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Columnistas

FemHackArg: Internet será feminista o no será

femhackarg

De las diez consultas semanales que pueden llegar a recibir desde la Fundación Activismo Feminista Digital (FemHackArg) por distintas violencias digitales, en ocho años solo tres fueron de varones. Los tres casos eran por difusión no consentida de imágenes íntimas, pero lo que preocupaba a esos hombres no era que sus fotos o videos fueran dados a conocer, sino que sus parejas se enteraran, porque habían sido producidas con amantes.

Esa es sólo una de las formas con las que justifican que, al armar esta organización, sus integrantes tuvieran la convicción de que era necesario enfocar el trabajo en las mujeres y disidencias. “Nos atraviesa de manera distinta que se exponga nuestra sexualidad porque hay mucho morbo. Todo el mundo lo puede sufrir, pero para nosotras las consecuencias son distintas a nivel personal, psíquico y social”, señala Julieta Luceri, abogada y Vocal 1ra en el Comité Ejecutivo de FemHackArg.

Quienes militan dentro de los feminismos saben que, al ponerse los “lentes violetas”, ya nada se puede ver sin perspectiva de género. Eso fue lo que les sucedió a quienes conforman FemHackArg: al empezar a trabajar en torno al ciberespacio, incorporaron la perspectiva feminista para poder abordar todas las relaciones, y desigualdades, que se dan ahí.

Hablemos de violencia digital

Una mujer graba, consentidamente, imágenes con contenido sexual. La persona con quien lo hizo lo usa como amenaza, como herramienta coercitiva, como una ventaja a su favor. Finalmente, lo difunde sin permiso. Y entonces la vida de esa mujer comienza un derrotero que va mucho más allá de Internet y afecta sus relaciones, su psiquis, su lugar de trabajo y su propia autoestima.

Esta escena es traspolable a un infinita cantidad de casos, en donde muchos de ellos, incluso, terminan en suicidio. Series y películas retomaron este tópico y lo volvieron ficción. Pero es real: según un estudio realizado por la Unidad de Investigación de la revista The Economist en 2020, cerca del 40% de las mujeres mayores de 18 años fue víctima directa de violencia digital y el 57% indicó haber sufrido un abuso o mal uso de sus videos o imágenes en Internet.

Es por eso que una de las principales batallas que dan quienes trabajan en el activismo digital feminista, y particularmente desde FemHackArg, es generar los medios e instrumentos para que, quienes atraviesan estas situaciones, puedan tener acompañamiento y una respuesta estatal.

A pesar de que las consecuencias de la difusión no consentida de material íntimo son muy graves, solo algunas de ellas están tipificadas como delito. Por eso, uno de los mayores desafíos del ciberfeminismo es promover y conseguir normas de protección en materia de violencia digital.

En ese sentido, desde FemHackArg presentaron dos proyectos en el Congreso, aunque ninguno se convirtió en ley. Uno en 2017 para incorporar en el Código Penal la difusión no consentida de imágenes íntimas y otro en 2018, que tuvo media sanción en Diputados pero no se trató en el Senado, en el que proponían la considerar la violencia digital como un tipo de violencia en la Ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y géneros.

Luceri afirma: “Queremos que se incorpore la noción de derechos digitales. Estamos conectadas 24/7, entonces no podemos desconocer la existencia de estos derechos. La dignidad digital, la reputación digital, la identidad digital. Proponemos una ampliación de derechos y lamentablemente, y aunque parezca mentira, hay muchísima resistencia a reconocer la existencia de los derechos digitales”.

Disciplina

Mujeres que van a denunciar y reciben como respuesta estatal: “Mejor cerrá Facebook”. Sugerencias, a veces malintencionadas y otras con la intención de “cuidar”, para evitar vivir la sexualidad en el espacio virtual. Si la violencia machista offline se reproduce online, Internet funciona en algunos casos como herramienta para los agresores. Y no sólo para ejercer más violencia (fomentando el odio a una persona a través de las plataformas, valiéndose de la masividad y rapidez de viralización para generar más miedo y daño) sino también como una herramienta de control y disciplinamiento.

Como quienes sugieren “no usar polleras cortas” ni “volver de noche”, hay quienes suprimen las posibilidades que da Internet para que una mujer viva su sexualidad de la manera en la que tenga ganas.

“Se produce un ensañamiento particular hacia las mujeres y específicamente con un contenido sexual muy alto, por eso hago tanto hincapié en la sexualidad de mujer como cuestión puesta en morbo. Cuando una mujer sextea, se saca fotos, se filma, y eso se difunde, hay algo de ¿cómo se te ocurre ser lo suficientemente libre en ese aspecto? Ese material es puesto a conocimiento de terceros para disciplinarte: no lo hagas más”, dice Luceri.

La revolución también es online

Aunque cuando nacieron en 2012 el trabajo estaba enfocado casi exclusivamente en detectar cuáles eran las falencias del sistema al querer denunciar estas violencias y generar herramientas de asesoramiento, rápidamente los ejes se fueron diversificando.

El equipo entendió que la militancia digital y feminista no tenía que ver solo con las violencias a las que las identidades feminizadas estaban expuestas, sino también a los modos de ocupar el espacio online.

El 85% de las mujeres mayores de 18 años fue testigo de violencia digital

Así, se instauró FemHackArg como una fundación y las tareas se multiplicaron: hoy en día asisten mujeres en situación de violencia digital, elaboran y presentan proyectos de ley, hacen consultas en organismos del Estado para ver cómo se trata esta problemática. Pero también piensan, informan y alfabetizan sobre la vinculación entre las mujeres y disidencias con las TIC.

Justamente, esto no solo se da mediado por el conflicto, al enfrentar alguna de las modalidades de violencia que pueden surgir, como acoso virtual, grooming, extorsión, difusión de imágenes íntimas no consentida, sino también reflexionando en torno a qué lugar tienen las identidades feminizadas en las tecnologías, qué usos hacen de ellas y qué roles cumplen allí, de qué manera se insertan en el mercado laboral.

“Hay una cuestión que reproduce estereotipos y hay una tendencia a seguir colocándonos en ese lugar de sujeta pasiva, de receptora. Nunca somos quienes detentamos los medios de producción, quienes generamos contenido. Entonces la alfabetización digital tiene que ver también con usar las tecnologías y sortear las brechas digitales de género”, explica Luceri y agrega: “Esa alfabetización implica apropiarnos de las TIC, saber que tenemos derechos digitales que deben ser reconocidos y respetados, y poder exigir, eventualmente, que esos derechos sean respetados y protegidos”.

El panorama, a veces, parece desalentador. No sólo el porcentaje de mujeres que sufrieron alguna modalidad de violencia digital es muy alto, sino que, de acuerdo al mismo informe mencionado anteriormente, el 85% de las mujeres mayores de 18 años fue testigo de violencia digital.

Además, los usos y tenencia del poder en el ciberespacio también son machistas: las apps que se crean “para mujeres” tocan temas de belleza, ropa, cuerpo, y no de finanzas, inversión, tecnología. ¿Es posible, entonces, pensar en una Internet feminista?

La abogada concluye: “Nosotras creemos que sí. No es fácil, desde ya, pero haciendo este paralelismo de todo lo malo que existe en el mundo offline se replica online porque es construcción social. Del mismo modo, podemos reproducir lo bueno en la conquista de espacios y de derechos. El tema es comprender que la web, el espacio virtual, es espacio público y así como se ganan las calles, también se gana el espacio virtual. Hay que tener un rol activo, apropiarse de las tecnologías”.