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Columnistas

Los Mosqueteros de la Selección

Al Mundial de Alemania 2006 Lionel Messi llegó con 18 años. De sus compañeros en Qatar solo Franco Armani lo superaba en edad y por un año. El resto tenían entre 5 y 17 años. Lionel Scaloni, Pablo Aimar y Roberto Ayala jugaron con él en tierra teutona y Walter Samuel se lo perdió porque José Pekerman priorizó a Gabriel Heinze y Gabriel Milito como centrales zurdos.

Todos ellos consolidaron un grupo que trascendió lo futbolístico y se reforzó en lo humano haciendo carne el lema de Alejandro Dumas: todos para uno y uno para todos. Pero si hablamos de los tres Mosqueteros que más conocen a los jugadores, los nombres cambian. No son muy conocidos para el público futbolero, pero son esenciales para los jugadores: Omar Souto, gerente de selecciones nacionales, Mario Di Stefano, utilero, y Marcelo D ́Andrea, masajista.


Tras la eliminación en el Mundial 2002, Julio Grondona, en un hecho inusual, le renovó contrato a
Marcelo Bielsa que a fin de ese año tuvo que volver a Japón para un amistoso con el seleccionado nipón. Hubo una escala previa en Barcelona donde juntaron a los jugadores, diagramaron entrenamiento y proyectaron el trabajo. Un hombre se acercó al hotel y pidió hablar con alguien del cuerpo técnico. Bajó Claudio Vivas, asistente de Bielsa. Esa persona le habló de Messi y Vivas contestó que lo conocía porque un amigo suyo, Gabriel Digerolamo, lo había dirigido en el fútbol infantil de Newell's. Vieron el video con Bielsa, que le reprochó que lo pusiera en velocidad normal, a lo que Vivas contestó que esa era la velocidad normal. “Ah, este chico es un fenómeno”, fue la respuesta del Loco.


Al volver a Argentina avisaron a Hugo Tocalli, entrenador del Sub 20 y a Omar Souto, empleado
de AFA vinculado a selecciones juveniles. Durante el Mundial juvenil de Emiratos Árabes de 2003, donde el seleccionado argentino terminó cuarto, un día Tocalli y Souto salieron a caminar con un delegado del Valencia español. “¿Por qué no trajiste al pibe de Barcelona? Es más que todos los que tenés acá”, fue la inquisición del español. Tocalli quedó desconcertado porque no tenía conocimiento profundo de Messi. Incluso dos juveniles argentinos que estaban en Barcelona y Pekerman, que dirigía al Badajoz, no tenían referencias. Recordaron el VHS de Vivas y Souto le dijo que al volver él se encargaba.

Del súper a la AFA

Hincha de Independiente, Omar Souto trabajaba en un supermercado mayorista. Como los alimentos abollados no se podían vender, él se los daba al club El Porvenir de Gerli, pegado a Lanús Oeste, donde estaba su trabajo. Ahí conoció a Enrique Merelas, histórico hombre del ascenso y muy cercano a Grondona. Cuando lo despidieron, acudió al dirigente, que le consiguió un puesto en AFA, adonde ingresó el 6 de julio de 1996 para trabajar con los juveniles. Hoy es quien coordina la logística correspondiente a todos los equipos, femeninos o masculinos, donde haya una camiseta argentina.


Como le contó a Cristian Grosso de La Nación, tras la charla con Tocalli, volvieron del Mundial, dejó el predio de Ezeiza, se fue a un locutorio de Monte Grande, pidió una guía de Rosario y arrancó la página de los Messi. Hizo un llamado protocolar para validar su visita y se fue. La abuela de Leo le pasó el teléfono de un tío que dictó el celular europeo de su padre. Cuando lo llamó preguntó por Leonardo y Jorge Messi le respondió que se llamaba Lionel y que “al fin lo llamaron porque mi hijo quiere jugar por Argentina”. Un año después, el 29 de junio, organizaron un amistoso en la cancha de Argentinos Juniors contra un Sub 22 de Paraguay para blindarlo, donde hizo un gol. Días después en Colonia anotó dos en un 4-1 contra Uruguay.

Padre y utilero

“Yo lo conocí el 16 de junio de 2004. Cuando llegó era un pibe re introvertido. No hablaba, se tocaba la nariz. Le decía que viniera a tomar mate. Cuando al jugador le pasa algo, al primer lugar al que va es a la utilería”. Quien habla es Mario Di Stefano, sobrino de Juan, ex presidente de Racing, que llegó al predio de Ezeiza en 1997, un año después que Souto. Los primeros nueve años fueron al lado de los juveniles. Vio crecer a Scaloni, Aimar, Samuel, Javier Mascherano, Carlos Tevez, Sergio Agüero y Messi, claro. Solo para dimensionar lo que significa para los jugadores basta con el posteo que hizo Rodrigo De Paul tras clasificar a la final de la Copa América. "Todo valió la pena. Vamos mañana selección, todos juntos como siempre", ilustrado con una foto donde él y Di María están arrodillados y se abrazan llorando a Marito que los contiene con un padre.


La utilería funciona en líneas generales como una sala de terapia donde los jugadores van a reírse, tomar mate y descomprimir. Di Stéfano es el encargado de preparar camisetas, pantalones, medias y botines y reconoce que cada vez que viajan recibe incontables pedidos porque a la camiseta argentina “la quiere todo el mundo”. Marito, como lo conocen, se hizo popular en la previa de Qatar por una publicidad donde, justamente, cuenta que todos le piden camisetas de Messi, incluído el propio Lionel. Su relación con el capitán es tan cercana que fue uno de los 260 invitados a su casamiento junto a figuras como Luis Suárez, Neymar, Dani Alves o los compañeros del
seleccionado. “Una sola vez le dije, yo en tu lugar no vengo más. Me contestó: "Marito, vos sabés que yo muero por la pelota y sabés que muero por mi país. No puedo ser como vos”.

El masajista que está siempre

Otro de los invitados al casorio fue Marcelo D' Andrea, Daddy, por su parecido al Midachi, aunque con un corte más fornido. A fines de los años ́90 comenzó a estudiar para ser masajista, tuvo un paso por Nueva Chicago y recaló en Ferro. Ahí se produjo su momento de quiebre gracias a Gabriel Batistuta. Curtido en el fútbol italiano, Bati acostumbraba a tener a disposición un masajista en Fiorentina para la recuperación y pidió si podía haber uno en el seleccionado. El cuerpo técnico
de Marcelo Bielsa extendió la inquietud y el doctor Donato Villani, actual jefe del departamento médico de AFA, preguntó en Lanús. Marcelo Elizaga y Rodrigo Burela, jugadores que habían convivido con Daddy en Mataderos lo recomendaron. Tuvo una entrevista con José Pekerman, coordinador de selecciones, que luego lo llamó y lo confirmó. En su primer día no tuvo trabajo y en el segundo se inició todo. “Fiera, vamos a laburar, eh”, con esa frase Batistuta rompió el hielo en el año 2000.


Sin embargo su carrera tuvo un punto de inflexión cambió en 2005. El 17 de agosto Messi debutó en el seleccionado y se fue expulsado a los pocos segundos. Quien lo abrazó, acompañó y consoló en el vestuario fue él. El rosarino tenía 18 años, venía de ser campeón mundial Sub 20 y era el futuro. Pensó que nunca más lo iban a convocar. Desde entonces cimentaron una relación fraterna que se
entiende en algunos gestos.

Tanto en la Copa América como en el Mundial, quien le sostenía los premios individuales mientras levantaba los trofeos importantes era él. En 2016, antes de la Copa América de centenario, Messi tuvo que declarar en Barcelona por la causa que le
iniciaron por evasión impositiva y uno de los que lo escoltaban era Daddy. El día que hicieron el stream con el Kun Agüero en pleno Mundial estaban Messi, De Paul, Papu, Paredes y, sí, Daddy. Incluso es uno de los productores del documental “Sean eternos”, que Netflix estrenó en la previa de Qatar.


Argentina ganó el Mundial luego de 36 años con un trabajo vital del cuerpo técnico que los jugadores ejecutaron a la perfección en adentro de la cancha. Atrás de ellos hay muchas personas. Pocos como Souto, Di Stefano y D ́Andrea que los conocen como nadie.