Un texto construido a través de pequeñas historias, de retazos de vidas, de superaciones del dolor y caminos que, aunque trazados de antemano, siempre sorprenden. Kim Thuy nos muestra que no existen las pasiones puras y que detrás del odio mas extremo puede existir el amor mas genuino.
Vietnam es un país cruzado por la violencia, guerras que se sucedieron unas a otras, terribles, que involucraron una parte del mundo como protagonistas y al resto como espectadores. Guerras que duraron décadas
Y detrás de ellas un mundo de violencias cotidianas que han cruzado las pequeñas historias de los habitantes de la región. Indochina fue la madre de un proceso que desató las peores muestran de la diabólica imaginación criminal disfrazada de guerra, un muestrario de horrores, inhumanidad y perversión. Un catálogo de experiencias criminales.
En este contexto sucede EM.
Y todo el libro de Kim Thuy, con el marco cotidiano de la guerra como trasfondo y registro, es un canto a la belleza, a la sensibilidad, a los pequeños detalles y a los invisibles hilos de la amorosidad escondidos en cada gesto, en cada decisión y cada silencio.
Un libro escrito de retazos, pero no cualquiera, sino pedazos de hilos de distintos tonos que, entrelazados, gestionan una urdiembre delicada y de hermosos tonos pastel. Hay una constante en la que luego de mostrar que todo lo peor podría suceder, cada historia se decanta por la situación mas humana, por una poética de la sensibilidad y del gesto que ordena situaciones y nos embarca en un puerto que logra depositarnos en destinos mejores.
Las máquinas de guerra no tienen rostro humano, pero Kim Thuy logra esbozarlos.
Microhistorias que nacen una de otra; personajes que entregan la posta al siguiente en un relato general que va y vuelve en el tiempo indicando los procesos generales de la historia de una de las guerras mas violentas del siglo XX, pero siempre optando por los circuitos que nos devuelven a un mundo de sensibilidades posibles.
Un libro escrito de retazos, pero no cualquiera, sino pedazos de hilos de distintos tonos que, entrelazados, gestionan una urdiembre delicada y de hermosos tonos pastel.
El amor y la muerte no necesitan llamar dos veces para hacerse oír, son demasiado potentes, totalizadores. Dormirse en la noche siendo niños y despertar en la mañana siguiente siendo huérfanos, mutilados o heridos de guerra. Del mismo modo: llegar al otro lado del mundo siendo jóvenes hijos de granjeros y convertirse en pocos días en máquinas asesinas e insensibles. Y en medio de eso las pequeñas historias, de humanidad infinita.
En medio de un bombardeo devastador bajar de un helicóptero para tender la mano a una niña aterrada, regalos a una adolescente que solo tiene su cuerpo para sobrevivir entre sabanas hediondas o una misión urgente para salvar a miles de niños huérfanos rescatados de las calles de un Saigón que solo entrega olores nauseabundos, hambre o desesperación y llevarlos a países seguros.
Un mundo de sencillos gestos, en el que la verdad aparece fragmentada, incompleta, inconclusa en el tiempo y en el espacio ¿Sigue siendo la verdad, a pesar del desorden, los impactos emocionales y la subjetividad de las miradas?
Un libro de historias que se narran, pero que no buscan juzgar, esa será una tarea del lector. La autora propone belleza en medio de la desolación y detalles sensibles a pesar de las sombras. Siempre habrá espacio para alegrías y encuentros amorosos, aun en los peores escenarios, en las peores situaciones posibles. Thuy enseña a no desesperar, sin olvidar, y encontrando manos amigas en cada una de las historias del libro hace crecer la magia del texto hasta emocionar.
¨La guerra, de nuevo. En todas las zonas de conflicto, el bien se cuela y encuentra un sitio hasta en las propias fisuras del mal. La traición culmina en el heroísmo, el amor flirtea con el abandono. Los enemigos avanzan unos hacia otro con un solo objetivo: vencer. En ese ejercicio común, el humano revelara a la vez su fuerza, su locura, su cobardía, su lealtad, su grandeza, su tosquedad, su inocencia, su ignorancia, su religiosidad, su crueldad, su valentía¨.
Discreta a la hora de narrar, cuidadosa cuando describe, y muy cercana cuando se trata de mostrar los desbordes de la sensibilidad, la autora construye amorosamente en un pasado de dolor un presente donde el amor es la base de las relaciones entre individuos sobrevivientes.
EM es el imperativo de ¨amar¨ en francés, toda una declaración de principios desde el título mismo. Un libro delicadamente bello, que enseña que el amor siempre esta, a pesar de la violencia, el dolor y la adversidad.
