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Mundo

Marco Sepúlveda y sus fotos de la revuelta chilena: "Los jóvenes transformaron la conciencia del país"

Hijo de exiliados chilenos, Sepúlveda viajó de Suecia a su país durante las protestas de 2019. Cómo logró superar la desconfianza de los manifestantes. Las palizas de Carabineros. Y su opinión sobre el flamante gobierno de Boric. 

A fines de 2019, Chile fue un polvorín. La dificultosa encrucijada económica y la creciente represión sobre la juventud produjeron un alzamiento masivo de la población que salió a la calle a exigir una transformación de la vida social del país, que hasta entonces había sido señalado como el “modelo” de las democracias latinoamericanas.

El Gobierno, desconectado de la realidad, reaccionó con más represión, lo que provocó una escalada de violencia que tuvo el trágico saldo de 34 muertos, más de 12 mil heridos y 2 mil carabineros lesionados. Más de 400 manifestantes denunciaron lesiones oculares por el impacto de perdigones o bombas lacrimógenas. Sólo en las primeras dos semanas de manifestaciones, Carabineros lanzó más de 1,2 millones de perdigones sobre la población, que progresivamente aprendió a organizarse para poder habitar la calle.

La “Primera Línea” es un grupo de autodefensa popular que se formó en Santiago y se replicó en la mayoría de las ciudades del país.

En este contexto apareció la “Primera Línea”, un grupo de autodefensa popular que se conformó en el centro de Santiago y se replicó en la mayoría de las ciudades del país. Armado de hondas, piedras y escudos artesanales, este grupo de hombres y mujeres se mantuvo por casi tres meses en una batalla muy desigual que hoy, a las puertas de aprobarse una nueva Constitución en el país vecino, cobra aún mayor valor.

Su legado, sin embargo, aún no ha sido asimilado por una sociedad a la que urge seguir adelante y dejar atrás aquellos violentos días. Para no olvidarlos, mirarlos nuevamente de frente y preguntarse por los motivos que llevan a un país a explotar así, Marco Sepúlveda Gallardo (61) presentó su libro de fotografías Primera Línea Chile en la Feria del Libro. En casi 250 páginas de lujo, Sepúlveda recoge la experiencia fotográfica de miles de horas en el medio de la batalla callejera.

-Fotografiaste durante más de tres meses el epicentro de una revuelta muy reprimida, que dejó muertos y heridos ¿Cómo te armaste de valor para mantenerte en un lugar así de peligroso?

–No sé si me armé de valor en ese momento o el valor se armó en mí durante mucho tiempo. Esto parte con el golpe de Estado del 73. Mi padre, Armando Sepúlveda, era un político radical que hasta el golpe de Estado fue presidente de la Unidad Popular en la ciudad de Limache. Era dirigente de los profesores de historia. Tras el golpe, estuvo preso más de 3 meses en un barco en la bahía; le pasó todo lo que le pasó a todos los presos: la tortura. Cuando lo soltaron se incorporó a la clandestinidad, pero lo comenzaron a buscar nuevamente. Así fue como terminamos exiliados en Estocolmo. Allá viví, crecí, estudié economía y fotografía. Para el plebiscito del ´88 que terminó con la dictadura, decidí viajar a Chile a documentar ese proceso. Esa fue una larga lucha que me marcó. Todo eso hizo que cuando vino el estallido social, y yo estaba en Suecia, decidí venir nuevamente a buscar mis cámaras y salir a la calle.

La historia de mi familia me colocó en la calle, donde la valentía de los chicos me llevó a fotografiarlos.

-¿Y cómo llegaste a focalizarte en la Primera Línea?

–Siempre, cuando uno está sacando fotos, aparece la pregunta “¿para qué?”. Finalmente, en casa, tuve una larga conversación con mi pareja, tras un larguísimo día de enfrentamientos en que vi de todo, y quedé impresionado por la forma en que estos jóvenes enfrentaba a Carabineros. Entonces me di cuenta de que era esto lo que yo quería documentar. A mí, la historia de mi familia me colocó en la calle, donde la valentía de los chicos me llevó a fotografiarlos.

-Supongo que pasaste jornadas muy duras, ¿no?

-El peligro que yo corría era de parte de Carabineros. Recibí perdigones en la espalda, bombas lacrimógenas en el cuerpo y me dieron dos palizas brutales por parte de Carabineros. Ellos eran los agresores.

De parte de Carabineros recibí perdigones en la espalda, bombas lacrimógenas en el cuerpo y me dieron dos palizas brutales.

-¿Y de los manifestantes no? Supongo que era difícil estar allí.

-Fue todo un proceso. Yo armé un canal de YouTube que se llama Primera Línea Chile, en el que subía entrevistas a los jóvenes que estaban peleando allí. Esto se difundió rápidamente. Al comienzo no querían que les sacara fotos porque era peligroso, pensaban que podía ser la policía infiltrada. Me detenían y me echaban a veces. Cuando eso pasaba, yo sacaba mi teléfono, les mostraba el canal y les decía que ese era yo. Así, algunos me empezaron a reconocer y a valorar el trabajo que hacía. Ese fue mi pasaporte para estar allí sin ser expulsado. Hay que considerar que por la acción de los policías infiltrados se identificó a muchos jóvenes y luego se los encarceló. Todavía tenemos a jóvenes que han estado en prisión preventiva por más de dos años sin siquiera ser imputados por un delito. Sólo porque los agarraron allí y los procesaron por la Ley de Seguridad Interior del Estado.

-¿Por qué crees que es importante mirar este libro, qué se puede encontrar allí?

-El objetivo de este libro es mostrar la extrema violencia que ocurrió allí por parte del Estado. Hubo muertos, heridos y torturados. Ahora avanza la historia y estamos en un proceso constituyente, pero es importante que reivindiquemos a quienes estuvieron allí ,luchando para mantener vivo a un movimiento social que transformó la conciencia de todo Chile. Si no hubiesen estado ellos manteniendo a la policía lejos de la manifestación, no hubiésemos logrado lo que logramos: un acuerdo para plebiscitar una nueva constitución.

-¿Qué es hoy de la Primera Línea?

-Es difícil contestar eso porque la Primera Línea es un grupo que se constituyó de forma espontánea por la necesidad de un espacio para que la gente se pudiera manifestar ante la extrema represión. Yo no sé lo que pueda pasar en el futuro, si el pueblo sale a la calle de nuevo. La televisión mostraba a estos jóvenes como los delincuentes y los asociaba a saqueos en supermercados, que no tenían nada que ver y que ocurrían lejos del lugar de la protesta. Muchos son estudiantes, algunos de familias muy acomodadas y otros que venían de muy abajo.

La televisión mostraba a estos jóvenes como los delincuentes y los asociaba a saqueos en supermercados.

-¿Cómo es la relación de esta población con el presidente Gabriel Boric?

-Mala de inicio. Como diputado, Boric firmó una ley en que se daba penas de cárcel a los delitos de saqueo y de barricadas- las dos cosas en la misma ley. Cayó mucha gente presa por eso. Pero ocurrió algo interesante. En la primera vuelta, con el crecimiento de José Antonio Kast, la derecha sacó muchos más votos que la izquierda. Entre todos sus candidatos sobrepasaba por mucho a las mejores proyecciones de Boric. Antes de la segunda vuelta, lancé este libro en Chile e invité a muchos jóvenes de Primera Línea para regalarles ejemplares. Conversé con muchos y todos tenían una posición similar: no les gustaba Boric, pero no estaban dispuestos a dejar que ganara Kast. No era la mejor opción, pero era la que nos quedaba y me consta que una gran parte de los jóvenes de la Primera Línea votaron por Boric. Y así, con toda la juventud rebelde de Chile, fue que este presidente aumentó su apoyo en un millón de votos. ¿De dónde salió? De la desafección, de las periferias, de los no representados. El pueblo común y corriente que estuvo en las calles se hizo consciente de la represión y decidió que no quería a un fascista en el Gobierno.

-¿Y cómo ha seguido esa relación desde que asumió?

-Ya no hay movilizaciones masivas. Desde el primer día en que Boric asumió, la derecha ha tratado de sabotearlo desesperadamente. Y eso va a continuar. Yo lo veo dubitativo a veces, tratando de mantener un equilibrio frágil para que esto no vuelva a estallar. Creo que en algún momento va a tener que tomar decisiones importantes y para entonces vamos a ver adónde va. Mi gran temor es que sea cooptado por el capital, como pasó con todos los presidentes anteriores.

-¿Eso todavía no pasa?

–Creo que no. Y eso es lo único que lo va a mantener con apoyo popular. Yo voté por él y tengo expectativas de que el programa que comprometió, que es de políticas públicas básicas, se logre. Nosotros estamos peleando eso, no una revolución ni nada por el estilo. Antes de la pandemia, el movimiento social tenía una sumatoria de demandas por cambios no muy sistematizados. Con la pandemia, el pueblo sufrió mucho y muchos especularon con que ese encierro le salvó la vida política a Sebastián Piñera. Cuando se levantaron las restricciones, la gente volvió a salir a las calles. Para entonces, sin embargo, el cuestionamiento era mucho más profundo. La gente ahora cuestiona el modelo neoliberal ,que quedó desnudo durante la pandemia.

-En Argentina, la pandemia dejó otras conclusiones y pareciese que mucha gente quiere ir hacia la liberalización de los mercados.

-Eso no es sustentable a esta altura, porque el neoliberalismo no ha dado el ancho en ninguna parte del mundo durante estos años. Mira lo que fue Trump o Inglaterra tras el Brexit: políticas absolutamente proteccionistas de los mercados nacionales para tratar de levantar ciudades enteras que fueron devastadas por la apertura económica. En Chile ya casi no tenemos industria, porque no pudieron competir frente a los gigantes chinos. Por eso yo valoro que Argentina haya cuidado a su industria. Si no, estaría en el suelo, igual que Chile, vendiendo la cordillera en bruto al extranjero. No hay que ser de izquierda para entender que nuestro modelo económico ya se agotó y no satisface a nadie.