Roberto Moldavsky contó que en sus comienzos como humorista le tocó hacer algunos shows en un pequeño teatro que se encontraba debajo de un locutorio, donde llegaron a ser "seis arriba del escenario y cuatro en el público". Sin embargo, en pocos años tuvo un ascenso muy vertiginoso, y en un fin de semana llena teatros con capacidades de 2.000 personas.

"A mediados de 2017 me ve Yankelevich en el Siranush y me dijo que daba para calle Corrientes. Ese día el guitarrista llegó tarde por un piquete y entró 20 minutos después. Le dije 'dale, llegá cuando quieras', y él pensó que era parte del show. No se pudo imaginar que llegó tarde en serio", contó en Mejor País Del Mundo, donde compartió mesa con su hija e integrante del programa, Galia.

Además, recordó que al empresario y productor le marcó la cancha cuando empezaron a trabajar juntos: "Le dije que yo los domingos no actúo. Yo voy a ver a Boca, pero me trajo el fixture y remarcó que la mitad de los partidos son de visitantes, pero respondí que lo veía en casa con mis hijos". Además, dijo que ese día, históricamente, se junta con sus amigos, otro motivo por el que no podía trabajar.

A Yankelevich le dije que los domingos no actúo porque voy a ver a Boca y me junto con mis amigos.

En cuanto a ese grupo, el cual llaman "La Granja", contó que suelen hacerle bromas por ser famoso, ya que son sus amigos de toda la vida, y de la colectividad judía del barrio de Once, donde antes de ser humorista vendía ropa. "Hay un momento donde lo que yo opine me empiezan a decir 'no te olvides de donde venís', pero de una forma medio violenta. Tenés que saber el código, porque si no te hace daño", afirmó.

Después contó que antes de su boom, fue descubierto por el escritor Jorge Schussheim a través de un DVD de un curso de Stand Up. A partir de ahí, el presentador Fernando Bravo lo conoció y fue quien lo ingresó en el mundo mediático: "Me ve y me invita a ir los viernes a contar chistes. Ahí aprendí radio. Rozín me empezó a llevar a La Peña del Morfi y ahí Yankelevich me pega una patada en el tujes para arriba".

"Yo en una época corría a la gente que me iba a ver para sacarme selfies. Los esperaba a la salida del teatro, salía corriendo y dejaba a los músicos tocando. Pensaba 'son clientes', me había quedado eso. Lo dejé de hacer por la pandemia", relató al ser consultado por cómo se tomó el éxito inesperado unos años atrás.

En otra anécdota, el humorista contó que una vez habían sacado un slogan, "Hummus por la paz", porque según una teoría suya, comerlo sirve para serenarse. "Empezó a crecer, y un día me llamó un amigo del Papa, que había visto algo en Twitter. Nos iban a llevar allá, pero se mancó", recordó.

Luego, Moldavsky contó que muchas veces lo van a ver políticos a quienes hacía chistes que podían incomodarlos, aunque en general se lo toman con humor: "Yo a todos le doy, a Cristina, a Alberto, a Mauricio... y todos me vienen a ver escondidos. Después me escriben, de los dos lados de la grieta. Vienen mucho los políticos".