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Economía

La crisis –y este gobierno– licúan rápido cualquier "superministro"

Massa

Martín Guzmán renunció el 2 de julio. Pasó más de un mes, y el Ministerio de Economía todavía no se puso en marcha 100% otra vez. Hubo una ministra interina, Silvina Batakis, hasta que el jueves 28 de julio se designó a Sergio Massa con la suma de las carteras también de Producción y Agricultura. Sin embargo, hasta ahora, el nuevo funcionario no pudo completar sus colaboradores, incluso los de áreas clave para afrontar una crisis que se asoma a momentos de definición cada vez más rápido.

Ni bien terminó el show de la asunción de un ministro de emergencia que parecía el festejo de una gestión que ya tuvo éxito, empezaron a emerger los problemas, tan propios de esta coalición que delatarían que lo de “superministro” no era más que una chupada de medias de los amigos y una operación de marketing para rellenar el vacío que encontraba.

Todavía no hay secretario de Política Económica, es decir, no se designó al funcionario que debe aportar la mirada global del plan que se quiere poner en marcha.

La conferencia de prensa del miércoles en el microcine del Palacio de Hacienda, ahí donde tantos han pasado y casi ninguno ha tenido éxito, estuvo marcada por una ausencia

El agujero más importante del equipo económico se mantiene hasta hoy. Todavía no hay secretario de Política Económica, es decir, no se designó al funcionario que debe aportar la mirada global del plan que se quiere poner en marcha, que uno se pregunta si existe o si al menos está en construcción

Massa le ofreció el puesto a Marina Dal Poggetto primero, que lo rechazó. La directora de la consultora EcoGo, una de las más renombradas del rubro, piensa que un plan de estabilización hoy debe incluir una corrección del tipo de cambio oficial ya porque de lo contrario se van a conseguir dólares caros vía préstamos para darlos baratos a los que consigan el OK del Banco Central. Esa política, en su mirada, derivaría en un salto del dólar mucho peor más adelante, algo que no se condice con la mirada que pareciera tener el flamante ministro.

Luego, Massa fue por Gabriel Rubinstein, el consultor que supo ser funcionario en la época de Roberto Lavagna, que hasta donde Diario Con Vos pudo confirmar, había aceptado el cargo. Todo el mundo financiero lo tomó bien, por su mirada ortodoxa, pero con sorpresa. Era muy conocida su posición ultra crítica con la mismísima vicepresidenta Cristina Kirchner, pero bueh, también era conocido que uno iba a “barrer a los ñoquis de La Cámpora” y ahora se viste de salvador del gobierno. Se iba a anunciar su designación el viernes. No ocurrió. En el massismo dicen que no confirman ni desmienten los rumores de que “se lo bajaron” desde el kirchnerismo y llaman a esperar hasta lunes o martes por más definiciones.

Al margen, Rubinstein había escrito en Revista Noticias que estaba a favor de un desdoblamiento formal del tipo de cambio y promovía un cumplimiento eficiente de la baja del déficit fiscal, aunque había dicho que la propia Cristina “tiene una tara” para hacerlo. Además, había trazado dos escenarios pesimistas en los que incluía versiones de “planes Bonex”, es decir, de cambio forzoso de los depósitos en pesos por bonos del Estado.

Macroproblemas

La primera pregunta a esta altura es si Massa está pudiendo tomar el control de la economía como esperaba, lo que en definitiva era la duda que plantearon los grandes bancos de inversión que sacaron informes mala onda esta semana. Querían saber si había cambiado algo del despoder del Ministerio de Economía en un Frente de Todos donde funciona un veto permanente desde el sector que lo armó sobre el rumbo de los que pusieron para gestionar, con Alberto Fernández a la cabeza primero y, se empieza a ver, con el ministro empedrado ahora. Mal primer indicio.

Nunca hay que darle mucha bola a lo que dicen los Goldman Sachs, JP Morgan o Barclays de la vida, salvo cuando la política justamente hace gestos para caerles bien y manguearles plata. Ahí importa si ellos te dan vuelta la cara. Porque en ese caso se aprecia no solo una opinión interesada de timberos que un día adulan a un gobierno para prestarle y otro día huyen. Ahí se juega la credibilidad de una estrategia y la chance de éxito de medidas que son manotazos de ahogado.

Massa le ofreció ser su macroeconomista a una experta que propone devaluar y luego a otro que propone desdoblar.

Así, menos de una semana después de los anuncios en busca de reforzar las reservas y achicar los subsidios, surge el otro interrogante. ¿Cuál es la orientación macroeconómica de Massa? Sus apuestas son de incentivos por sector, tipo te doy esto si me liquidás tanto, pero ¿responden a una lectura del equilibrio general? Suena a sanata, lo sé, pero aún en la emergencia es muy relevante saber cuál es el plan macro porque si vos tocás un botón en un lado, se mueve todo lo demás y ahí se puede definir si la cosa funciona o no.

Vale subrayar que Massa le ofreció ser su macroeconomista a una experta que propone devaluar y luego a otro que propone desdoblar. Y él, en la rueda de prensa, por un lado dijo oponerse a los shocks devaluatorios y no se pronunció sobre desdoblamientos por el otro, pero al mismo tiempo pareció dejar todo abierto porque aseguró que "la planificación macroeconómica lleva tiempo", algo que suena razonable. Queda claro que a la duda de si tiene el manejo total de la gestión se le suma la inquietud de fondo de hacia dónde quiere ir y cómo.

Encima, en la misma presentación del miércoles, sorprendió una presencia que adelantó el otro gran quilombo infinito: el manejo de la Energía. Con un sweater bordó, el interventor del Enargas, Federico Bernal se sentó en la última butaca de la tercera fila de los funcionarios. Nadie lo notó. Las cámaras se iban con Massa, sus colaboradores y sus familiares. Cual Rusherking, sobresalía Tomás “Toto” Massa, el hijo tuitero fanático de Tigre.

No había ningún otro referente energético. No estaba el secretario de Energía, Darío Martínez, envuelto en versiones de renuncia. Tampoco el subsecretario Highlander de Energía Eléctrica, Federico Basualdo. No fue la interventora del Enre, Soledad Manin. Solo Bernal. ¿Quien lo invitó? ¿Anticipa que será el nuevo secretario? ¿Y eso qué diría del poder de Massa? Bernal es devidista de la primera hora, considera un éxito la política energética hasta 2015 y me dijo en una entrevista que no hay que pensar la energía desde una óptica fiscalista. Es cierto que se vino diferenciando de Basualdo y compañía, pero su sello es el de oponerse al recorte de subsidios, política clave anunciada por Massa.

#TodosConKristalina

Está claro que hay un mínimo pacto de acompañamiento desde el silencio de la vicepresidenta y los suyos para los intentos de Massa de contener una situación muy delicada. De golpe todos fingen demencia. Se notan los esfuerzos de los ex ministros Amado Boudou o Felisa Miceli, re críticos de Guzmán, para ver “algo distinto” en lo que hace Massa. El community manager de La Cámpora está en otra, le mete al hashtag #TodosConCristina a videos contra una presunta proscripción mientras el Gobierno mete una especie de #TodosConKristalina necesitado de una urgente renegociación de metas con apoyo de la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Podría decirse que tal vez la ex presidenta se pudo asustar tanto que pasó de hostigar los intentos de Alberto y Guzmán de ordenar las cuentas a abrazar las mismas medidas pero más profundas que propone el líder del Frente Renovador. Por eso le dio la foto en su despacho del Senado un día antes de asumir, en esa misma mesa casi del Club Americano donde habían pasado el embajador de Estados Unidos, Mark Stanley, y la generala Laura Richardson, que desde el Comando Sur yankee habla de estar cerca de las elecciones de la región. 

Alguien debería advertir que no son momentos de habilitar la más mínima sospecha de que Massa puede ser otro Guzmán, otro Alberto.

Pero la discusión permanente que se expresa detrás de cada designación importante está trayendo otra vez los mismos problemas que se repiten en bucle en una alianza imposible. El dramón de la licuación rápida de todo intento de cambio de expectativas, como parecía arrancar con Massa, como pareció empezar con el arreglo con el FMI, e incluso como pudo nacer cuando el Presidente concitaba apoyos transversales contra la pandemia.

Desconfianzas de origen de los que se insultaron desde las entrañas y se arreglaron por conveniencia conviven con diferencias ideológicas y cálculos electorales, que reaparecen no bien afloja un poco el pánico. Si no puede ni nombrar a su gente, se vuelve humo aquello del “súper Massa” y se le da la razón al banquero gringo que me decía por teléfono este jueves: todo muy lindo lo que dijo, pero acá el tema es cuánto va a poder hacer, “cómo será el delivery de las medidas”.

Fingiendo demencia. Con la foto con CFK y Massa, el kirchnerismo apoya medidas que antes rechazaba cuando las aplicaban Guzmán y Alberto. ¿Cuánto dura el respaldo?

Alguien debería advertir que no son momentos de habilitar la más mínima sospecha de que Massa puede ser otro Guzmán, otro Alberto. El campo está minado. Estás a tiro de un escrache donde te dicen chorro y el video se viraliza. Perdés autoridad si empresarios amigos tuyos, como Daniel Vila y José Luis Manzano, que encima se van a beneficiar con la suba de tarifas que acabas de anunciar porque manejan Edenor, cometen el error de censurar a una conductora impresentable que te iba a criticar, se comen al caníbal.

Diez días

El Frente de Todos tiene que registrar lo peligroso de socavar a Massa, porque bastante caldeado está el clima social ante un gobierno en pisos históricos de aprobación y, sobre todo, bastante al límite está la economía que le toca administrar.

Desde que fue nombrado, las reservas del Banco Central cayeron todos los días. Lo mismo los depósitos en moneda extranjera. Los dólares financieros que aflojaron al principio se estabilizaron pero no bajan de 300 pesos. El cálculo extendido es que a este ritmo de salida de dólares hay para diez días más de reservas, según EcoGo. Después, no habrá ni para la compra de combustible, luego se para más la producción industrial por falta de insumos. El Central tiene que vender el oro para hacerse de liquidez o apelar a otras alternativas que resaltan el clima de desesperación que se retroalimenta.

Esta semana saldrá el peor dato de inflación del año hasta ahora, el de julio. Pero agosto hay que ver si se queda atrás. Las proyecciones ya van por 90% para el año.

Por eso Massa se la juega a conseguir que entren divisas ya. Negocia U$S1500 millones con petroleros, de la mano de la familia Bulgheroni, de buen vínculo con Manzano. Le tira centros al campo, que pondría otros US$1500 millones. Le pide ayuda a organismos multilaterales, y busca US$2000 millones con acuerdo con el ex enemigo Mauricio Claver Carone incluido. Sueña con préstamos de corto plazo (“repos”) de bancos de afuera para el Central. Hasta podría ofrecer acciones de la Anses en empresas como garantía. Pero nadie se muere por aceptar. Este medio confirmó que el JP Morgan y el Citi no juegan. ¿Merrill Lynch? ¿Bank of America? Cualquiera pide certeza de rumbo, difícil, o al menos, que Massa muestre que manda él. Vuelta a empezar.

No hay oxígeno. En nada van a empezar a sumarse malas noticias sobre el lomo del recién llegado. Esta semana saldrá el peor dato de inflación del año hasta ahora, el de julio. Pero agosto hay que ver si se queda atrás. Las proyecciones ya van por 90% para el año. En un mes, vas a tener las boletas de luz y gas llegando con aumento y las quejas que siempre van a estar, por más que sea justa una medida súper demorada. En septiembre sale el dato de pobreza del primer semestre. Agarrate. 

Todo en medio de una aceleración de la crisis que se aprecia en la cantidad de veces que cambian de precios los productos. El Bot de la Inflación que creó la periodista Lara López Calvo lo refleja: la leche La Serenísima aumentó 6 veces en dos meses, de 180 pesos el litro a 229. El azúcar Ledesma subió 5 veces en un mes y nueve días.


Como sea, aunque haya crisis, la Argentina siempre será tierra de nuevas oportunidades. El fiscal Diego Luciani –que está tratando de probar si Cristina lideró una asociación ilícita de afano en la obra pública– aseguró que había empresas que le hacían la gamba a Lázaro Báez para simular que ganaba licitaciones. Señaló a Esuco, de Carlos Wagner, y al Grupo Petersen, de la familia Eskenazi, por hacer ofertas tan caras que se sabía que iban a quedar descalificadas. Lejos del ruido, Esuco acaba de ganar la construcción de la planta compresora del gasoducto Néstor Kirchner. Petersen, que fue accionista minoritario de la Repsol-YPF en tiempos de Néstor Kirchner, podría beneficiarse por el juicio de los fondos buitre que le compraron derechos de litigio en Nueva York.
El fiscal, además, apuntó contra la Unidad de Información Financiera por pedir la absolución de los imputados sin mirar las pruebas. La misma UIF, vale recordar, que quedó en la mira por no apelar el sobreseimiento de Techint en la causa donde había admitido sobornos en 2014. También, lejos de esos ecos, Techint participará en la obra de los dos tramos para hacer el gasoducto. Los hará junto a Sacde, la constructora de Marcelo Mindlin, presente en la asunción de Massa.

Nombres y polémica. Gabriel Rubinstein había sido elegido secretario de Política Económica pero no llegó al cargo. Federico Bernal, anti baja de subsidios, asoma como posible secretario de Energía.