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Sociedad

Carlos Álvarez Nazareno: "Con Milei no avanza la libertad, avanza el racismo"

El coordinador nacional del Programa de Afrodescendencias de la Secretaría de Derechos Humanos opinó sobre el despertar anti racista del Estado.

Este fue un 25 de mayo especial para los afrodescendientes de Argentina porque coincidió con varios hitos en la lucha contra el racismo y el reconocimiento de esta comunidad en el país: el censo abrió la posibilidad a todos los argentinos de identificarse como afrodescendientes; el Gobierno publicó un decreto de regularización migratoria masivo para senegaleses, haitianos, dominicanos y cubanos y, como si fuera poco, el Banco Central comenzó a imprimir un billete de 500 pesos con la figura de Remedios del Valle, una referente afro de la emancipación patriótica que cuestiona el mito de la “Argentina blanca”.

Por eso fuimos hasta la casa de Carlos Álvarez Nazareno, sociólogo y activista, coordinador Nacional del Programa de Afrodescendencias de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, para conversar sobre este despertar antirracista que se está produciendo en el Estado. En pleno barrio de La Boca, nos recibió con los tradicionales pastelitos patrióticos y un café negrísimo, bien cargado.

-¿Cómo interpretan hoy la independencia de Argentina desde las comunidades afrodescendientes?

-No podría hablar por todas las comunidades, pero sí como un integrante de este movimiento. Los procesos revolucionarios son nuestra historia. La Revolución de Mayo tuvo como protagonistas a las comunidades afrodescendientes; entramos en ese proceso para conseguir nuestra libertad del yugo esclavista y colonizador. Por eso hubo batallón de pardos y mulatos, por eso María Remedios del Valle luchaba por la libertad de sus hermanos y hermanas. No éramos solamente el aguatero, la mazamorrera, la vendedora de empanadas. Y tampoco esos personajes hayan sido como se los muestra: siempre felices y contentos de servir. Si esto es así, es porque pasamos del sistema esclavista a la servidumbre. Por eso es tan importante reivindicarla en un billete. Mostrar que fue una luchadora de la emancipación social y que, en ella, está también la lucha del soldado Falucho, de Juan Bautista Cabral y de un montón de mártires que pusieron el cuerpo por esta libertad. Por eso, la Revolución de Mayo sigue teniendo mucho que ver con nuestra revolución, con nuestra lucha por la emancipación del colonialismo y del racismo. Ese impulso está hoy en los esfuerzos para que el Estado Nacional nos garantice esa inclusión que por derecho hemos ganado.

Soy el primero de mi familia que logra un título universitario.

–¿En qué notás la falta de inclusión?

–Nosotros no tenemos mayores niveles de deserción educativa porque nuestros jóvenes sean menos inteligentes. Las mujeres afro no están sobre representadas en los trabajos domésticos porque sean más serviciales. No: eso es el producto de un racismo estructural que sistemáticamente nos coloca allí. Nosotros luchamos por tener mejores condiciones que nuestros padres y nuestros abuelos. Yo, por ejemplo, soy el primero de mi familia que logra un título universitario. Por eso valoramos tanto la creación de universidades descentralizadas. Pero aún con eso, a las personas afrodescendientes nos cuesta llegar. 

-¿Notás un avance en las políticas de reconocimiento hacia los afrodescendientes?

-Estamos transitando el decenio para los pueblos afrodescendientes que insta a los estados a generar políticas públicas y acciones afirmativas sobre reconocimiento, justicia y desarrollo. Este proceso tuvo un fuerte impulso en la tercera conferencia de la lucha contra el racismo de Durban en 2001. Naciones Unidas le pidió a los estados que generen estadísticas y tengan datos para trabajar el racismo y la exclusión. De ahí que Uruguay, Brasil, Ecuador, Venezuela y Colombia impulsan estas leyes en Latinoamérica. También se consolidó el concepto de afrodescendencia para dar cuenta de los legatarios de la trata de esclavos en las Américas. Nosotros entramos negros y salimos afrodescendientes de allí. Dejamos atrás el concepto de la negritud, que es un concepto colonial sumamente estigmatizante. Sabemos lo que significa decir ´negro´ en Argentina.

-Casi siempre es un insulto y va acompañado con un “de mierda”, casi por default…

-Exacto. Y todo el campo semántico es negativo: día negro, trabajo en negro, negrear.

-¿Cuál fue el resultado de la pregunta por la descendencia en el censo?

-Dio cuenta de que en 2010 había 150 mil personas que se reconocían afrodescendientes y nos permitió formarnos una imagen de nuestra presencia en las 24 provincias. Otro dato interesante fue que el 92% de los afrodescendientes que viven acá son argentinos, lo que rompe con ideas sobre que somos extranjeros, que acá 'no quedaron afrodescendientes' o que 'murieron todos'. En ese censo hubo dos formularios, uno básico y uno ampliado. La pregunta por los afrodescendientes estaba solo en el ampliado, que se hacía en comunidades con menos de 50 mil personas. La presencia de las comunidades afrodescendientes es mayor en grandes centros urbanos. Entonces hubo grandes niveles de subregistro.

Tenemos muchas denuncias sobre censistas que se saltaban la pregunta por la afrodescendencia porque te veían fenotípicamente blanco.

-¿En este último se corrigió?

–Sí. El gran logro, ahora, fue que se le preguntó a los 47 millones de argentinos si eran afrodescendientes o tenían un antepasado negro. Aún hoy lo estamos analizando porque hay varias miradas al respecto. Esos son debates que se darán en un año y medio más, cuando estén los datos. Preliminarmente se podría cuestionar que no hubo una campaña de sensibilización o concientización sobre el tema, para comunicar a la comunidad afro que se estaba instalando la pregunta y para contarle a la sociedad en general la importancia de esta inclusión. Tenemos muchas denuncias sobre censistas que se la saltaban porque te veían fenotípicamente blanco. La afrodescendencia está ligada con una ancestralidad y reconocimiento. Puedes no tener la carga de melanina en la piel que tengo yo y ser un afrodescendiente. Hay mucho mestizaje en este país y eso incluye a los afrodescendientes. Mucha gente expresó su molestia por estas preguntas. ‘¿Por qué me preguntas si soy negro?’, decía mucha gente, y ahí se nota que faltó informar. Para nosotros, sin embargo, fue una gran alegría, un reconocimiento del Estado.

Carlos Álvarez Nazareno

-¿Y alcanza con el reconocimiento?

-No, claro que no, pero es importante. Eso no quita que tengamos ahora que avanzar en el desarrollo de nuestras comunidades, porque hay brechas en la educación, en la salud, en el trabajo. Tenemos que terminar con la justicia racializada, dejar atrás el perfilamiento racial. Hay todo un sector que lucha contra la violencia institucional, pero aún hay mucho trabajo porque las fuerzas de seguridad tienen un alto nivel de racismo. No solo porque persiguen al pibito con gorra y zapatillas, sino porque operan juzgando según el nivel de melanina en la piel. Esto se expresa en su mayor nivel con los senegaleses de la calle, a quienes los hostigan, piden coimas, persiguen y les sacan la mercadería. Es un continuo con toda la población: mientras menos blanco seas, más sospechoso sos.

-¿Qué implica contame el decreto de regularización para las comunidades senegalesa, haitiana, dominicana y cubana?

-Es un gran avance para la Argentina. Las comunidades senegaleses llegaron acá a comienzos de los 90, luego en los 2000 en una segunda oleada, y desde ahí sistemáticamente siguieron viniendo. Todos con el mismo perfil: varones, jóvenes, que trabajan en la venta ambulante. Luego vinieron sus familias, esposas, o construyeron nuevas familias acá.

Las comunidades de República Dominicana, Haití y Cuba vinieron en oleadas parecidas y fueron encontrando sus propios nichos para la inclusión social. Recordemos que las mujeres dominicanas estaban muy estigmatizadas y relacionadas al mundo del trabajo sexual, la trata de personas. Y los varones, al narcotráfico.

Estas medidas impactan en la protección porque estas personas, al no tener un estado migratorio regularizado, tienen problemas para acceder al trabajo, al alquiler y a cualquier derecho social que brinde el Estado. La residencia precaria no funciona para esas cosas. A muchas de las políticas de protección que llevó a cabo el Estado durante la pandemia estos colectivos no accedieron por no tener DNI. Entonces era una situación de injusticia y de discordancia con el espíritu de la ley de migraciones de 2005, según la cual todas las personas que entran a Argentina tienen el mismo derecho que cualquier persona nacida en este territorio.

-¿A cuánta gente afecta?

-Estimamos que son más de 20 mil personas, pero ese es un trabajo que precisamente develará esta política, porque muchas de estas personas tienen ingresos por pasos irregulares, lo que trae problemas para la regularización. La resolución da un plazo de 90 días para efectuar esa regularización, y vamos a generar varias acciones desde Migraciones y la Secretaría de Derechos Humanos para garantizar la regularización. Ellos son los primeros interesados en estar regulares para mejorar sus condiciones. Los trabajadores ambulantes senegaleses, distribuidos por todo el territorio nacional, no trabajan en la calle exclusivamente por su deseo, sino porque es la primera puerta de posibilidad que les da esta sociedad. Muchos de los compañeros de África tienen grandes niveles de capacitación, hablan cuatro idiomas y sin embargo, su inserción laboral es muy difícil. Por eso creemos que con esto se da un paso hacia la igualdad.

-En Colombia, el candidato presidencial Gustavo Petro sumó a Francia Márquez, una afrodescendiente, como su vicepresidenta, lo que generó gran conmoción en esa sociedad ¿Cómo ves vos los efectos de esta mayor visibilidad en la política para las comunidades afro?

-Ocupar esos espacios es un gran paso que comenzó, sobre todo, con Obama. Antes estaba Condolezza Rice, pero a ella lo negra no le quitaba lo facha. Pero Obama, Kamala Harris, Epsy Campbell en Costa Rica, la figura de Francia Márquez en Colombia… todos ellos abren espacios que fueron históricamente vedados para nuestras comunidades. Es una transformación política y los partidos tienen que incluir estas agendas. No solamente la pobreza y el género. Esa inclusión es un mensaje para nuestros niños: decirles que otro mundo es posible. En la educación argentina aparecemos sólo para el 25 de mayo, con la vendedora de empanadas, el negrito del aguatero, el velero: a los niños les pintan la cara con corcho para personificar a esas figuras. En los libros, te muestran una negritud que estaba y supuestamente ya no está, una negritud bien salvaje, semidesnuda y con lanzas que vendría a representar a África.

La visibilidad afrodescendiente en política empezó con Obama. Antes estaba Condolezza Rice, pero a ella lo negra no le quitaba lo facha.

En los medios de comunicación, hoy te muestran la “viruela del mono” y ponen fotos de afrodescendientes enfermos. De nuevo aparece la piel oscura asociada a los monos ¡a pesar de que la noticia es que la enfermedad apareció en Europa! Por eso agradezco a Diario Con Vos y a los medios que pueden mostrar otra perspectiva para nosotros. Los negros no sólo somos buenos para la danza, la percusión, los trabajos de fuerza y los deportes. Es muy importante que nuestros niños puedan pensarse médicos, abogados, ingenieros o presidentes. En ese sentido son importantes los Obama, las Francias y Kamalas Harris.

-¿Y qué te pasa con el fenómeno de Javier Milei?

-Me tiene preocupado, porque es una corriente que ya apareció en Europa, que acá llegó y ha crecido. Hace unos años veíamos a referentes como Miguel Ángel Pichetto, como altamente racistas y xenofóbicos, pero lo de Milei es de otro nivel. Porque él vuelve a poner sobre el tapete la inseguridad y la violencia racista. Sus discursos habilitan mayores niveles de violencia racista con la reivindicación de una libertad racializada. Con él, crecen los skinheads.

-¿Por qué? Él se abandera con la filosofía del liberalismo que, en teoría, es contraria al racismo.

-Con Milei no avanza la libertad, avanza el racismo. Porque en la práctica, él apunta contra quienes trabajamos por solucionar los problemas de esta sociedad y nos señala como el problema mismo: el combate a la pobreza, los planes sociales, el ministerio de la Mujer, la Agencia Nacional de Discapacidad, el Instituto de Asuntos Indígenas… a nosotros debe vernos como lacras. Al Estado, en general, lo ve como una lacra. Por otro lado, para él la blanquitud es la marca de la identidad argentina. Nosotros estamos movilizando el significado de esa identidad para ser incluidos, pero esta gente sigue centrada en los derechos libertarios de los blancos de la clase media. Por eso es preocupante que, además, tengan llegada en los sectores populares, porque allí es donde más afloran las violencias.

-Allí, generalmente, se usa la palabra ‘negro’ de manera cotidiana. El año pasado, en Inglaterra, el jugador Edinson Cavani le dijo ´negrito´ a un compañero y lo sancionaron ¿Cómo pensás vos el uso de esta palabra?

-Abrimos acá un campo muy interesante. Es importante que acordemos que el racismo tiene distintos niveles y modos de reproducción. El estructural, del que te hablaba antes; el cotidiano, que es el que uno siente cuando en la calle te gritan ‘negro de mierda, volvete a tu país’ y el racismo en el lenguaje, que es otro modo de reproducción de las condiciones de inequidad. Así como se piensa en un lenguaje no sexista, lo inclusivo también debe extenderse a lo racial.

El concepto de negro fue creado por el esclavizador. La ideología racista tiene su ancla allí: en decir que si teníamos mayor carga de melanina en la piel, si teníamos el cráneo de determinada forma o venías de tal o cual lugar, eras menos desarrollado, valías menos que un animal, no tenías alma. Esos son los fundamentos del esclavismo que les permitía explotarnos y enriquecerse con nuestro trabajo.

El concepto de negro surge para quitarnos todo tipo de identidad cultural, pero nuestra historia no nace con la colonia y el esclavismo. Tenemos civilizaciones enteras: la humanidad nació en el continente africano. A lo que nosotros instamos es a no reproducir esa ideología a través del lenguaje.

Yo no voy por ahí saludando a la gente 'hola, blanco'. Entonces no quiero que cualquiera me diga '¿cómo andás, negro?'.

Dicho eso, es importante recalcar que hay comunidades que reivindican posiciones como las de la teoría de la negritud de Frantz Fanon, que intentan reconfigurar el concepto de negro de manera positiva. Es lo que pasó con la homosexualidad también, con lo queer, con los que se reivindican putos y transforman en motivo de orgullo aquello que es señalado como vergonzoso. De la misma forma, hay compañeros que se reivindican negros y eso es respetable.

-¿Y en tu caso personal?

-Yo creo que tiene que ver con el contexto, el respeto y la identidad. Yo no voy por ahí saludando a la gente 'hola, blanco' entonces no quiero que cualquiera me diga '¿cómo andás, negro?'. A menos que yo lo autorice. Si yo te digo 'me llamo Carlos', eso te habilita a llamarme así. Con lo de negro, es una cuestión de confianza y también de posición. Uno detecta desde dónde te lo dicen. Estas tensiones se explicitan, por ejemplo, cuando te dicen 'hola, negro' y uno les responde 'hola, blanco'. De inmediato las personas se sienten interpeladas y te preguntan si te ofendiste. Y no es eso. Es que allí queda explícito cómo se filtran estas categorías vinculadas a la supremacía, esta herencia del esclavismo.