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Columnistas

Volver a marchar, a siete años del primer Ni Una Menos

Ni Una Menos

Después de dos años de pandemia, los feminismos vuelven a encontrarse de manera masiva en las calles en el séptimo aniversario del Ni Una Menos. Ese colectivo, que surgió en el 2015 a partir del femicidio de Chiara Páez, y que significó un antes y un después en el reclamo por el fin de la violencia machista, convoca a una marcha este viernes 3 de junio a partir de las 17 horas en la Plaza del Congreso; que se replicará en distintos puntos de todo el país.

A siete años de ese hito y habiendo conseguido la conquista del aborto, una de las peleas más importantes del movimiento, ¿cuáles son las reivindicaciones que ocupan la agenda hoy en día? ¿Qué expectativas hay en torno al regreso a las calles?

En diálogo con Diario Con Vos, las activistas Marta Dillon, Luci Cavallero y María Belén Correa aportan su mirada de cara a una nueva movilización.

El regreso a las calles

A excepción de las manifestaciones del 10 y 30 de diciembre del 2020, cuando se ganó la sanción de la ley 27.610 por el aborto legal, las marchas quedaron suspendidas por las medidas sanitarias que impuso el Covid-19. Si bien surgieron algunas convocatorias para salir a las calles, este #3J será el primero, después de dos años, en el que el llamado a recuperar el espacio público es masivo. 

Los motivos sobran: en lo que va del 2022, el Observatorio Ahora que sí nos ven registró 119 femicidios, lo que implica que un varón asesina a una mujer cada 29 horas. Las cifras que no bajan, sumado al agotamiento de poner el cuerpo durante la pandemia como ningún otro sector de la población, generan un desgaste que, sin embargo, no impide que el grito para poner un freno a los femicidios y transfemicidios siga alzándose.

“Obviamente la pandemia ha sido devastadora en relación a las movilizaciones. Así y todo, el 8 de marzo fue masivo. Creo que la sociedad está con un quiebre y los feminismos no están separados del resto de la sociedad”, señala Marta Dillon, periodista, editora de Las12 y creadora de SOY, y cofundadora del movimiento Ni Una Menos. Y agrega: “En la vida cotidiana se ve el nivel de cansancio que dejaron dos años de medidas extraordinarias, de miedo a que se muera gente querida, de mucha gente que se murió, de cambiar la forma de trabajo. Me parece que eso no está suficientemente evaluado como para evaluar qué sucede en los feminismos”.

Como contracara, aparecen las expectativas de recuperar las calles y, también, de reconstruir una agenda después de haber ganado una pelea histórica como la del aborto, que tomó una masividad e impulso social pocas veces visto.

La agenda de reivindicaciones

Con la demanda contra la violencia machista como bandera permanente, el avance de las conquistas de los feminismos abre nuevos reclamos y derechos por conseguir. Hace tiempo se instaló una petición que toma cada vez más fuerza y que se convirtió en el eje de la militancia: la autonomía económica como herramienta indispensable para salir de los círculos de violencia.

Así, el colectivo Ni Una Menos acordó, en la misma línea que para el Paro Internacional de Mujeres y Disidencias del pasado 8 de marzo, la consigna “Vivas, libres y desendeudades nos queremos”. Luci Cavallero, licenciada en Sociología, investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e integrante del colectivo, afirma a este medio: “La agenda de reivindicaciones está muy anclada en el eje de la distribución económica, es el centro de la discusión en este momento. Creo que hay tres reclamos fundamentales que van al corazón de la posibilidad de vivir una vida autónoma para las mujeres, lesbianas, travestis y trans”.

Entre los puntos que enumera, la socióloga destaca la necesidad de la extensión y ampliación de las moratorias previsionales que vencen en junio y que permitieron que muchas mujeres puedan jubilarse; un salario universal en donde el Estado reconozca y se haga cargo del trabajo que implican las tareas de cuidado; y el reconocimiento y remuneración de la labor de las promotoras que abordan y asisten la violencia de género en los barrios.

En esa línea, Dillon coincide en que este último reclamo podría consolidarse como el próximo gran pilar de los feminismos. “Lo que podría llegar a aglutinar fuerzas es el salario para las cuidadoras: en eso entran les trans, las travestis, las mujeres de los barrios, todas las personas que acompañan situaciones de violencia y que acompañan a quienes viven en la calle. Reconocer el cuidado comunitario como un trabajo podría ser un punto de agenda que podría ser masivo. Por ahí con una composición distinta a la de aborto, que había mucha más clase media, pero me parece que es un punto de agenda muy importante”, analiza.

Creo que la sociedad está con un quiebre y los feminismos no están separados del resto de la sociedad.

Marta Dillon

Más allá del enclave económico, las reivindicaciones son múltiples y muchas se exigen desde hace años. Entre ellas aparecen la reforma judicial feminista; la demanda contra el abuso sexual en la infancia y la exigencia de que se escuche y crea a les niñes; la demanda contra el chineo y contra el racismo; el desprocesamiento de Miranda Ruiz, médica procesada por haber realizado un aborto y, junto a eso, el cumplimiento en todo el territorio nacional de la Ley IVE; el fin de la patologización de los cuerpos gordos; más presupuesto para el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidades; el cumplimiento de las leyes Brisa y Acompañar; y, entre lo más solicitado en los últimos tiempos, la conquista de una Ley Integral Trans.

María Belén Correa, activista y fundadora del Archivo de la Memoria Trans, de la Asociación Travestis, Transexuales y Transgénero de la Argentina (ATTTA) y de la Red LacTrans, explica: “La Ley Integral Trans es una ley lo suficientemente alta como para poder contemplar todo lo que no entró -o lo que no fue tan específico como para que fuera entendible en la Ley de Identidad de Género-. Intensifica el área de salud, habla de vivienda, habla de trabajo, habla de las personas privadas de su libertad, habla de las personas jóvenes o adolescentes, habla de las niñeces trans, y habla de una reparación histórica para las personas mayores de 40 años (muy pequeña, pero es a modo simbólico)”.

La agenda de reivindicaciones está muy anclada en el eje de la distribución económica.

Luci Cavallero

A este punto fundamental, la activista agrega un pedido más, que considera una deuda histórica: que los organismos de derechos humanos reconozcan a las personas LGBTTIQ+ que fueron víctimas del Terrorismo de Estado y que salgan a la luz los 400 legajos que dejó Carlos Jáuregui sobre esa época.

Múltiples, interseccionales, transversales, nuevos y de hace años: los reclamos que se aúnan en la séptima movilización de otro 3 de junio son variados, pero se funden en una misma lucha que grita una vez más: Ni una menos, vivas nos queremos.

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