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Tecnología

La tecnología entre guerras y disputas

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Hace un año, el 24 de febrero de 2022, la invasión de Rusia a Ucrania sacudía al mundo. La guerra volvía a Europa en un formato que asustaba a los poderes establecidos.

Como si hubiera invasiones de clase A, e invasiones clase B. Guerras clase A y guerras clase B, muertos clase A y muertos clase B, C, D, E… El mundo occidental rápidamente olvidó la invasión a Irak llevada a cabo bajo el falso pretexto del desarrollo y tenencia de supuestas armas químicas.

Hubo invasiones en África que directamente ni aparecen en las noticias

La limpieza étnica a detener en Kososvo y en el Dombás respectivamente, fueron los motivos de los bombardeos a Serbia en 1999 y de la Invasión de Rusia a Ucrania en 2022. No obstante, todo queda inmerso en una construcción de sentido donde la voz cantante la llevan EE.UU. y la OTAN y nadie llama a la paz.

Pero volvamos a las guerras y disputas que estamos viviendo en el último tiempo. Cambió el paradigma de la globalización imperante que se instaló a finales del siglo XX, luego de la caída la Unión Soviética. Parecía que asistíamos a un mundo unipolar inconmovible. Donde la globalización sería para siempre. Pero los movimientos subterráneos estaban surgiendo.

Las sanciones de EE.UU. a empresas chinas como Huawei, daban cuenta de ello. Retirarles el sistema operativo Android a los smartphones de la empresa china líder en tecnología y poner presa a una de sus principales directivas en Canadá, eran avisos de lo que se venía.

Llegó la pandemia

La Pandemia del virus COVID- 19 hizo lo suyo. Le pegó de lleno a la globalización. Muchísima gente que se tuvo que quedar en sus países, miles y miles de vuelos se cancelaron de las empresas aéreas, los barcos se quedaron quietos, todo como en una foto, una foto que duro meses. Cambiaron los precios de los fletes, de los intercambios comerciales. De repente hubo una crisis de suministros. De uno muy particular: los chips, los circuitos integrados que mayoritariamente se fabricaban en Taiwan, China y Corea del Sur.  

Esto trabó la producción entre otras manufacturas, de automóviles y utilitarios, que hace tiempo funcionan con cientos de chips en su interior,  para sus sistemas electrónicos. La falta de computadoras por los chips, pero también por una repentina necesidad de multiplicar las videollamadas y las comunicaciones virtuales, a causa del aislamiento que se iba imponiendo como fichas de dominó que caen en secuencia en la gran mayoría de los países del mundo, disparó y retroalimento ese faltante de circuitos integrados o chips.

Eso hizo que se multipliquen en 2022 las inversiones en EE.UU., México, Alemania, Japón para desarrollar nuevas plantas de producción de chips.

Esto desnudó la batalla principal, que se potenció y tiene también que ver con la Invasión de Rusia a Ucrania. Es la disputa de EE.UU con China que no se alineó con la OTAN para respaldar la militarización de Ucrania. Luego de las sanciones por parte de Europa y EE.UU. a Rusia, el gran beneficiado fue China que consiguió comprar la energía y el petróleo baratos que antes iba a Alemania y otros países europeos.

No obstante ello, China tuvo sus dificultades, por los aislamientos estrictos y su sistema de control que muchas veces terminó generando descontentos y trabando su economía.

China, que viene desarrollando una carrera tecnológica destacable, desarrolló sus propias aplicaciones, sus propias patentes. Viene avanzando en la “carrera espacial”, que se reactivó en la última década, no sólo con EE.UU. como Estado sino con el protagonismo de empresas como las de Elon Musk (Space X) y Jeff Bezos (Blue Origin). Que surgieron con una importante ayuda estatal pero que hoy disputan con sus intereses y sus negocios, la propia carrera espacial de EE.UU. como nación.

En el terreno de la computación cuántica hay una batalla presente entre EE.UU. y China que próximamente saldrá a la luz. Quién sabe si será el capítulo que viene.

Hoy es el momento de la Inteligencia Artificial. Que asomó a la superficie con ChatGPT, pero que desnuda la disputa dentro de la batalla. Como una muñeca rusa de disputas y batallas.

Primero la pelea entre las Big Tech’s, o grandes tecnológicas

OpenAI irrumpió con ChatGPT, con la mano inversora de Microsoft que rápidamente presentó al buscador Bing que salía darle la pelea a Google, y al explorador Edge, que hacía surgir Microsoft como un homenaje a su difunto Internet Explorer. Esto último lo hizo un día antes que Google presentará su herramienta de Inteligencia Artificial Bard. Digamos que Microsoft y OpenAI hicieron gran bardo.

El fondo de esta discusión es desembarcar en un nuevo hito de las comunicaciones. El primero fue Internet, el segundo los teléfonos inteligentes y con ellos la explosión de las redes sociales con la internet móvil y el tercer gran momento, la inteligencia artificial para el desarrollo de textos e imágenes de libre acceso, con ChatGPT, Dall-e o Stable Diffusion.

En este camino la disyuntiva es si salen al público masivo, implementaciones completamente probadas y resguardando de manera segura todo tipo de responsabilidad (modelo Google) o si salen a probarse sin que estén completamente finalizadas buscando abastecerse y retroalimentarse de la participación de millones de usuarias y usuarios (Modelo Microsoft-OpenAI). En el gran hiato anterior, el de los Smartphones, Microsoft había quedado relegado ante los grandes sistemas operativos para móviles, Android (Google) y IOS (Apple). 

Otro segmento está por el lado de las redes sociales, donde un millonario como Elon Musk quiere entrar comprando llave en mano a Twitter y generando conflicto con sus trabajadores y trabajadoras y con sus usuarios. Poniendo una distinción entre versiones gratis y versiones Premium pagas. En las redes y aplicaciones la disputa es con META (Facebook) que viene creciendo de la mano de su tridente ofensivo Facebook, Instagram y Whatsapp, pero que visitó aguas pantanosas a la hora de desarrollar el Metaverso, lo cual le viene haciendo perder cientos de millones de dólares día tras día. Mark Zuckerberg también viene recibiendo denuncias de manejo por parte de sus redes sociales en cuanto a los sesgos que van imponiendo como influenciando a niñes y adolescentes, la dependencia a la que vienen sometiendo a millones de personas como también su manipulación en los procesos electorales (Cambridge Analítica).

Con ese precedente nos asomamos a la madre de las disquisiciones que tenemos que tener muy presentes en este siglo XXI, la de los Estados nacionales con las Big Tech´s, o grandes tecnológicas, sean Google, Facebook, Amazon, Apple, Mercado Libre, Ali Baba, Twitter, Tik tok o Wechat. Hay una disputa por las leyes y regulaciones, desde las leyes laborales, de libertad de expresión, o leyes antimonopólicas. Lo cual multiplica las denuncias, juicios y sanciones o multas en todo el planeta desde EEUU a China, desde Argentina la Unión Europea, desde Irán hasta Canadá y Australia.

Distintos niveles de batallas, disputas y discusiones que se dan primero entre países, segundo entre grandes tecnológicas, y tercero entre nacionales y grandes tecnológicas son parte del escenario actual al que asistimos, como noticia en desarrollo. Lo que es claro que luego de la pandemia y todos estos cambios, el siglo XX quedó atrás y se llevó a la globalización como la conocíamos hasta ahora.

Sólo resta preguntarse cómo seguirá la construcción del sentido común y quien se beneficiará con ello.