Sebastián Ariel Rodríguez (44) fue liberado este viernes del pabellón 3 de la Unidad 24 de Florencia Varela donde se encontraba preso hacía cuatro años y tres meses por un crimen que no cometió. Había sido condenado a 50 años por el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de La Matanza por el tiroteo en una comisaría de San Justo en el que una sargento, Rocío Villarreal, quedó parapléjica y en silla de ruedas.

Rodríguez fue absuelto por la Sala 1 de Casación de la Provincia de Buenos Aires. Antes de salir de la cárcel fue saludado por todos los otros reclusos, se dirigió a sus compañeros y fue ovacionado.

"Se me aflojaron las piernas. Es difícil que entiendan la alegría que sentí. No paraba de llorar. Sabía que algún día se iba a saber mi verdad. Podía ser en un mes, un año o cinco. Nunca perdí las esperanzas. Alguien iba a firmar por mi inocencia", expresó sobre el momento en que recibió la noticia.

Nunca perdí las esperanzas. Alguien iba a firmar por mi inocencia.

Rodríguez fue preso por llevar el mismo nombre que otro hombre, un uruguayo, líder de una banda que había sido identificado por información que salió de escuchas telefónicas.

Pero el verdadero autor del crimen seguía en libertad, mientras Rodríguez fue condenado. Según explicó a Nahuel Gallota del Diarío Clarin, como el hecho había tomado mucha trascendencia implicaba "mucha presión" para la Policía Bonaerense y no les convenía dejarlo en libertad: "Total, yo era una lacra para la sociedad: un adicto, con antecedentes y que vivía en la calle. '¿Quién lo va a reclamar?', deben haber pensado. No sabían que tengo una familia dispuesta a hacer todo por mí".

Mientras recibía violencia en la policía, su familia se dedicó a recolectar pruebas como señalar la diferencia de altura entre el hombre del video del tiroteo y el Rodríguez argentino o que era imposible que una persona en situación de calle pueda liderar una banda.

El jueves pasado la justicia falló en su favor con una absolución por "insuficiencia probatoria" y fue liberado el viernes a primera hora. Lo buscó su hermano que lo ayudó en todo el proceso y ahora se fue a vivir con sus padres

"Lo que me hicieron fue con mala leche. No me escuchó la Policía, ni la fiscal ni los tres jueces. Sé que con toda la movida que hice, expuse al Estado, mostrar que hicieron las cosas mal. Pero lo justo es justo. Yo no tenía que estar ahí; por algo las cosas salieron a la luz. La peleé y merecía mi libertad. Cuando caí preso estaba muerto en vida por las adicciones. Si me pongo a pensar, la cárcel me sirvió para recuperarme mentalmente. Podía terminar muerto por las drogas", reflexionó.