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Qué pasa cuando denunciás violencia sexual

violencia sexual

“Cualquier cosa que te digan en la comisaría sobre que no te toman la denuncia, llamanos desde ahí y nosotras hablamos con ellos”, le contesta una mujer a otra desde el teléfono gris en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. A cada uno de los lados de su cubículo color rojo tierra, sus compañeras también están con el teléfono en mano o ingresan datos en una computadora.

Las psicólogas y trabajadoras sociales de la línea 137 están para contener, asesorar y acompañar a quienes quieran denunciar la violencia sexual que sufrieron en cualquier momento de sus vidas. O para quienes solo busquen alguien a quien contarle.

Lo más importante es el acompañamiento real, no decirle a una víctima dónde tiene que ir a denunciar, sino llevarla nosotros, explicarle por qué.

Carina Rago, asesora general de la línea 137

Las y los profesionales que trabajan en el piso cuatro de la sede de Costanera Sur del ministerio rompen con el marrón de los armarios de oficina con pañuelos verdes en sus puertas. Una de las mujeres que resguarda los teléfonos grises tiene un pañuelo verde en su mochila junto a uno naranja de separación de la Iglesia y el Estado. 

Todas pertenecen al Programa Nacional Las víctimas contra las violencias creado en 2006 por la doctora Eva Giberti, quien sigue siendo la coordinadora general. Recién este año se sumaron a la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia de la cartera dirigida por Martín Soria.

“Para nosotros lo más importante es el acompañamiento real, no decirle a una víctima dónde tiene que ir a denunciar, sino llevarla nosotros, explicarle por qué”, explicó a Diario Con Vos la asesora general de la línea 137, Carina Rago.

“Es muy importante trabajar en el empoderamiento de esta víctima que recién se inicia desde el momento que ella toma el valor y pide ayuda”, determinó Rago y puntualizó: “Entonces para nosotros el fuerte del programa tiene que ver con este acompañamiento cuerpo a cuerpo”.

El circuito que activa una llamada

“Un delito de violencia sexual se puede denunciar en cualquier comisaría”, le insiste la guardiana del teléfono gris a la que está del otro lado. Aunque también le recomienda dirigirse a una Comisaría de la Mujer porque “se supone que están más capacitados para recibir estos casos”.

Como el 137 no es una línea de denuncia, sino de contención, asesoramiento y guía, el primer contacto define qué tipo de respuesta brindarán las y los profesionales de la Psicología, el Trabajo Social y el Derecho. No son los mismos los pasos a seguir para quien fue violentada sexualmente hace años o instantes antes de la llamada.

Si sabés que las medidas no van a salir en el día, tenemos que pensar un lugar donde va a pasar la noche y eso es todo una complejidad y una intervención artesanal y creativa.

Carina Rago, asesora general de la línea 137

En el primer caso, hay dos opciones a disposición: para realizar la denuncia puede asesorarse sobre qué implicaría iniciar ese proceso y pedir acompañamiento en las zonas que cuentan con un equipo móvil. Pero si lo que espera es escucha, contención y comprensión sin iniciar un proceso judicial también puede comunicarse con las psicólogas.

“Cuando llama una persona que sufrió un hecho de victimización sexual reciente disparamos la intervención de un equipo móvil de guardia con psicólogos y trabajadores sociales que van a ir a donde está la víctima, puede ser la casa, el hospital, la calle, la escuela”, detalló la asesora general de la línea.

La primera etapa del acompañamiento termina cuando la víctima queda a resguardo de su agresor. En el medio, se la acompaña en lo que necesite: desde realizar la denuncia en la comisaría y asistir al hospital para activar el protocolo de atención en casos de violación para prevenir Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) hasta pasar a buscar a sus hijos o hijas por la escuela. 

“Uno va pensando operativamente con la víctima en función de su contexto social o, si sabés que las medidas no van a salir en el día, tenemos que pensar un lugar donde va a pasar la noche y eso es todo una complejidad y una intervención artesanal y creativa”, señaló Rago. 

La segunda etapa del acompañamiento la lleva a cabo un equipo de seguimiento que contacta a la víctima en los días siguientes y se percata de que todas las medidas de seguridad se hayan aplicado y funcionen correctamente.

“Si llegamos a escuchar en el relato que hay otros, otras, otres violentados seguimos interviniendo”, detalló la coordinadora del turno tarde y trabajadora social, Marianela Bañares

Los equipos que ponen el cuerpo

En la esquina más escondida del piso cuatro, abajo de los ventanales que dejan ver el verde y los árboles que rodean al edificio, hay dos colchones apilados sobre sillones negros. Allí descansan las profesionales que custodian los teléfonos grises en el turno que se extiende desde las 20 hasta las 8. 

Quienes también están de guardia las 24 horas son los llamados “equipos móviles” compuestos por una psicóloga, una trabajadora social y un policía de la Ciudad de Buenos Aires que conduce el auto hasta donde se encuentre la víctima. Tanto el policía como el vehículo no llevan ningún distintivo.

La Ciudad de Buenos Aires, Chaco, Misiones y Tucumán cuentan con equipos móviles que están listos para salir apenas lo ordene la coordinadora del turno. En la Ciudad hay un equipo en el sur y otro en el norte para agilizar la llegada.

Lo más complejo es que faltan recursos: más personal y apoyo logístico para poder llegar a más víctimas.

Paola Rovediello, coordinadora del turno mañana y psicóloga

Rago resaltó la importancia del acompañamiento presencial porque “el sistema en general sigue siendo expulsivo, las víctimas llegan a las comisarías solas y las siguen mandando de vuelta, no les toman la denuncia, les dicen que eso no amerita una denuncia o que se la toman y en realidad eso no queda asentado en ningún lado”.

Los recursos que siempre escasean

En las provincias que no cuentan con equipos móviles, si es una situación muy crítica, aseguran la asistencia del 911 hasta donde se encuentre la víctima. Si no, derivan el caso a los Centros de Acceso a la Justicia (CAJ) locales que pertenecen a la misma dirección nacional que la línea.

“Lo más complejo es que faltan recursos: más personal y apoyo logístico para poder llegar a más víctimas y que complementen las políticas públicas que ya existen”, señaló la coordinadora del turno mañana y psicóloga, Paola Rovediello.

En las regiones con equipos móviles el problema, según la asesora del 137, es otro: “Por lo general, no hay espacios en CABA, hay un solo refugio y las condiciones de los refugios suelen ser muy estrictas por ejemplo se les quita el celular, entonces buscamos algún familiar o alguna amiga hasta tanto se efectivicen las medidas de protección”.

Datos estadísticos de 2022

De enero a septiembre de 2022 atendieron 8783 llamadas en la línea 137, de las cuales 5577 eran referidas a violencia familiar y 3206 a violencia sexual. En las 3206 llamadas sobre violencia sexual se registraron 3245 víctimas. En la actualidad, la difusión de la línea se realiza con entregas de folletos, en redes sociales y publicidades en medios de comunicación.

En la Ciudad de Buenos Aires, los equipos móviles realizaron 581 intervenciones y acompañaron a 606 víctimas. Los dos grupos etarios que sufren más agresiones sexuales son las adolescentes de entre 12 y 17 años y las mujeres de entre 18 y 29 años.

Si bien la línea 144 también recibe consultas sobre violencia sexual y puede determinar seguimientos e intervenciones, si el caso lo amerita, es la violencia de género que cuenta con menos intervenciones. De las 12398 llamadas derivadas a distintos canales de asistencia para su seguimiento entre enero y junio de este año, solo 1735 correspondían a ese tipo de violencia. El más intervenido por esta línea es la violencia psicológica.

"Acompañamos a cualquier víctima de violencia de género”, aseguró la asesora general del 137, Carina Rago, pero especificó: “Mayoritariamente son mujeres y niñas o niños y en los varones la cantidad va bajando en la medida en que van creciendo, a medida que crecen va bajando la cantidad de víctimas acompañadas”.

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