Cientos de miles de trabajadores franceses salieron a las calles este jueves en una nueva demostración de ira contra el presidente Emmanuel Macron y su reforma del sistema previsional francés. Las protestas tomaron un cariz violento en París y otras ciudades, en una serie de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad que no parece terminar. Más de 120 policías y gendarmes fueron heridos este jueves, que también contó con 80 personas detenidas, según informó Gérald Darmanin, el ministro de Interior de Francia.
En el noveno día de protestas, tanto los trenes como el transporte aéreo sufrió disrupciones por huelgas obreras, mientras los docentes de todo el país abandonaban sus puestos de trabajo. Las distintas coordinadoras sindicales llamaron a paros en contra del aumento de dos años a la edad jubilatoria que el gobierno aprobó sin que pase por la Asamblea Nacional.
Las manifestaciones en Paris fueron, en términos generales, pacíficas, aunque pequeños grupos del "Black Bloc", en general identificados con el anarquismo, rompieron ventanas de negocios, destruyeron bienes del estado y saquearon un McDonalds. Los enfrentamientos se produjeron, sobre todo, entre la policía y estos manifestantes, dejando un saldo de 123 policías heridos y 80 personas detenidas.
Los sindicatos advirtieron que, si el gobierno no escucha la voz de la gente en la calle, las movilizaciones podrían tornarse más violentas. Además, las organizaciones de los trabajadores llamaron a acciones regionales durante el fin de semana y una nueva huelga nacional con movilización para el 28 de marzo, el día que el rey de Inglaterra, Carlos III, viajará de Bordeaux a París en tren.
Según el Ministerio de Interior, las manifestaciones de este jueves reunieron a poco más de un millón de personas. Según los números de la CGT, la confederación sindical francesa de izquierda, los manifestantes fueron 3,5 millones de personas en todo el país.