La industria de calzado cerró el año 2022 con un récord en producción. Superó así los 125 millones de pares elaborados en 2015, pero al mismo tiempo enfrenta dos “cuellos de botella” derivados tanto de los vaivenes de la actividad en las últimas décadas y su efecto en la capacitación de la mano de obra, como de los inconvenientes en la provisión de insumos locales y del exterior. En la sede del Fondo de Garantías Bonaerenses (FOGABA) se realizó la reunión para debatir el proyecto de una Ley Nacional de Promoción de la Industria del Calzado, previa a su ingreso a la Cámara.
Augusto Costa, ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires, habló sobre la mecánica de la ley. Dijo que la norma buscará consolidar al mismo tiempo el mercado local y generar herramientas efectivas para la inversión productiva. “El objetivo es tener calzados con valor agregado nacional que lleguen a precios adecuados a la población, pero que al mismo tiempo sean competitivos para exportar”, dijo Costa.
Qué se dijo acerca de la ley
El secretario de Industria y Desarrollo Productivo de la República Argentina, José Ignacio de Mendiguren, ya había respaldado en febrero el borrador sobre el proyecto de ley. El secretario tuiteó, e hizo referencia como caso testigo, la historia de Bicontinentar, llamada Paquetá antes de su cierre. “En 2018 esta pyme cerró. En 2021 volvió a abrir. Hoy (haciendo alusión al año 2023) ya tiene 11 líneas de producción y 550 personas trabajando. No es casualidad. Es el modelo”, publicó en redes sociales.
Respecto a eso, Juan Recce, CEO de Bicontinentar, dijo que Argentina cuenta con los dos extremos de la cadena de valor de la industria del calzado. “Tiene las materias primas, como los hilados, fibras y polímeros de la industria petrolera. También cuenta con los bienes de capital y mano de obra calificada para la producción de calzados de moda y deportivos de altas prestaciones tecnológicas. A pesar de eso, no tiene los proveedores de bienes intermedios nacionales que le agreguen el valor necesario a las materias primas para transformarlos en insumos con escalas, costes y prestaciones tecnológicas necesarias para asegurar la autonomía productiva de nuestra industria”, dijo Recce.
Esta iniciativa, que es apoyada en estadísticas, salda una vieja discusión sobre los beneficios de la importación o producción nacional. Para los impulsores, no se trata de abrir o cerrar, sino de generar las condiciones para convertir a Argentina en un “jugador” internacional en este mercado, aprovechando todas las oportunidades que existen para explotar este recurso.
