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Columnistas

Cuando alcanza con sólo frotar la lámpara

Si hay algo que recordaremos por mucho tiempo de Qatar 2022, es la cantidad de polémicas que se han desatado desde el momento mismo en que se designó al país como sede del Campeonato Mundial de Fútbol.

Las críticas arrancaron por ser un país sin tradición futbolística y sin estadios al momento de su elección, hasta por la infinidad de reglas impuestas a los fanáticos y a los equipos participantes. 

Pero es indudable que al ser la primera vez que se realiza un evento de tanta trascendencia global en un país de Medio Oriente, se genera un enorme atractivo por descubrir los escenarios de los cuentos de las Mil y una Noches.

No obstante esto, el historial de Qatar en materia de derechos humanos ha provocado numerosas protestas contra la celebración de la Copa del Mundo desde el inicio de su designación. 

Las críticas no sólo apuntan a la postura del emirato sobre los derechos de la población LGBTIQ+ o a la discriminación a las mujeres; sino también a las condiciones de trabajo de los extranjeros que construyeron los estadios y que Amnistía Internacional consideró inhumanas y análogas a la esclavitud.

Ante estos hechos, algunos han decidido “boicotear” al Mundial de diferentes maneras a lo largo y a lo ancho del planeta futbolero, algo que nada tiene que ver con la idea de promoción turística del destino en cuestión.

Las malas lenguas dicen que son “falsos hinchas” a quienes los organizadores del torneo les han pagado.

Aunque el poder de difusión de la FIFA y los petrodólares se esfuercen en decir lo contrario, la cierto es que las plateas muestran claros importantes en cada partido, y esos huecos son fanáticos que nunca llegaron. 

Si bien es cierto que hay muchos turistas recorriendo las ciudades mundialistas cataríes, resulta difícil explicar la cantidad de personas portando camisetas de distintos países intentando alentar a las selecciones del mundo cuando ni siquiera conocen sus idiomas. 

Las malas lenguas dicen que son “falsos hinchas” a quienes los organizadores del torneo les han pagado para que se haga menos evidente la falta de visitantes en los estadios. ¿Será cierto? 

Un amigo fanático de Messi nos contó que por las calles de Doha se puede ver a cientos de personas con las camisetas albicelestes gritando “vamos, vamos Argentina”; pero que no los reconoce por su extraño acento y un aspecto físico más parecido a los habitantes locales que a los miles de argentinos que viajaron para alentar a la Selección. ¿De dónde salieron estos hinchas se preguntaba? 

A pesar de todo, Qatar hoy se muestra en millones de televisores en el mundo entero las 24 horas del día, y esa es la verdadera razón de organizar eventos de esta magnitud, el resto es para el anecdotario popular. ¿Será, una vez más, que el fin justifica los medios?

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