La NASA anunció la semana pasada la creación de un equipo de 16 científicas y científicos que participarán de un “estudio independiente” sobre los denominados “fenómenos aéreos no identificados”. El objetivo es la elaboración de un informe que eventualmente permita determinar científicamente si los OVNIs (Objetos Voladores No Identificados) existen y qué son.
“Hemos seleccionado 16 individuos para participar en un equipo de estudio independiente sobre fenómenos aéreos no identificados, u observaciones en el cielo que no puedan identificarse como aeronaves ni como fenómenos naturales”, explicó la NASA en un comunicado. El funcionario de la agencia espacial responsable de orquestar el estudio es Daniel Evans, perteneciente a la Dirección de Misiones Científicas de la institución. Por su parte, quien preside el “estudio independiente” es David Spergel, presidente de la Fundación Simons.
El estudio se inició este lunes, y las 16 personas seleccionadas son desde astrónomos e informáticos hasta periodistas. Se trata, según la NASA, de “líderes en la academia, la ciencia y el análisis de datos” que trabajarán con información no clasificada para elaborar un informe que, se estima, será publicado a mediados de 2023.
Los OVNIs, cuestión de "seguridad nacional"
Además del objetivo de conseguir datos científicos que permitan “discernir científicamente la naturaleza” de los OVNIs, la institución norteamericana argumentó que estudiar los fenómenos aéreos no identificados reviste un interés particular para “la seguridad nacional” y para la “seguridad aérea”, y se vincula con el objetivo de la NASA de “garantizar la seguridad de las aeronaves”.
El proyecto se confirmó luego de que en junio se definiera un presupuesto de aproximadamente 100 mil dólares para la investigación, y después de que el Congreso estadounidense admitiera en un documento clasificado que los fenómenos aéreos desconocidos podrían suponer una amenaza.
En sus redes sociales Thomas Zurbuchen, administrador de la Dirección de Misiones Científicas de la NASA, explicó que el estudio se centra en “lo que nosotros consideramos ciencia de alto riesgo o de alto impacto, relacionada con una de las más importantes preguntas de nuestros programas: ¿hay vida allí afuera?”