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El precio que paga Argentina por solo ganar un Mundial

Argentina

¿Hay algo más importante que ser campeón del mundo en el fútbol? La respuesta es simple, no. La Selección Argentina ganó el Mundial de Qatar de punta a punta, pero -salvo contadas excepciones- la valoración de los jugadores protagonistas en esa conquista no es la misma que tuvieron los futbolistas europeos cuando conquistaron ese torneo.

Es que pareciera que la victoria argentina molesta en Europa, continente que se había quedado con las últimas cuatro Copas del Mundo previas a la última. Italia la ganó en 2006, España en 2010, Alemania en 2014 y Francia en 2018. Como tienen la plata -o la reciben de los países de Medio Oriente-, forman los equipos más competitivos y por ende son los dueños de la pelota. O al menos eso creen.

La Scaloneta rompió los esquemas de lo que en Europa creían seguro, que era que las selecciones de la UEFA se queden con todos los Mundiales. Y, al ser la Champions League el torneo de clubes más importante, tenían el cartón lleno.

Antes de Qatar 2022, desde el viejo continente subestimaron nuestro fútbol. Thomas Meunier, jugador del Borussia Dortmund y de la Selección de Bélgica había dicho que, salvo Brasil, lo mejor está en la Eurocopa. Lo de Kylian Mbappé es conocido. El astro francés había dicho que en Sudamérica el fútbol no está tan avanzado como en Europa “y es por eso que cuando miras las últimas Copas del Mundo siempre son los europeos los que ganan”.

Lo sorprendente es que después de la consagración de la Selección Argentina sigan subestimando a nuestros jugadores. Desde muchos medios europeos se centraron en criticar el comportamiento de algunos futbolistas en el partido frente a Países Bajos y en la final contra Francia. Y no hicieron lo propio con Mbappé, cuando se burló de Harry Kane en los cuartos de final de la Copa del Mundo.

No solo esto, sino que los hinchas se subieron a ese tren y recibieron a muchos de los campeones con indiferencia o, incluso, con reprobación, como ocurrió con los argentinos del Atlético de Madrid en su vuelta a su club. Como si fuera poco, salvo excepciones, varios de los jugadores preponderantes en el Mundial suman pocos minutos, o bien, juegan en equipos menores y no tienen ofertas tentadoras en lo deportivo.

El presente de los campeones de la Selección Argentina en Qatar

Dibu Martínez no es pretendido -hasta el momento- por ningún equipo grande y fue el mejor arquero de la Copa del Mundo; Gonzalo Montiel mostró gran nivel en Qatar y metió el penal definitorio contra Francia y alterna titularidad en Sevilla, que pelea el descenso en la Liga de España; Julián Álvarez, el 9 titular de la Scaloneta en Qatar, es suplente en el Manchester City a pesar de estar entre los 14 nominados por la FIFA al premio The Best, que le otorgan al mejor del año.

A Leandro Paredes y Rodrigo De Paul, dos de los mejores de la era Scaloni, los quieren echar de sus clubes, Juventus y Atlético de Madrid respectivamente. Marcos Acuña jugó casi todos los minutos en el Mundial y sigue en Sevilla, con pocas chances de pegar un salto a un club más importante. Nicolás Tagliafico, por su parte, disputó una final soñada y a sus 30 años está en el Olympique de Lyon de Francia, una de las ligas menores de Europa.

No solo esto, sino que Chelsea se resistió a pagar la cláusula de rescisión de Enzo Fernández -que ahora sí está a punto de abonar- y desembolsó sin problemas 100 millones de euros por el desconocido ucraniano Mijailo Mudryk.

Esos son algunos de los ejemplos más concretos de jugadores que tienen todo para triunfar en el fútbol del viejo continente, demostraron un nivel altísimo enfrentando a las figuras más importantes del planeta y no son considerados como lo que son: campeones del mundo.

Sin embargo, los equipos de primer nivel si tienen plata para otros futbolistas que se destacaron en el Mundial, pero no tanto como los argentinos. El ejemplo más concreto es el de Josko Gvardiol, el central croata que juega en el Leipzig y Messi lo bailó en la semifinal. Barcelona, Real Madrid y Manchester City se pelean por él y están dispuestos a desembolsar 125 millones de euros.

Otro caso similar es el de Marcus Thuram, el atacante francés que ingresó desde el banco contra Argentina en la final y está a punto de sumarse al Barça de Xavi Hernández. Además Wout Weghorst, el delantero de modesta carrera que Messi llamó 'bobo' y quedó eliminado en los cuartos de final firmó con el Manchester United, uno de los clubes más grandes de todos.

Los recibimientos a los jugadores argentinos en sus clubes

Salvo a Alexis Mac Allister, Dibu Martínez, Lisandro Martínez y Julián Álvarez -hasta ahí- los recibimientos de los futbolistas de la Scaloneta fueron muy fríos. A los del Atlético de Madrid los chiflaron; a Messi en el PSG le entregaron un premio menor en un entrenamiento y en su primer partido desde su vuelta ni siquiera le dieron una plaqueta; en Juventus con Paredes y Di María tuvieron un gesto menor y lo mismo ocurrió con la mayoría de estos jugadores que quedaron en la historia.

Claramente, el problema no es de los intérpretes de nuestra selección que tocó el cielo con las manos gracias al desempeño de los jugadores, sino de la soberbia europea que los castigó -solo- por ganar un Mundial.