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Política

Sigue el megaverso: el GCBA quiere poner 51 millones de pesos en el "metaverso"

El mercado de futuros es una parte fundamental del mercado financiero, y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, encabezado por Horacio Rodríguez Larreta, uno de los principales clientes. Y no hablo de commodities, sino de futuros posta, ese cacho de tiempo que viene después del presente. Hay muchos chantas metidos ahí, entre ellos los diseñadores de Decentraland, un metaverso donde el GCBA ya hundió más de 12 millones de pesos para producir una versión 3D horrible del Teatro Colón, que no va a visitar nadie. Pero el gobierno de Larreta, y su Subsecretaría de Experiencia Digital, quiere ir más allá: están ofreciendo 51 millones de pesos para producir otros "tres espacios" (sin identificar cuales) de la Ciudad en el metaverso.

Para entender un poco mejor de que se trata todo esto, hay que hablar un rato sobre qué es el metaverso, ese espacio virtual a donde algunos quieren que mudemos buena parte de nuestra vida. La idea nació a partir de la novela de ciencia ficción Snow Crash, de Neal Stephenson, publicada en 1992. Allí, el metaverso es un mundo virtual, 3D, donde los personajes interactúan, luchan y viven. De ese texto fue de donde muchas personas sacaron la idea de diseñar otro mundo, paralelo y virtual, con menos límites que la realidad, donde las personas puedan, o deban, vivir (por alguna razón, estas personas olvidaron que el texto de Stephenson se parece más a una distopía que a otra cosa). Otra referencia útil son las películas de Matrix, dirigidas por las hermanas Wachowsky. Allí, cada ser humano tiene su avatar en un mundo virtual, donde pasan sus vidas mientras las máquinas se alimentan de ellos.

Armados con esas ideas, programadores e inversionistas diseñaron una multitud de metaversos, mundos 3D a los que escapar y donde interactuar con otros humanos. Uno de los primeros fue Second Life, una página nacida en el 2003, que tuvo un fugaz brillo entre el 2008 y el 2011 para vaciarse, poco después, de usuarios e interés. Meta, la página dueña de Facebook, ya gastó alrededor 15 mil millones de dólares en crear un metaverso propio, y hay quienes consideran metaversos a las páginas de Minecraft o Roblox. La verdad es que las definiciones son tantas y tan distintas que es difícil, a veces, diferenciar qué partes de la web son metaversos y cuales no.

La idea del Metaverso, como lugar unificado a donde se pueda vivir, trabajar, hacer negocios y encontrarse con amigos, aún está lejos de hacerse realidad. En todo caso, lo que hay es un montón de mundos virtuales en 3D, algunos más mediocres que otros, sin relación entre ellos, y con un público muy acotado (Decentraland, donde pusieron al Colón, tiene, como mucho, 8.000 usuarios diarios). Sin embargo, el Gobierno de la Ciudad decide que estar ahí es fundamental para Buenos Aires.

Con ese objetivo, aprobaron un presupuesto de más de 50 millones de pesos para integrar a otros tres espacios de la Ciudad al metaverso, aunque no especificaron a cuál. De acuerdo a la licitación, el adjudicatario tendrá que "desarrollar representaciones digitales en un Metaverso, de tres lugares emblemáticos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a definir por el organismo contratante, un establecimiento educativo, un anfiteatro para charlas y cursos masivos, con moderador, una sala para reuniones".

El fantástico Colón del Metaverso, realista, inmersivo, atractivo y completo.

La idea es conseguir una "experiencia inmersiva, realista, atractiva y completa, sin necesidad de utilización de dispositivos de realidad virtual", para que los porteños y personas de otros lugares puedan "comunicarse, relacionarse e interactuar en dichos entornos y, asimismo, tengan la posibilidad de explorar, conocer y recorrer determinados lugares emblemáticos, y disfrutar de contenido especialmente seleccionado a tales fines, donde su eje principal sea la educación".

Por supuesto, es completamente imposible que el equipo que elija Lucas Guillermo Daniel Caceres, el subsecretario de Experiencia Digital, no consiga los objetivos planteados por el gobierno. Como se vio con el Teatro Colón, la capacidad de meter verso de ese organismo del estado no conoce límites, y su intervención el mercado de futuros no conoce errores.

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