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Columnistas

Niños con los pies en la tierra

niño juega en la naturaleza

¿Cuáles son las consecuencias de criar a un niño o niña en la ciudad? La respuesta se obtiene en la práctica, cuando esa criatura interactúa con la naturaleza. Generalmente, cuando ese niño de ciudad va al campo, se muestra reacio y temeroso ante la presencia de los bichos.

Tuve el regalo de criarme en una quinta, llena de árboles, plantas e insectos de todo tipo. De pequeño he visto serpientes, arañas, murciélagos, ratas, etc, etc. Metí el pie en hormigueros, me picaron avispas y abejas, me caminaron por el cuerpo todo tipo de arañitas, bichos bolita y vaquitas de San Antonio. Viví en patas pinchándome la planta del pie con cardos y pinches de araucaria. Y lo agradezco porque estuve y sigo estando en contacto directo con la esencia, porque nosotros también somos parte de la naturaleza.

Cuando viene un amigo o amiga de mi hija a mi quinta que vive en la ciudad, suele suceder siempre lo mismo. Todo es un peligro. Todo causa miedo. Por supuesto que a nadie le gusta que lo pique un bicho, pero que esto pase a una temprana edad trae grandes beneficios. Curte. Que el niño/a se pinche la planta del pie y experimente dolor es bueno. Es la vida misma. Tenerlos en una cajita de cristal para que no le pase nada genera miedos irracionales.

Y hablando de irracionalidad, ahí vienen aparejadas las fobias a los insectos. Que un bicho bolita despierte temor no tiene razón de ser. Experimentando de pequeño se evita ese tipo de aversión. Es menester que un bicho bolita, vaquita de san Antonio o incluso una arañita, camine por la piel. A propósito de las arañas, causantes de escenas de terror, bueno sería explicarles a los niños que casi ninguna es venenosa. Existen más de cuarenta y cinco mil especies y solo el uno por ciento de las arañas que hay en el mundo son venenosas.

Tengo la fortuna de seguir viviendo en mi quinta y mi hija sigue los mismos pasos que di yo de pequeño. Camina en patas con tal destreza que evita pincharse porque sabe dónde están los cardos o pinches de araucaria. Se conecta con su instinto animal y se mueve con esa inteligencia en la naturaleza. No se espanta con los bichos bolita, ni con las avispas, abejas o cascarudos.

Ya ha experimentado una picadura de avispa, pero luego de un medo inicial hacia ese tipo de insectos, logró transcender ese temor ganando fortaleza, que de eso se trata la vida. Saber que los dolores que nos puede provocar el contacto con la naturaleza son parte del juego. En definitiva, vivir sin miedos para poder disfrutar plenamente de la magia del pasto y los bichos. Indagando y maravillándonos con la infinita variedad de especies que se nos presentan si temores. Para que el disfrute sea completo.