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Cultura & Espectáculos

Sofía Viola, una artista fuera del sistema: "Siempre idolatré gente muerta"

“Mutante” y antisistema, también la inspiran artistas contemporáneas como Rosalía y Mon Laferte. Su desconfianza por la poca rebeldía del trap. Y cómo se siente al "bajarse los pantalones".

Hay personas que transmiten su esencia sin necesidad de conocerlas. Desde su apariencia, uno puede prejuzgar y suponer cómo es la de Sofía Viola: mutante, antisistema, ciudadana del mundo, buena onda. Al escuchar sus canciones se puede confirmar, y una charla con ella lo reafirma. El 25 de junio se presenta en el Centro Cultural Borges en el marco del Ciclo En Concierto, de entrada libre y gratuita.

Nacida en Remedios de Escalada, Lanús, desde chica estuvo muy ligada al arte y la música. Hija de una familia de artistas, la música formó siempre parte de su vida. Con solo 11 años tuvo su primera función pública, nada menos que en un programa de televisión, “Medios locos”, donde actuó y tocó la trompeta. Su destino estaba casi definido desde esa época.

Sofía dice que no se puede definir, y su música tampoco puede encasillarse. Si bien se podría rotular como “folklórica”, a lo largo de su carrera fue experimentando con distintos géneros: desde tangos, milongas y cumbias hasta vallenatos, boleros y blues. Mientras pueda transmitir lo que le nazca, y pueda tocar su ronroco o guitarra criolla, todo viene bien. “No discrimino a la música”, aseguró a Diario Con Vos.

Con solo 11 años tuvo su primera función pública en un programa de televisión.

Hoy, con 33 años, reside cerca de la casa de su infancia, en Lomas de Zamora. Pero tiene un espíritu nómade: estuvo años recorriendo todo el país, Uruguay, Bolivia, Perú, Chile, España, Alemania, Brasil, Colombia, Paraguay, México y más. En cada lugar que visitó dejó una parte de ella, por eso dice que le da igual haber nacido acá o en otro lugar. Al fin y al cabo “es todo una gran masa de tierra” y Sofía siente que “hay raíz en todas partes”.

Por eso ahora, mientras está en Zona Sur, se siente más atravesada por un “sentimiento conurbanista”: “Hay una identidad barrial que fui adquiriendo con el tiempo. En su momento supe ser muy latinoamericana, de conocer mucho nuestro continente, pero después de dar tantas vueltas me doy cuenta que es todo lo mismo y si nos seguimos poniendo rótulos nos separa un poco”.

—Entonces se podría decir que sos una “ciudadana del mundo”.

—Me siento un poco así, tengo toda la data de los lugares que fui y se me fueron esos límites un poco. Tengo esa sensación de no tener una patria en sí, nunca me sentí re argentina. Sí sentí eso de ser muy latinoamericana, sentir correr la sangre de nuestro continente. Hoy por hoy me siento más conurbana que latinoamericana, pero con las raíces expandidas por todo el mundo.

—¿Qué te genera viajar?

—Es un alimento que necesito cada tanto, más allá de si voy a tocar o no. Tengo curiosidad por los paisajes, por las culturas, los lugares,lo musical, las comidas, los tejidos, las danzas… la cultura general de cualquier lugar me parece enriquecedora para mí, para mi música y mi espíritu. Cada lugar tiene un espíritu. Me iría cada vez a un lugar más exótico a desconocerme. Todos los viajes tienen un trabajo de introspección.

—Dijiste que no te sentías particularmente argentina, ¿no extrañas entonces cuando te vas?

—No estoy arraigada, me adapto al lugar donde esté, exceptuando los países del norte, donde me costó más. Sí me hace ver que en todos lados hay conflictos, en todos los países se está transando para destruirlo todo y chuparse todos los recursos. Me hace apreciar dónde vivo también, dónde elijo estar hoy.

—¿Te ayuda a destapar la creatividad?

—Acumulo vivencias y después escribo. O algo me atraviesa y empiezo a componer. Me di cuenta que puedo componer en el 160 yendo a Capital, o en el tren volviendo. La inspiración puede aparecer en cualquier lugar. Pero la experiencia, la acumulación, se vuelve canción en algún momento. La música sí puede estar influenciada por el lugar en el que estoy.

Aunque siempre idolatré gente muerta, hoy me mueve un montón la Rosalía: la escucho en una entrevista y me dan ganas de componer.

—¿Y cómo es tu proceso creativo?

—No pienso mucho, las canciones salen solas. A veces parece que no las escribo, que ya están escritas. Es vivir y de repente decir algo, pero no sé bien cómo ni qué voy a decir. Me siento incentivada por artistas que me mueven. Hoy por hoy me mueve un montón la Rosalía, la escucho en una entrevista y me dan ganas de componer, de ser más creativa. Siempre idolatré gente muerta, y me encuentro con una artista actual que me representa en un montón de cosas.

—¿Qué otra música escuchás?

—De antes Tita Merello, Violeta Parra, Chavela Vargas. Ahora Mon Laferte me incentiva un montón: borda, pinta, canta, produce sus cosas. Me gusta eso de la autogestión. Me siento identificada, muy cercana en conceptos de las ideas que una tiene, que se puede estar en el mainstream y tener una vida agradable y linda. Yo no busco fama, estoy buscando transmitir algo que me sale desde un lugar muy amoroso, y tirar buena onda. Eso tenemos que hacer los artistas: contagiar buena energía, que una persona que trabaja 8 horas y viaja dos para ir al trabajo pueda escuchar un poco de música y sentirse mimado por una canción.

Transformación y adaptación constante

Sofía dice que no puede definirse porque está en constante movimiento, no solo físico, con sus viajes, sino también en su forma de ser: “Soy una mutante, estoy en mutación. Todo el tiempo voy cambiando, soy muy distinta a hace un año atrás, por ejemplo. Me voy adaptando a distintas vidas”. Pero así como ella atraviesa estos procesos de metamorfosis, su música también se ve afectada.

—¿En qué momento de transformación te encuentro?

—Estoy con muchas ganas de explotar una parte más bailable, incorporando también un poco de modernidad, porque soy un poco rústica. Siempre tuve una resistencia por no dejar entrar el mundo más digital o electrónico. Ahora me compré una guitarra eléctrica y tengo un montón de composiciones nuevas. Está requiriendo de otros instrumentos, otras sonoridades.

Se puede estar en el mainstream y tener una vida agradable y linda.

—¿Estás preparando un disco?

—Si, son canciones nuevas, va a mostrar mi faceta más actual y vamos a meternos en estos mundos sonoros un poco más digitales, pero con instrumentaciones también más exóticas, más étnicas, sonidos de Oriente. Me viene atravesando mucho la música árabe, hindú. Es un momento de un renacimiento en lo musical, una etapa nueva.

—Hace ya unos años están de moda sonidos más digitales, como el trap. ¿Te gusta?

—Me encanta, estéticamente está muy bueno. Aprendo mucho de ese lenguaje, me incentiva, me dan ganas de componer, le encuentro una riqueza y una lírica muy buenas, artistas tremendos que respeto un montón. Después la lírica es muy de cada uno, de donde venga tu data. Me gusta que haya un lenguaje como lunfardo, arrabalero, de la calle. La música está buenísima en todos sus aspectos, hay música para todes. Pero siento que está sobrevalorado, es muy inocente.

Vienen estos nenes del trap a decir “me pongo Versace y el moño de Nike”. Dale chicos, ¿no están en disconformidad con nada?

—¿Qué es lo que no te cierra?

—Soy de una generación más antisistema, y vienen estos nenes a decir “me pongo Versace y el moño de Nike”: muy cipayo (se ríe). Dale chicos, en serio, ¿no están en disconformidad con nada? ¿Todo es un culo meneando? ¿No hay nada más de que hablar?

—Sin embargo, parece haber calado muy hondo culturalmente.

—Me interesa como fenómeno cultural. Me encanta que los pibes hayan podido lograr ser independientes, como que se corrieron un poco del sistema, aunque estén entregados de alguna manera. Creo que también tiene su rebeldía estar tan entregado al sistema, que si tenés papás hippies digas “me pongo el moño de Nike”.

—Te plantás mucho en esa postura antisistema y tenés convicciones muy marcadas ¿Nunca transarías por nada?

—Ya lo hice, ya me bajé los pantalones y todo bien. Sé que por ahí no valoran lo que hago. Los municipios me llaman por el Día de la Mujer, ¿por qué no me llaman el resto del año? Nos utilizan. O algún evento que tengo que tocar para cierta personalidad de la política… me genera un montón de contradicciones, no es que voy re contenta y sonriendo. Voy con mis protecciones energéticas. Si tengo que cantar para alguien que no me agrada pero me están pagando bien, lo voy a hacer porque en algún punto es mi cliente. Si es una mala persona o me cae mal no tengo que decir nada al respecto, puedo ir y hacer mi trabajo porque soy profesional.

Ser antisistema dentro del sistema

Todo el mundo tiene sus contradicciones. Según la cantautora, "uno no es lo mismo siempre, va cambiando". Lógico, nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, pero hay quienes no saben cómo hacer frente a las contradicciones. Ella tiene claro por qué y para qué hace su música, por más que sienta que es "estar en el sistema por mas que sea anti sistema".

—¿Te dan ganas de terminar de salir del sistema?

—No puedo zafarme, tendría que irme a la montaña, sin internet y sacar agua de un pozo. Siento que tiene sus atractivos también, como esto de estar en una ciudad y poder tomarme un bondi y compartir con amigos guitarreando. No me mueve la plata, me representa la austeridad, aunque me gusta el lujo en otras cosas.

—¿Que tipo de lujos?

—La comida. Me gusta tener mucha verdura y mucha fruta, convocar a la abundancia en la casa. Nunca escatimo a la hora de comer algo rico y bueno. Me gustan las joyas, un poco la ropa, pero también me gusta la feria americana, porque antes las telas eran buenas. Me parece un lujo ir y poder pegar una buena chaquetita.

—Son lujos bastante austeros.

Puedo vivir sin heladera, no necesito muchas cosas. Mismo con los instrumentos. yo con mi guitarrita estoy joya. Con tomar unos mates a la mañana estoy hecha. Mates, buena compañía, escuchar linda música y que el día vaya pasando. El lujo de tener tiempo para vivir y no estar hasta acá de trabajo siempre, poder disfrutar de los afectos y de la vida.

—En unos días te presentás en el Borges. ¿Qué vas a hacer?

—Voy a llevar mi ronroco, la guitarra eléctrica y la criolla, el pandero, a compartirme en lo íntimo, canciones más nuevas. Se da una atmósfera más intima al estar en un espacio sin otros músicos, se vuelve como más ritual. Lo que ofrezco es eso: una ceremonia de risa, de llanto, de música, de ritmo y compartirme así, a corazón abierto.