El pensamiento, las emociones, el ego, la creación y la libertad son algunos de los temas que atravesaron la charla con una de las personalidades científicas más honestas y despojadas como la de Celia Antonini, psicóloga y escritora, especialista en depresión, que investiga sobre la plasticidad cerebral, e invita a la transformaciónn humana.
Emociones que se contagian
Nos adherimos al fin de año, el fervor social y la locura que se impone. Porque “las emociones son contagiosas”, según revela Celia Antonini, y lo son para bien o para mal. Miles de propuestas culturales, cena baile show, y en masa de ñoquis nos vincula un mundial.
Y hay que seguir adelante, ser productivos, exitosos, tener las vacaciones programadas, los sueños cumplidos, las metas proyectadas, y con tanta exigencia suele ser una ilusión cansina pensar que cuanto más activo uno se vuelve, más libre es.
Pienso luego existo
Lejos de transmitir fórmulas mágicas, Celia Antonini expone, al lugar de la conciencia, las herramientas necesarias para captar la conducta del cerebro y tender mano a nuestro favor.
No se trata de apagar la mente, ni detener el pensamiento, porque justamente ahí, es el lugar donde habitan los sentidos.
¿Puede ser que hoy prevalezca una incitación al positivismo y al rendimiento extremo, que genera un cansancio profundo, en la sociedad
Sí. Absolutamente. El negativismo y el positivismo son dos distorsiones de la realidad.
Cuando vos ves todo negro, la estás viendo mal, y cuando ves que podés con todo, y te decís a vos misma: ¡soy la mejor! ¡voy a lograr todo lo que quiero!, te fuiste al carajo, y estás en lo incorrecto.
Esta distorsión de la realidad, ¿ tiene que ver con la tendencia hacia el logro de objetivos y la felicidad garantizada?
Sí. La mejor definición que escuché acerca del coaching, es que son “los dichos de la abuela con un buen marketing”.
Si fuera tan fácil, vos venís a una consulta porque estás deprimida y yo te digo: “Dejá de estar deprimida, mirá la vida linda, pensá que todo te va a salir bien, pensalo de esa manera”.
Y vos me decís: “¡Gracias Doctora!”. Nos saludamos, y ya está. Pero no es así, la cabeza no funciona de esa manera.
¿Y cómo funciona la cabeza?
Nuestro cerebro no está preparado para ser feliz, y funciona de la misma manera que desde hace cincuenta mil años. La vida cambió, pero el cerebro sigue funcionando igual. Naturalmente los seres humanos tenemos una importante inclinación hacia lo negativo, por eso cuando una situación compleja te supera, lo primero que ves, es el peor escenario.
Y para aliviar esa rigidez mental, desde tu conocimiento, ¿qué podemos hacer?
A esas mismas circunstancias hay que buscarle tres o cuatro posibilidades más, las variables siempre serán menos limitantes que tu primera visión.
Por ejemplo: Imaginemos que alguien nos mira serio, podemos pensar que tiene algo en contra nuestro, e interpretar la mirada del otro como algo hostil, cuando en realidad puede que ese otro esté cansado, o enojado por algo que nada tiene que ver con nosotros.
Entonces, primero observamos el hecho, procesamos e interpretamos la información, y por último llegamos a una conclusión:
- Tiene algo en contra mío, me quiere destruir, y tiene más poder que yo. La emoción que generan nuestros pensamientos, es el miedo.
- No sé por qué me mira de esa manera, pareciera que está enojado conmigo, pero voy a esperar a ver qué pasa. Entonces generamos cierta preocupación y nos ponemos en guardia, pero sin alarmarnos demasiado.
- Parece enojado, pero como no lo conozco tanto, es probable que no sea conmigo, a lo mejor está así siempre. En este caso la emoción generada es más bien de curiosidad.
¿Cuál es la intención del cerebro?
La función del cerebro es que nosotros vivamos, porque él está preparado para la supervivencia. Entonces, si algo malo puede llegar a pasarte, ahí esta él para protegerte.
Ósea, que te arruina la vida, pero su intención es mantenerte con vida, ¡no feliz!, pero que vivas.
La felicidad es un tema tuyo, al cerebro no le importa.
¿Cómo ves el impacto de las redes sociales en la mente de las personas?
Occidente corre detrás del éxito y del poder, y además el ego está sobrevaluado. A través de las redes sociales, la gente se destruye a sí misma, porque compara un sólo aspecto del otro, con la totalidad de uno, y eso genera angustia y depresión. Los orientales dicen: “Si una persona se compara con otra, acaba con su felicidad”.
¿Y el ego, en que medida nos condiciona?
El ego es un problema. Tenés que tenerlo, pero en un término medio. Todo el mundo busca ser amado, querido, no criticado, y en algunos casos hay que trabajarlo bastante, porque cuando empezás a recibir muestras de afecto, aprobación, admiración, reconocimiento y éxito, resulta difícil mantener el equilibrio. En el proceso de creación el ego puede ser autolimitante y perjudicar la obra de un artista, o hacer que nunca pueda concretarla.
¿Todos tenemos la capacidad de ser artistas?
No todos somos influenciados por el arte, tiene que ver con la estructura mental de cada persona, hay gente que nunca se va a acercar al arte y tampoco lo va a entender, hay gente que queda impactada y es atravesada por el arte, (tiene que ver con un nivel de sensibilidad, apertura y química), y hay otros que son artistas.
¿Y cuál es la diferencia que existe entre la estructura mental de un artista, y la de otro que no lo es?
La estructura mental del artista es más caótica que la de otras disciplinas. Un ingeniero nuclear o un matemático, tiene una manera de pensar organizada, metódica, lógica, se dirige hacia proyecciones exactas, pasando por áreas del cerebro con herramientas obsesivas y previsibles. El arte tiene que ver con la creación. Para crear no necesariamente tenés que tener método, ¡tenés que tener libertad!
¿En qué se diferencia la estructura del artista con la del inventor?
El inventor crea desde el conocimiento (búsqueda-método-comprobación).
Thomas Edison, el inventor de la lamparita, realizó más de diez mil pruebas antes de llegar a su objetivo, pero siempre sabía adonde quería llegar.