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Columnistas

Massa o JxC, la discusión que ya llegó al establishment

sergio massa

La mesa es larga, las sillas muy confortables. El ventanal, amplísimo, deja ver algunos edificios vidriados y el río. Se adivina allá de fondo la costa uruguaya. En ese lugar, la oficina de un importante banco de inversión en Buenos Aires, Uruguay es sinónimo de una plataforma para que los clientes argentinos que “se olvidan” de declarar algunas cuentas en el exterior las manejen sin el estrés de tener siempre a las autoridades encima.

Serán las cinco de la tarde del viernes y están departiendo dos representantes de grandes inversores financieros en el país. Ya han atravesado varias veces los ciclos de la ilusión y el desencanto que se expresan en aumentos de precios de acciones y bonos antes de una elección, cuando hay promesas de “reformas estructurales que piden los mercados”, y después en las crisis más o menos anunciadas que les deparan una pérdida en sus retornos. Cuando hacen números igual siempre consideran que valió la pena y por eso el ciclo en algún otro momento vuelve a empezar.

En su conversación, donde hay un montón de cosas en común, uno suena más acomodaticio, pragmático, el otro, más ideológico, dogmático.

Es loco, porque ambos están convencidos de que el país debería girar hacia el equilibrio fiscal sostenido, con un tipo de cambio único y libre circulación de capitales, que se debería avanzar con cambios laborales, previsionales e impositivos proinversión y en definitiva, comparten una serie de medidas que cualquier vocero corporativo resumiría como “para fomentar la seguridad jurídica”. Comparten que esa es la receta para que el país pueda crecer para siempre, por más que haya experiencias de intentos en ese sentido que hayan terminado muy mal.

Comparten todo eso, pero en este enero caluroso y seco, uno cree que para alcanzar ese objetivo hay que apostar por el actual ministro de Economía, Sergio Massa, para que pise fuerte, la pegue ahora, sea candidato y gane rumbo a una presidencia de ocho años digamos, con el peronismo adiestrado. Mientras que el otro -en cambio- considera que estamos ante más de lo mismo, “peronismo al fin” según sus términos que siempre nos llevará a la decadencia, y que por ende está todo dado para que irrumpa Juntos por el Cambio con una agenda de shock estructural.

Su discusión mientras toman un café resume bastante la que empieza a atravesar al establishment argentino, ese universo que incluye empresarios que discursean sobre las bondades del capitalismo competitivo pero que también incorpora a los que entienden que siempre hay que andar merodeando el Estado para que todo camine. Son personalidades que hasta muchas veces conviven como Doctor Jekyll y Mr Hyde en esos cuerpos que se ven ahora en las playas de Punta del Este.

Así, el acomodaticio razona: “¿Querés alineamiento con Estados Unidos? Massa te lo da. ¿Querés ajustar el gasto? Massa lo está haciendo. ¿Querés cortar planes sociales? Achuró 154 mil y no voló una mosca. ¿Querés que aumenten las tarifas y compensen a las empresas? Ya lo hizo. ¿Reformas estructurales? Ya dijo que el 2024 es el año para las reformas que permitan aprovechar el crecimiento de los próximos veinte años. ¿Qué más querés? Y todo con el justicialismo alineado, y Cristina Kirchner fuera de escena”.

Promesas y después. Para otros hombres del mercado, Larreta y Juntos por el Cambio apuestan a un mayor giro pero con menos apoyo político.

El ideológico le responde: “Pero ¿no te das cuenta? Nunca va a haber un cambio de raíz en el país con este tipo. Está entongado con todos. Nadie le va a confiar para hacer una inversión de largo plazo a un tipo que un día dice una cosa y después hace la contraria. Además los mercados le van a dar la espalda no bien se note que el peronismo tiene otra vez alguna chance de ganar en las urnas. Hoy la pax cambiaria también tiene que ver con que pierden en octubre y los actores apuestan a que ahí se viene el cambio”.

Sigue el diálogo. El massista repentino lo pincha: “Pero además, si gana Horacio Rodríguez Larreta saltamos al vacío. No viste que tuvo que sumar gente porque nadie le tomaba en serio la dupla de (Hernán) Lacunza con (Guido) Sandleris. Por eso sumó a (Luis) Secco y (Andrés) Borensztein, y hasta a (Martín) Redrado. Y si llega a volver Mauricio Macri, con una segunda vuelta de Nicolás Dujovne, o si sorprendiera Patricia Bullrich con Luciano Laspina, está todo muy flojo de papeles y encima traen ideas muy lindas en el Excel pero que no resisten en la calle. Olvidate”.

“Me quiero morir”, insiste el JxC paladar negro. “¿Vos decís que vamos a crecer con los Camioneros en los supermercados? Dejame de hinchar. Massa es “ventajita”, es parte del problema. Terminemos con la extorsión de que si no incluís un arreglo con la mafia no hay reformas. Macri en la Ciudad dio vuelta todo y Horacio se cargó hasta los gremios docentes. Massa hoy es lo que salva al Gobierno, también es parte de un engranaje que nos condena como país. Todo cortoplacismo. Dólares especiales para el campo. Intervención extraña en el mercado de deuda para bajar la brecha. Pisa cajas para que le cierren los números. No hay ningún cambio de fondo, no existe el largo plazo”.

Agis vs. Navajas

Cae la tarde del viernes en la torre y el cielo está anaranjado. Los inversores no se ponen de acuerdo en su juego de ajedrez con la Argentina. El que está convencido de que es la hora de Massa acaba de recibir en su celular el último informe de la consultora PxQ, del economista Emmanuel Alvarez Agis. Lee en voz alta: “¿Cómo se explica esta desaceleración de la inflación? En pocas palabras: como un intento de plan anti-inflacionario con algo de viento a favor. Si bien no se realizó un anuncio formal ni se presentó el programa de forma integral, se pueden encontrar varios de los componentes básicos de un plan de estabilización”.

Visiones distintas. Alvarez Agis (PxQ) ve señales de un plan de estabilización. Navajas (FIEL) cree que es otro "momento fugaz" que ya pasará.

“Ves, en este quilombo Massa hasta está aplicando un plan”, lo vuelve a desafiar a su interlocutor. Sigue leyendo: “La política macroeconómica se basa en una reducción del déficit primario, eliminación del financiamiento monetario al Tesoro, suba de la tasa de interés, acumulación de reservas internacionales y alineamientos de devaluación y paritarias (esto último está por verse). La parte más heterodoxa del plan, con el objetivo de reducir la inercia y coordinar precios, tiene que ver con los acuerdos que se llevan adelante desde Economía”. Avanza y resume luego: “Y acá dice que el chabón apuesta por un ordenamiento gradual de los precios relativos”, le completa.

Después de escucharlo, su contraparte ultra “militante del cambio” resopla. Está harto. Busca en su iPhone 14. “Mirá esto que te voy a reenviar”, le retruca. “A ver si entendés”. Lo encuentra. Es un artículo del economista Fernando Navajas, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel), que se viralizó en los últimos días entre críticos de este momento de leve euforia con la gestión de Massa, tras la baja de la inflación de 7,4 a 5% en el cierre de 2022. Lo había publicado en septiembre, tras el primer “dólar soja” en la página de la Universidad del CEMA. “Te lo reenvío”, le dice. Se siente confortable. Cree que tiene argumentos para responder.

Se titula “Cuáles son las posibilidades de éxito del “Plan Massa”. Empieza a leer: “Se trata de un mal esquema de política económica. Sin embargo, es visto como algo que logra sacar a la economía de una crisis de reservas a través de flujos transitorios hasta que se tomen otras medidas. Hasta que nos demos cuenta de que no hay otras medidas, o que las otras medidas adolecen de supuestos irrealizables”. “¿Estás escuchando?”. “Sí”, le devuelven, sin ganas.

“Subir tarifas y eliminar subsidios, no está mal, pero sus posibilidades y efectos dependen del contexto macro. El problema es que los atrasos tarifarios acumulados en medio de, además, un atraso cambiario y con una crisis del precio internacional del gas van a chocar mal con la orientación político-electoral del gobierno”, lee en otro tramo del material.

El massopragmático quiere intervenir y decir que los precios de la energía están aflojando y eso juega a favor. Pero el macrideológico no lo deja. Oí esta parte: “La conclusión es que el plan Massa es muy endeble. ¿No podrá matizarse con una evidencia histórica que le asigne mejores chances que las que dicta el pizarrón? (...) La historia de los episodios, sub-episodios o aun incidentes de la política económica de, digamos, los últimos 75 años tienen muchos de esos momentos en donde efectos de corto plazo producen señales tales que, dado el sesgo cortoplacista prevaleciente, hacen creer a muchos observadores que las cosas están corriéndose o yendo bien cuando en realidad la tendencia subyacente es muy mala”. 

“Te está liquidando, ¿no?”, se jacta. Sigue: “Esta suerte de hipótesis de mejoría o estabilización termina siendo luego falsificada, a veces violentamente, por una dinámica o patología subyacente que, de manera silenciosa o no tanto, va haciendo su trabajo para dejar al desnudo desequilibrios insalvables, dentro del régimen de política económica prevaleciente”. 

El ideológico está encendido: “Fijate ahora, Navajas le pone a esto el nombre que corresponde. Dice que son ‘momentos fugaces’ que hacen creer a los giles como vos que algo está mejorando cuando no”. Y lee casi quedándose sin aire el siguiente párrafo, con un tono del que cree que está dando un argumento demoledor: “Ni el análisis riguroso ni la historia nos dan fundamento para sostener que este esquema va a ser exitoso según su propia (y acotada) definición de éxito. Si no les gusta el análisis riguroso, tengo a cambio la historia. (...) Todo esto no descalifica, simplemente reflexiona usando lo que hay que usar, en vez de emitir expresiones de deseo. Uno quisiera que le vaya bien al país. Pero con eso no alcanza”. “Im-pe-ca-ble”.

“¿Te quedaste mudo, no?”, se anima tras respirar después de semejante parrafada. “Para nada. Comentaristas hay siempre. En la cancha se ven los pingos. Además, ahora es un momento bisagra. No es como siempre. En un par de años nos van a llover dólares del campo, el litio, Vaca Muerta y vamos a tener el gasoducto. Eso no lo dice tu amigo, ¿no? Todos vasomediovaciistas”. 

“Uy uy uy, como si no nos hubiéramos comido tantas otras gallinas que ponían huevos de oro. Ahí no está el tema. El tema es si cambiamos para aprovecharlo posta o lo vamos a volver a desperdiciar por gente como la que bancás vos. Pero dejá, vamos que es tarde y tengo un vuelo a San Martín de los Andes, es enero”. La charla va aflojando.

- ¿Te vas al sur? Qué belleza.

- Qué país hermoso.

- Totalmente.

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