El hijo menor del expresidente Fernando De la Rúa, Fernando "Aíto", desmintió la información reproducida por el programa A la Tarde de América TV, según la cual su empresa Spinoza hace pruebas en Palermo con hongos y trufas psicodélicas, que estarían prohibidos en Argentina para este uso.
Desde Amsterdam, Holanda, De la Rúa junior explicó que le “apasiona” todo lo que está relacionado con la psilocibina- un componente activo de algunos hongos alucinógenos- y que realiza investigaciones sobre este compuesto “dentro del marco legal” de la ciudad en que vive. “No hacemos nada de esto en la Argentina”, dijo.
“Aíto”, como es conocido el menor de los hijos del expresidente, negó que Nómade Lab, un negocio en Palermo que está linkeado a su cuenta de Instagram, trabaje con psilobicina y abogó por la seriedad de su trabajo. “Lo conozco (a Nómade Lab) porque es de unos amigos. Pero no operamos el lugar, no estamos ahí y jamás haríamos ninguna de estas cosas. Nada de eso pasó, es el rumor versus la verdad. En Palermo no se hace esto, es el lugar de unos amigos que básicamente hacen terapias psicológicas de transformación, meditación”, dijo.
En Palermo no se hace esto, es el lugar de unos amigos que básicamente hacen terapias psicológicas de transformación, meditación.
“Tenemos una compañía donde investigamos los beneficios que tiene esto para la salud, es un tema totalmente terapéutico y está encarado con tanta seriedad… No solo por el Estado holandés, sino por universidades importantes del mundo, como la Johns Hopkins de Estados Unidos”, aseveró De la Rúa en Radio 10.
De la Rúa pidió cambiar el tono en que se ha abordado el tema en los medios de comunicación- que vieron en su caso un potencial escándalo- y planteó que se está viviendo una tendencia de resurgimiento de los hongos: “En los 60 se investigó mucho sobre esto, después hubo una prohibición del gobierno de Estados Unidos y ahora los psicodélicos, no solo la psilocibina, tienen un nuevo resurgir”.
"Aíto", además, contó que se interesó en este tema al ver la depresión y a la ”gente sufriendo” en el mundo, y relató: “Cuando me puse a averiguar, entendí que acá había una posible solución a futuro y me dio mucha intriga. Viajé a Holanda, me conecté con gente muy especializada en las universidades, con neurocientíficos, médicos, que finalmente fueron amigos y compañeros de trabajo”.
