanía y ajenidad, sin más propuesta que la de hacer referencia a lo hecho durante su propio gobierno, bajo circunstancias locales e internacionales completamente diferentes y omitiendo las numerosas falencias que su propia acción de gobierno había generado”.   

Por fuera de las internas -donde resalta la ausencia de referencias del autor al episodio que derivó en su salida del Gobierno tras una denuncia de corrupción que la Justicia desestimó en dos minutos- hay consideraciones interesantes sobre cómo el peronismo o el centro izquierda o algo así debería pensar en un modelo de crecimiento sostenible. Kulfas subraya cinco preceptos macroeconómicos que podrían explicar varios de los debates del Frente de Todos:

  • evitar atrasar el tipo de cambio;
  • promover un salto exportador;
  • mantener equilibrio fiscal con políticas fiscales contracíclicas cuando haga falta;
  • coherencia y responsabilidad en la política monetaria;
  • regulación financiera para generar rendimientos moderadamente positivos para las colocaciones en moneda nacional;

Por último en este resumen, Kulfas detalla que debe haber una nueva mirada sobre la idea de industrialización del país. Asegura que no hay que quedar preso de “la vieja sustitución de importaciones, que poco responde a este mundo de complejas interrelaciones y actualizaciones tecnológicas”. Da un ejemplo: “¿Se puede fabricar indumentaria de calidad y precios competitivos en la Argentina?” “Sí, pero seguramente no toda la que los consumidores demanden”.

En ese marco, se pelea con el prejuicio del ala más dura del kirchnerismo respecto de las empresas tecnológicas, tipo Mercado Libre. Menciona como una falencia de este segmento el “seguir pensando el mundo del trabajo con los criterios del empleo asalariado del siglo XX, lo cual termina dando la espalda a nuevas modalidades de creación de valor”. “Bajo estos preceptos, las grandes empresas de software y servicios informáticos no son los grandes creadores de empleo que han sido en los últimos años (...) sino una suerte de instituciones precarizadoras y perseguidoras de rentas”. 

“Hay un terror enorme a devaluar”

Cada vez que arranca un gobierno, entre los que se postulan para ocupar el ministerio de Economía, aparece una posibilidad que asusta: “ser un Remes”. Es decir, tener el rol que tuvo Jorge Remes Lenicov cuando estuvo en el Palacio de Hacienda tras el estallido de 2001. Luego de que la asamblea legislativa designó a Duhalde como presidente, Remes se encargó de tomar decisiones antipáticas que le costaron el cargo, pero que le permitieron a su sucesor, Roberto Lavagna, poder cosechar una recuperación económica. 

Duhalde, quien había sido su jefe como gobernador bonaerense cuando ocupó la cartera económica provincial, lo llamó el 30 de diciembre y le propuso el cargo. Aceptó inmediatamente.

Remes se encargó de tomar decisiones antipáticas que le costaron el cargo, pero que le permitieron a su sucesor, Roberto Lavagna, poder cosechar una recuperación económica. 

Más allá de los detalles que relata en el libro sobre los matetes que habían emergido del fin de la convertibilidad en materia de imposibilidad de acceder a los depósitos, descalce de monedas de los bancos, interrupción de los contratos y relación financiera con las provincias, todo en medio de una recesión que llevaba al menos dos años, lo que puede ser de más interés para la situación actual y eventualmente para un nuevo gobierno que tenga también que enfrentar un “tic tac” de dólar y precios, son las consideraciones consideraciones políticas que hace Remes.

Primero, todo el tiempo el entonces ministro resalta la cohesión con el jefe de Estado y el poder e independencia que tenía para tomar decisiones. Cuenta que la ventaja central era que se conocían desde que habían sido parte de la administración de la provincia de Buenos Aires. Cuando agarró aquél cargo, en 1991, Remes dice que le puso tres condiciones a Duhalde. “Los equipos los elijo yo”. Mirá si lo hubiera sabido Martín Guzmán, se hubiera ahorrado mil dolores de cabeza. “Voy a trabajar todo el día pero al mediodía voy a casa a comer y dormir media hora de siesta”. Espectacular. “No voy a actos políticos, porque un ministro de Economía no puede ir, porque todos te piden plata de parado, y yo siempre la plata la discuto en mi despacho”.

Remes recuerda que siempre que trabajó con Duhalde en la Provincia tuvo total independencia y que hasta habían llegado a una fórmula para que nadie se le metiera en los presupuestos. Los sobrevolaban en una reunión de gabinete “y a otra cosa”. “Por eso no dudé en aceptar el cargo cuando me llamó”.

Pero en realidad, la clave de la experiencia de tener que tomar medidas en situaciones límite fue el respaldo político con el que contaban, básicamente, por el entendimiento que había entre Duhalde y Raúl Alfonsín. Al día siguiente de aquél llamado, Remes fue al departamento del flamante mandatario en Lomas de Zamora, donde mantuvo justamente un encuentro con Alfonsín y con Juan Sourrouille (N. del R.: quien había sido su ministro de Economía), en el que justamente Duhalde le dice: ‘Jorge, ¿por qué no les explicás a Raul y a Juan lo que pensás hacer?’. Entonces les cuento que vamos a salir de la convertibilidad, que vamos a tomar precauciones para evitar una salida explosiva del corralito, que vamos a devaluar, a comenzar con un tipo de cambio fijo al principio para tantear el mercado para ver qué reacción hay. Al terminar, Alfonsín le dice a Sourrouille: ‘Juan, ¿usted qué opina?’ ‘Que me parece muy bien, presidente’, le contestó (seguía llamándolo ‘presidente’)”.

Queda claro que a crisis muy duras, acuerdos políticos sólidos. ¿Cuánto de eso habrá en los próximos meses en la actual dirigencia? También Remes se pronuncia en el libro sobre una disyuntiva que siempre vuelve: ¿shock o gradualismo? “Cuando la situación crítica es integral y se necesita hacer un cambio de los precios relativos muy fuerte para evitar que se espiralice la inflación, el shock es el único camino”, escribe el ex ministro, que lo justifica con una metáfora médica: “Muchos dicen que si se aplican medidas de shock ‘se muere el paciente’, pero según cómo se realicen es todo lo contrario: si se ejecuta rápido y bien lo que se debe hacer, ‘el paciente resucita’”.

Por último, es interesante (y muy actual) una referencia de Remes sobre el miedo de la política a devaluar. “Basta mirar la historia reciente de nuestro país y la propia actualidad para comprobar que hay un terror enorme a devaluar o, mejor dicho, a una gran devaluación. ¿Por qué? Porque para que sea exitosa se tienen que congelar los otros precios relativos (salarios y tarifas) y tener un férreo control del gasto público y la emisión”. 

Son máximas que tranquilamente pueden resonar en los funcionarios que hoy negocian más plata con el FMI y reciben pedidos de aumentar el dólar oficial de una vez. “Si se devalúa en el vacío, sin tomar otras medidas, se termina aumentando la inflación, como vimos que ocurrió en anteriores gobiernos y también en el actual”.

A propósito, una anécdota que cuenta sobre una negociación con líderes sindicales puede anticipar las tensiones para cuando eventualmente (ahora o tras el cambio de gobierno) haya un plan de estabilización que incluya devaluación y congelamientos. “Claro que esto no les gusta o no lo entienden aquellos que se sienten perjudicados (...) y entonces surgen presiones”, explica. Recuerda que lo fue a ver un día Rodolfo Daer, secretario general de la CGT. “Le expliqué: ‘mirá Rodolfo, vos tenés dos opciones. Ser el Lorenzo Miguel del 75, cuando era ministro Celestino Rodrigo, que reclamó aumentos salariales de igual magnitud que la devaluación y ya sabemos cómo terminó; o nos esperan y yo te puedo asegurar que en cinco o seis meses esto se revierte. Ahora busquemos la manera de que no aumente el desempleo y que no haya conflictos. Y lo aceptó.”

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