El gol de Ángel Di María es para ver una y otra vez. Llegó a los 35 minutos del primer tiempo. Argentina ganaba uno a cero con el penal de Lionel, pero Francia estaba ordenado y esperando para jugar de contragolpe.

Fue exactamente lo que hizo Argentina y con una velocidad desesperante. Nahuel Molina, pisando el área propia, se la da de primera a Alexis Mac Allister, que se la toca también de primera a Messi, siempre para adelante.

El capitán argentino es el único que la toca dos veces en toda la jugada: la levanta con un toque breve y juega casi de espaldas a la izquierda a Julián Álvarez y lo pone a correr. Con esa orden, cambia la aceleración del juego y se nos corta la respiración a todos: Mac Allister y Di María lo ven y ya salen corriendo.

El cordobés corre por el lateral derecho y, también de primera, se la pone delante de todo al hijo del colorado, que corre media cancha y se conecta con la redonda en la puerta del área rival, pero antes de llegar, mira brevemente a la izquierda y lo ve al Angelito que lo sigue con todas las alas desplegadas. Cuando Alexis se encuentra con la redonda, toca sin mirar, lejos del arquero y lejos de todos los defensores rivales, al pique de Di María.

Y Fideo con un toque maravilloso se la cruza toda la arquero Hugo Lloris y convierte uno de sus goles mas maravillosos.

"Así se juegan las finales -dijo después-, a ganar o morir. Se ganó. Nos pudimos dar una alegría a nosotros, a nuestras familias y a la locura que hay hoy en Argentina", expresó Ángel Di María luego del partido.