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Columnistas

La legitimidad de abortar: una genealogía activista para que suba la marea

Por AAIHMEG

En noviembre de 1990, las feministas que participaron en el V Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe (EFLAC) en San Bernardo declararon al 28 de septiembre como día de lucha por la legalización del aborto en América Latina y el Caribe. Esta decisión emergió de las conversaciones acontecidas en el taller de aborto del que participaron, según la declaración publicada, alrededor de doscientas mujeres. La elección de la fecha no fue azarosa. Ese mismo día, pero en 1888 se promulgó en Brasil la ley de libertad de vientres mediante la cual los hijos e hijas de las esclavas nacían como personas libres. La declaración de San Bernardo señalaba que la maternidad involuntaria era una forma de esclavitud y, entonces, la libertad de vientres también podría pensarse como la libertad para decidir abortar.

Desde los noventa, el movimiento feminista desarrolló diferentes iniciativas para transformar los marcos legales altamente restrictivos respecto del aborto.

A lo largo de estas tres décadas, de los noventa hasta la actualidad, el movimiento feminista desarrolló diferentes iniciativas para transformar los marcos legales altamente restrictivos respecto del aborto en la región. Aunque hay países en los que el aborto continúa completamente prohibido, en ocasiones, las estrategias del movimiento resultaron exitosas y transformaron las legislaciones vigentes hacia un sentido liberalizador. Estos importantes logros en materia legal han sido posibles por el impulso y obstinación del movimiento feminista que fue capaz de generar diversas alianzas en los ámbitos de la política institucionalizada. Pero, fundamentalmente, han sido importantes la diversidad de estrategias desarrolladas por el movimiento que trascienden esa visión limitada de la política y las masivas expresiones de manifestación callejera. Recordemos, por caso, los efectos que tuvo en otros países de la región la utilización del pañuelo verde como símbolo de las luchas por el derecho al aborto a partir de los debates parlamentarios en Argentina durante 2018. Ese movimiento, conocido como la marea verde, traspasó las fronteras y puso de manifiesto las alianzas, coordinaciones y articulaciones de los feminismos latinoamericanos y caribeños.

Además de exigir a los Estados la sanción de leyes, los movimientos despliegan estrategias que buscan generar transformaciones culturales más allá del reclamo por la legalidad, ya que se enlazan con los modos en que describimos y percibimos el aborto. Librarse de mitos y prejuicios vinculados con la decisión de abortar supone, en parte, producir nuevas narraciones en las que emerjan otros sentidos vinculados con la práctica. Implica alejarse de esas concepciones hegemónicas que asocian al aborto con el sufrimiento, con la culpa, con la vergüenza o con la soledad y que definen a quienes abortan como víctimas, pasivas, sin capacidad de agencia.

Las concepciones hegemónicas asocian al aborto con el sufrimiento, la culpa, la vergüenza y la soledad y definen a quienes abortan como víctimas.

En nuestro país, la ley 27.610 de Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo se sancionó el 30 de diciembre de 2020. Pensar cómo fue posible lograrla nos devuelve a la memoria feminista a reconocer el activismo de quienes fueron abriendo camino para que suba la marea. Esa genealogía activista que incluye los Encuentros Feministas de América Latina y el Caribe, los Encuentros Nacionales de Mujeres (hoy devenidos en plurinacionales y no solo de mujeres, sino también de lesbianas, travestis, trans y personas no binarias), el activismo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, los acompañamientos de Socorristas en Red y las movilizaciones Ni Una Menos, entre otras referencias que se podrían mencionar.

Cuando garantiza el derecho al aborto, la ley reconoce deseos, decisiones y ese ejercicio de autonomía de las mujeres y de otras personas que pueden gestar respecto de su vida reproductiva y no reproductiva. Es una herramienta a partir de la cual podrían elaborarse nociones vinculadas con la legitimidad del aborto si logra habilitar nuevas miradas y posicionamientos que permitan la emergencia de otras sensibilidades vinculadas con esta práctica. En este sentido, el activismo feminista por el derecho al aborto no desaparece con la sanción de la norma.

El activismo feminista por el derecho al aborto no desaparece con la sanción de la norma.

Detengámonos en esta idea mirando el activismo de Socorristas en Red, una organización que reúne a colectivas feministas de diferentes localidades del país que, desde hace una década, ofrece información y acompaña abortos, tanto de manera autogestionada como dentro del sistema formal de salud. El socorrismo elaboró algo más que un modo de acompañar abortos como estrategia política. Ese dispositivo, compuesto por los llamados a líneas públicas, los encuentros presenciales, las guardias telefónicas y las alianzas con profesionales de la salud, además de estar presente en el momento en que abortar es una necesidad, una urgencia y un deseo, elabora novedosas narrativas. Habilita la creación de un espacio en el que se entreteje una trama de complicidades entre quienes abortan y quienes acompañan y así desafía los sentidos socialmente vinculados con el aborto. Se alienta a que quienes van a abortar tomen la palabra frente a otras. Este tipo de encuentros grupales puede pensarse como un espacio generador de estrategias de des-individuación del aborto, para reflexionar sobre las dimensiones colectivas que tiene esta práctica, más allá de su acontecer en un cuerpo individual.

Asimismo, hay una trama discursiva elaborada colectivamente a partir de las experiencias de quienes abortan y que es capaz de tensar los sentidos asociados al aborto. Narrativas que aguijonean los modos dominantes que señalan a quienes abortan como víctimas arrepentidas y que, en su lugar, proponen relatos capaces de establecer relaciones entre el aborto y la pasión, el deseo, la felicidad. También el cuidado entendido como una práctica política feminista, la construcción de complicidades o la elección de la vida digna.

Así, aunque se transformen las leyes que regulan el aborto, los activismos seguirán insistiendo en la elaboración de nuevas sensibilidades que contribuyan a subrayar la legitimidad de abortar.

Texto escrito por Julia Burton (AAIHMEG – IPEHCS – Socorristas en Red).