La Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que 1 de cada 100 niños está en el Espectro Autista. En 2007 instituyó el 02 de abril como el Día de la Concientización sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA). El lema conmemorativo de esta año es "por un mundo neuroinclusivo para todos".
Llegar a un diagnóstico es difícil y en general, las dificultades en la comunicación con sus hijos lleva a los padres a dirigirse a consultas entre los 3 y los 5 años. Al diagnóstico completo se llega después de una "evaluación multidisciplinaria a cargo de equipos con experiencia en niños con desafíos del desarrollo", informa el Instituto Fleni desde un comunicado.
La evaluación integral se realiza a través de una serie de pruebas que tienen en cuenta el lenguaje, la comunicación, el nivel madurativo, las habilidades sociales, el perfil sensorial, las emociones y la conducta, agrega en el comunicado.
Cada evaluación arroja resultados personales e indica los caminos individuales según la necesidad de cada persona, "no todos los chicos del espectro autista necesitan las mismas cosas y tampoco hay un tratamiento único y estandarizado para ellos", agrega Silvia Panghini, jefa del Sector de Psiquiatría Infantil de Fleni.
Entre los factores determinantes están las condiciones ambientales y la información genética, según la comunidad científica. En las aulas, es esencial que la familia y los equipos terapéuticos estén comunicados con los docentes y los directivos de las escuelas para familiarizarlos con las características específicas de cada infante, sus preferencias y desafíos.
Así se logra posibilitar un intercambio consciente y respetuoso entre los compañeros y las infancias diagnosticadas, para facilitar la convivencia y el aprendizaje conjunto.
Niñas, mujeres y TEA
En las niñas, la posibilidad de diagnóstico se torna más intrincada, "parece existir un sesgo de género en el diagnóstico, lo que significa que las niñas que cumplen con los criterios de TEA corren un riesgo desproporcionado de no recibir un diagnóstico clínico", afirman Rachel Loomes, Laura Hull y William Polmear Locke Mandy en un estudio publicado en 2017 en la revista de la Academia Estadounidense de Psiquiatría de los Niños y Adolescentes.
Al sesgo de género a la hora de diagnosticar se le suma, según la psicóloga Romina Vitale, que "las mujeres estamos acostumbradas a sobreadaptarnos porque vivimos en un paradigma patriarcal, solemos poner nuestros deseos y necesidades en segundo plano, tiene que ver con algo sociocultural. Por eso, los mecanismos de ocultamiento de los síntomas de las mujeres son muy buenos", en diálogo con Clarín.
El 'masking' o enmascaramiento es una estrategia de compensación que oculta los síntomas para minimizarlos, estrategia que las mujeres están acostumbradas a reproducir a la hora de encontrarse en interacciones sociales que podrían mostrarlas como "alborotadoras", "ruidosas", "molestas" o poco estéticamente bellas.
"Muchísimas mujeres, que han pasado bajo el radar durante la niñez, en su vida adulta reciben el diagnóstico. Mujeres de todas las edades, incluso de 70 años con toda una vida ya transitada" reciben el diagnóstico tardíamente, dice Alexia Ratazzi, psiquiatra infantojuvenil y directora ejecutiva del Programa Argentino para Niños, Adolescentes y Adultos con Condición del Espectro Autista (PANAACEA).