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Columnistas

Hackear el fitness desde una mirada feminista

Hackeo Fitness es un proyecto que promueve el ejercicio, pero también busca desterrar los mandatos por lograr un ideal de belleza inalcanzable y, supuestamente, saludable.

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Buceando en Instagram, Eugenia encontró un contenido que la descolocó: un video de una profesora de educación física que no tenía nada que ver con el ejercicio. Hablaba sobre hackear los mandatos de belleza y ella, acostumbrada a ver en esa plataforma recetas fits, soluciones mágicas y fotos de “antes y después” irreales, quedó desconcertada. ¿Cómo una profesora de educación física estaba diciendo, entre otras cosas, que se podía hacer gimnasia sin un look perfecto de calcita y top?

Hackeo Fitness es un proyecto creado por Florencia, una profesora que se define como “anti-fit”. Frente a los mandatos por lograr un ideal de belleza inalcanzable, y supuestamente saludable, ella propone hacer actividad física pero planteando cuestionamientos feministas que la atraviesen.

Partiendo de ejes como dejar de tener una mirada peso-centrista y priorizar la diversidad corporal, nada escapa a la perspectiva que busca construir. En su cuenta de Instagram no abundan recetas proteicas ni tips para marcar el cuerpo. Ni siquiera ella, y esto es algo que, efectivamente, se traslada a sus clases, se muestra con outfits que esteticen el ejercicio físico: la premisa es incorporar la actividad del modo en que cada une pueda y lo disfrute, así sea yendo con un jogging manchado con lavandina a las clases.

Andrea Gjestvang vía Getty Images

“A mí lo que me pasa con Flor es que yo la veo y me veo a mí: no veo algo inalcanzable; ella hace que la actividad física sea algo realmente a incorporar. Con su mensaje hace que una persona empatice inmediatamente porque naturaliza la actividad física, no la plantea como un extra en nuestra rutina”, señala Eugenia en diálogo con Diario Con Vos.

Poner bajo la lupa las exigencias fit

Con los cuestionamientos cada vez más fuertes que aparecen hacia el mundo, y los mandatos ‘fit’, que reparten a diestra y siniestra en las redes sociales estilos de vida a seguir sin considerar las particularidades de quienes leen y las consecuencias que pueden generar en elles, sobre todo en las adolescencias, ¿es posible conjugar este concepto con una mirada feminista, de género e inclusiva?

Para Florencia, creadora de Hackeo Fitness, sí. O eso intenta a partir de algunas premisas. Por un lado, corriéndose de la idea que siempre se promovió desde el fitness de que es para “mejorar el cuerpo” con una perspectiva gordoodiante. Por otro, promoviendo espacios con menos hostilidad y exclusión hacia quienes no se identifican con los clásicos dogmas o estilos de motivación de esa disciplina.

La actividad física no es propiedad intelectual de los cuerpos delgados o musculosos; tampoco es sólo de quienes se matan entrenando. Sostener una vida físicamente activa con estos pilares es, mínimamente, sacrificado y la propuesta termina siendo atractiva para una minoría”, explica Florencia y continúa: “Al principio cuesta imaginarlo, pero sin duda el fitness feminista es posible y es necesario. El mundo de la actividad física y el ejercicio no pueden seguir escapando a las transformaciones y los movimientos sociales populares. Quienes ejercemos un rol profesional en este rubro tenemos que comprometernos a transmitir otro tipo de mensajes por fuera de las narrativas del fitness tradicional, que no hacen más que alejar a quienes, en la vida misma, elegimos deconstruirnos y abrazar la diversidad en todas sus formas”.

El proyecto surgió casi como una necesidad personal basada en experiencias que había tenido de chica por haber sido gorda. Tenía la seguridad de que, eliminando estigmas y afianzando su convicción de que no hay una única forma de entrenar y de moverse, podría construir un espacio más amigable e inclusivo para entrenar.

La actividad física no es propiedad intelectual de los cuerpos delgados o musculosos

Marix, una de sus alumnas, se había intentado insertar en distintos ámbitos deportivos, pero en todos veía el mismo problema: el foco estaba exclusivamente en el cuerpo, en cómo mejorarlo para llegar a un ideal, y sin tener en cuenta lo que cada une piensa, siente, necesita y puede hacer. Después de años y procesos de buscar un camino más saludable a través de distintas actividades y profesionales, con complicaciones físicas y de salud de por medio, se topó con esta propuesta.

“Así como estamos cambiando los estereotipos de muchas cosas, me encantaría que el estereotipo de profe de educación física que tenemos todos en la cabeza no exista y que esto que trae Flor le llegue a más gente. Me encontré con una propuesta absolutamente distinta, completamente integral, que miraba mi ser y mi persona de manera integral. Desde un principio, Flor me preguntaba cosas que tenían que ver con mi integralidad, con cuestiones que tenían que ver con cómo me sentía, qué cosas me hacían bien, qué cosas me hacían mal. Cosas que me miraban más globalmente y con propuestas en su clase siempre graduadas”, cuenta.

Este último punto es una de las premisas que Florencia tiene en sus clases: que sus alumnas tengan autonomía y soberanía a la hora de decidir sobre la manera y los tiempos de mover sus cuerpos; para lo que ofrece distintas adaptaciones e intensidades de cada ejercicio.

Problematizar la actividad física

Descentralizar la importancia del peso, abrazar la diversidad y deconstruir estereotipos. A grandes rasgos, las líneas de trabajo que plantea Florencia coinciden con peleas que se dan desde los feminismos. Pero en su cabeza tiene muchísimas otras cuestiones que quiere problematizar y que están específicamente relacionados a la actividad física. ¿Qué límites se le puede poner a un profesor varón siendo una alumna mujer? ¿Por qué se sigue creyendo que hay disciplinas para hombres y para mujeres? ¿Cómo se concibe socialmente a una chica fit? ¿Qué sucede con el concepto de ‘mamá fit’? ¿Qué imagen se tiene sobre una profesora de gimnasia?

Hay que elegir muy bien desde qué lugar científico y ético se quiere comunicar. Creo que si elijo complejizar mi trabajo puertas para adentro puedo entregar hacia otres una concepción de la actividad física más amorosa y respetuosa a nivel físico sin descuidar la salud mental. Todes podemos ser fitness desde un lugar amable que respete las diversidades y escape a mandatos opresores así como al planteo de objetivos que hacen daño”, afirma.

Que este mensaje llegue a sus alumnas es casi tan importante como las técnicas que explica para hacer uno u otro movimiento. Marix señala: “En todas las clases hablamos de para qué sirven las actividades que estamos haciendo: no para llegar al verano y estar divinas y ponernos la bikini sino para sentirnos mejor; para sentirnos bien. Para mí fue un cambio radical de mirada. Estaba haciendo una actividad física que estaba super dirigida a mí, a lo que yo necesitaba. No era lo mismo para todas. Era adaptable a las distintas posibilidades y siempre hablando de cómo nos sentíamos”.

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En la misma línea, Eugenia coincide: “Desde un primer momento me pareció super amable y amoroso su mensaje. Y tenía mucho sentido con lo que estaba necesitando y creo que necesitamos un montón de mujeres o personas: que la educación física no tiene por qué ser o estar aliada a simplemente el mandato de belleza hegemónica de que tenemos que hacer abdominales para tener la panza chata y amigarse con la actividad física. Otra cosa que me gustó de Flor es que te corre todos estos mitos de ‘vos podés’, esta especie de autoayuda que también viene a aportar el fitness”.

Cada vez más se deconstruyen ámbitos y disciplinas que no estaban necesariamente vinculados con el feminismo y la actividad física no es la excepción. Si lo personal es político, las inquietudes y militancias que surgen en la vida de cada une no son ajenas a sus espacios de trabajo y es así como se logran transformaciones transversales a toda la sociedad. Florencia concluye: “Es clave como profesionales correrse de los mandatos fitness con fuego, y no con tibieza”.