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Columnistas

Estas piernitas me tienen que salvar

Me acuerdo de que mi papá me contaba que mientras me bañaba en una palangana de plástico, me frotaba las piernas y repetía:
-Estas piernitas me tienen que salvar, estas piernitas me tienen que salvar…

Me acuerdo de que, a modo de chiste o anécdota, lo contó – y tal vez lo cuenta – infinidad de veces.
Me acuerdo de haberlo escuchado desde muy chico. Y hasta cuando era un hombre bastante crecidito.
Me acuerdo con nitidez: estas piernitas me tienen que salvar, estas piernitas me tienen que salvar…

Y hacerse cargo de uno mismo es ser el responsable de nuestro propio destino. No podemos elegir dónde nacer ni bajo qué circunstancias, pero podemos elegir nuestro camino. Diría que esa es nuestra obligación y compromiso con nuestro yo más esencial.

La única cosa que tenía que salvar era mi propio destino. Tenía muchos sueños por cumplir además de el de futbolista profesional. Los sueños nos pertenecen y tienen una fuerza brutal. Sí, mas de un sueño tenemos. Solo hay que abrirse al universo para saber qué es que nos late tan fuerte y no podemos detener.

Entendí que vivimos y venimos programados desde chicos cumpliendo patrones y creencias que en verdad no nos pertenecen del todo. Y mientras no nos hacemos cargo vivimos para cumplir los sueños de otros.

Y es una mierda, sí.

Me acuerdo de que hace un tiempo aprendí que el lenguaje no es inocente.
El lenguaje crea realidades. Así de potente es nuestra mente, así que te recomiendo que elijas las palabras con suma atención. El mito griego de Pigmalión habla de esto. Pigmalión era un escultor de la isla de Chipre que se enamoró de la estatua que había creado con un amor tan profundo que la diosa Afrodita lo premió dándole vida a la figura de mármol. Las palabras crean realidades: el hecho de que otras personas te vean como alguien capaz de hacer algo mejora las posibilidades de que lo hagas. Una maestra, por ejemplo, que le dice a un alumno que baila bien, contribuye notablemente a que ese alumno que quizás tenía una valoración baja de su performance como bailarin, se predisponga a bailar, lo disfrute y le salga efectivamente bien. Ojo, que eso también funciona a la inversa.

Creas lo que crees. Cambiar el "debo" por el "quiero" es una operación que excede en mucho a un cambio de palabras.

Pero como ya saben, también aprendí a perdonar-me. A soltar los conflictos que no eran míos. Y eso me ayudó a desprogramarme. A dejar de sentir la obligación de que mis piernitas tenían que salvar a alguien.

Mucho tiempo habré creído que esas piernitas tenían que salvar vaya a saber a quien o quienes.

Entonces estas piernitas siguieron su viaje. Dejaron de escuchar afuera y sólo escucharon lo que me pasaba adentro. En el corazón.

Hay una frase de Steve Jobs que quiero regalarte para aquellos momentos de dudas. Para cuando las voces de tanta gente te haga sentir perturbado o perturbada. Y es la siguiente:

“Tu tiempo es limitado, no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. Eso es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu voz interior. Ten el coraje para seguir a tu corazón y tu intuición. Ellos saben de algún modo en qué quieres convertirte”

Entonces te invito a que vayas por tus sueños ya que estos tienen una potencia enorme y generan una energía superlativa relacionada a la  ambición. La ambición de vivir. Y para vivir hay que soñar con todo nuestro corazón.

Me acuerdo que aprendí que si abandonamos los sueños, abandonamos la vida.

Yo decidí seguir a mi corazón.

¿Y vos?