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Sociedad

Paradojas argentinas

Mar del Plata

Mientras los movimientos sociales nacionales y populares anuncian nuevos piquetes y la posibilidad de acampes sobre la Avenida 9 de Julio -en reclamo por una mejora en las condiciones económicas de un gran número de argentinos que sufren las consecuencias de la inflación, entre otros males-, este fin de semana extra largo nos mostró con claridad la contraparte de esa dura realidad en la que vivimos cotidianamente los argentinos.

Más de 4 millones de personas se desplazaron por el país para movilizar a la actividad turística, gastando en los destinos visitados 55 mil millones de pesos.

La grieta vista desde un lado y el otro ¿no?

Quienes pudieron aprovechar los 4 días feriados y visitar la Argentina en todas sus formas componen poco menos del 10% de la población que aun mantiene sus necesidades básicas satisfechas y cuenta con la posibilidad de destinar parte de sus ingresos al ocio y al esparcimiento.

Esos 55 mil millones de pesos fueron destinados a comprar los 331 mil tickets aéreos; 250 mil butacas en micros de larga distancia y 19 mil en trenes de largo recorrido que se utilizaron este fin de semana extra largo.

Este fin de semana extra largo nos mostró con claridad la contraparte de la dura realidad en la que vivimos.

También sirvieron para ocupar hoteles, aparts, hosterías y cabañas, donde en muchas localidades alcanzaron una ocupación de entre un 90 y un 100% de su capacidad.

Permitieron a los turistas comer en restaurantes y bares, comprar artesanías, contratar excursiones, cargar combustible en ruta para los que viajaron en coche, visitar shoppings y comprar regalos.

El turismo es eso, y sirve para movilizar las economías regionales.

Ese gasto a su vez se derrama hacia cientos de miles de otros argentinos que sin este movimiento turístico no hubieran podido generar esos ingresos tan esperados durante los mas de dos años de pandemia.

Pero simultáneamente un alto porcentaje de la población no puede disfrutar de las propuestas de ocio y esparcimiento porque no tiene cubiertas sus necesidades más básicas, y ahí es donde estamos estancados.

¡No se crea el cuento de que nadie quiere laburar en nuestro país, caro lector! Muchos no acceden por no estar capacitados, por edad, por falta de movilidad, pero nunca porque todos sean vagos.

Si fuéramos un país normal, solamente normal, con mas gente trabajando de manera formal, las cifras del movimiento turístico para los fines de semana largos deberían ser infinitamente superiores.

¿De que lado de la grieta están? No importa. Son millones y están del otro lado de los beneficios económicos que genera el trabajo genuino, en blanco, con los beneficios de poder contar con una obra social, una jubilación, aguinaldo y vacaciones.

Si fuéramos un país normal, solamente normal, con mas gente trabajando de manera formal, las cifras del movimiento turístico para los fines de semana largos deberían ser infinitamente superiores, solo porque el trabajo lo permite.

Y entonces, de ese reducido 10% de la gente que viaja pasaríamos a un 40 o un 50% de los 47 millones de personas que habitamos el suelo argentino. Tal vez sea una utopía, pero los empresarios no quieren limosnas de subsidios, quieren trabajar para dar trabajo, algo que la falta de certezas hace muy difícil en nuestro país