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Columnistas

Tiro bajo y panza chata: el regreso de los 2000, ¿el fin de la diversidad corporal?

moda

Pantalones tiro bajo, prendas con recortes, y panzas al aire que parecen exigir no tener ni un rollo. La tendencia de los 2000 está de vuelta y, con una estética que parece glorificar otra vez la delgadez extrema, sobrevuelan algunas preguntas: ¿la industria planea regresar a estándares de belleza imposibles? Si la sociedad ahora es otra, ¿cómo puede impactar en la percepción de los propios cuerpos y en el avance en torno a la diversidad corporal?

La imposición de la delgadez está desde que el mundo existe, exacerbado por la industria de la moda y de la belleza. Así que no es que porque se abrió la conversación a incluir diversidad corporal ya nadie aspira a la delgadez: se sigue presentando como un valor y hasta incluso, a veces, como un objetivo de vida. Nunca se fue esta intolerancia de la sociedad y la cultura en general hacia los cuerpos gordos o hacia los cuerpos que existen dentro de la diversidad”, señala Lucía Levy, periodista de moda con perspectiva de género y fundadora de La Curva de la Moda.

Lo que sí se modificó en los últimos años fue que, desde los feminismos, se empezó a discutir esa imposición de hegemonía. Frente a la lucha que se viene dando para que la moda no solo muestre diferentes tipos de cuerpos sino, sobre todo, cree prendas y talles que abracen esa diversidad, esta tendencia parece ser un retroceso.

Siempre se presenta como deseable un cuerpo hegemónico

Lucía Levy, periodista de moda

Es que todo indica que parte de esta moda que vuelve es tener específicamente un cuerpo determinado como parte de esa estética: uno muy delgado y con panza chata, que recuerda a íconos como Britney Spears, Cristina Aguilera, Paris Hilton y Fergie. En ese sentido, Levy agrega: “El relato hegemónico de la moda siempre plantea, en todas las décadas, modelos de belleza ideales, que casi siempre son modelos de belleza imposibles de alcanzar porque ahí la moda juega con lo aspiracional, con el deseo. Y siempre se presenta como deseable un cuerpo hegemónico”.
En esa proliferación de figuras que ostentan un único canon, se encienden alarmas en torno a los trastornos de la conducta alimentaria. Aunque son problemáticas complejas en las que se ponen en juego diversos factores, que tienen que ver con la propia historia, la genética, el entorno y la psiquis, lo social cumple un rol importante. Recibir constantemente imágenes que exigen tales niveles de delgadez pueden ser disparadores peligrosos: no es casual que, justamente en alrededor de los 2000, haya sido el boom de blogs “Ana” y “Mía” que daban consejos pro bulimia y anorexia.

Paula Vezzulla y Vera Lauckner son fundadoras de Miniteando, un medio digital sobre moda con perspectiva feminista y, en diálogo con Diario Con Vos, afirman: “Se percibe mucho temor en torno a la posibilidad de que con ciertas tendencias de moda vuelvan también las dietas extremas y parámetros de belleza peligrosos. Por supuesto que el mercado siempre quiere regular cómo nos vestimos, cómo nos vemos, cómo comemos, cuántos granos hay en nuestra cara. Pero también nos parece importante recordar que ya no se piensa de la misma forma que hace 20 años: la sociedad actual está atravesada por un proceso colectivo de deconstrucción que empezó hace muchos años, impulsado por el feminismo”.

¿Tendencia para quiénes?

Vestuarios en shows que retrotraen al 2000, elementos de esa tendencia en las pasarelas y marcas que empiezan a lanzar productos en esa línea muestran que esta moda no parece aceptar cuerpos gordos: son muy pocas las cantantes o modelos con corporalidades diversas que lucen este tipo de estética.

Sin ir más lejos, la modelo plus-size Paloma Elsesser fue una, sino la única, de las que apareció en la portada de una revista con una pollera “Miu-miu”: una micro falda de tiro bajo que deja al descubierto el vientre y las piernas, y que es muy difícil de conseguir en talles grandes.

Levy señala: “No creo que el regreso de esta tendencia anule la conversación que ya se estaba dando respecto a la diversidad corporal en la pasarela y en la moda. Sí es el sistema nuevamente diciéndonos que los cuerpos delgados son los cuerpos que valen de alguna manera. Porque si bien el tiro bajo puede ser usado por cualquier persona, vemos en las campañas, en las redes sociales o en los desfiles que quienes usan esa tendencia son cuerpos delgados”.

Si algo manifiestan quienes son activistas por la diversidad corporal es que la representatividad es clave a la hora de percibir el propio cuerpo y trabajar la autoestima. Tener con qué identificarse y no ser bombardeadx por un sólo tipo de cuerpo en las publicidades, medios y redes es fundamental en la construcción de identidades. Pero con eso no alcanza: esa mayor variedad tiene que verse reflejada en la práctica, con amplitud de talles en todos los tipos o estilos de vestimenta. De lo contario, el impacto social no es gratuito.

Según la Encuesta Nacional de Talles 2021 realizada por la organización AnyBody Argentina, el 36% de las personas se siente triste porque su cuerpo no encaja cuando no encuentran su talle y el 21% se enoja consigo misma por cómo está su cuerpo. Además, el 55% empieza a cuestionar su cuerpo si le cuesta encontrar su talle.

“La representación es súper importante. Es interesante observar que las pasarelas de las semanas de la moda más importantes en la industria han sumado modelos gordes o personas que no son super flacas. Pero muchas veces los cuerpos gordos son los que llevan atuendos más discretos, de tonos oscuros o más cubiertos. Pocas veces se los ve usando un tiro bajo o prendas que muestren mucha piel”, aseguran desde Miniteando.

Si la moda tiene el poder de cambiar los cánones de belleza, las conquistas que se lograron a través de los feminismos para mostrar que todos los cuerpos son válidos y para generar una mayor diversidad en esta industria no pueden ser en vano.

Levy concluye: “Venimos de años de reivindicar otras corporalidades en el relato de la moda, entonces me parece que si bien nos esperábamos una vuelta de las tendencias del 2000 también funciona como un backlash, un contragolpe a esta conversación que se venía dando de apertura, diversidad e inclusión de otras corporalidades en la moda”.