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Columnistas

El boom de la consultora Pronósticos y Deseos

Por Jairo Straccia

La consultora Pronósticos y Deseos está a full. Sus análisis están en boca de todos. Describen hechos que están ocurriendo, como la aceleración de los precios de marzo que se conocerá esta semana, pero con un tono en el que se mezclan las ganas de que todo se pudra mal.

Tiene clientes en todo el arco político. Desde Máximo Kirchner, ya convertido en opositor furibundo de la gestión de Alberto Fernández, hasta Alfredo Cornejo, el senador de Juntos por el Cambio de declaraciones más fuertes.

El hijo de la vicepresidenta grita que “falta comida en la mesa de los argentinos” y justifica los cortes de calle. “Qué querés que hagan”, dice en una Argentina delicada donde el manejo de la protesta social siempre es un termómetro de gobernabilidad. “Destituyente” es una palabra que acuñó la intelectualidad kirchnerista para denunciar presuntos golpistas detrás de la crítica a la gestión de Cristina hasta 2015. Eran días en los que la jefa además cuestionaba el accionar piquetero.

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El referente del radicalismo, por su parte, también azuza la idea de una espiral inflacionaria y “no descarta” que todo termine en una “asamblea legislativa”. Es decir, en una sesión especial del Congreso como la que en 2001 ungió a Eduardo Duhalde como presidente tras la caída de Fernando De la Rúa. Tranqui.

Es cierto: como anticipa el último informe de la firma de inversiones Consultatio, la inflación de marzo será uno de los tres peores datos de los últimos 30 años. Pero al mismo tiempo, por ahora la actividad económica resiste a la guerra y la sequía y los dólares paralelos bajan porque llegaron los desembolsos del Fondo Monetario Internacional y los grandes jugadores financieros están aprovechando todos los bonos en pesos atados al costo de vida que ofrece el Estado, en otra bicicleta única que permite la Argentina. 

Así, los pronósticos de inestabilidad se confunden con los deseos de que algo pase tanto entre los dirigentes de la oposición que creen que cuanto peor mejor, como en los kirchneristas duros que intentan forzar un giro en el Gobierno o simplemente diferenciarse para no pagar ningún costo ya sea de una estabilización o de una crisis. 

Nadie se va

Incluso, algo de ese clima enrarecido gana hasta en algunos alfiles del jefe de Estado que no pueden creer que el Presidente no dé un golpe en la mesa y liquide las diferencias con la vice, que llegaron a un punto de no retorno con el regalo de un libro la semana pasada que habla sobre el fin anticipado de un gobierno que arregló con el FM, el famoso “Diario de una temporada en el quinto piso”, de Juan Carlos Torre.

Cuando el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, zamarreó en público el jueves por enésima vez al ministro de Economía, Martín Guzmán, creció el reclamo interno de un disciplinamiento para bancar con hechos a un funcionario propio y terminar la eterna interna abierta. 

Guzmán, tan ignífugo hasta ahora como también más bombardeado que Mariupol, el viernes era el centro de todas las versiones. “Es el mejor ministro de la gestión”, se inmoló su aliado corporativo incondicional, Antonio Aracre, de Syngenta, en tevé. “Sería un error desprenderse de Guzmán”, soltó el ex diputado y cada vez más influyente Agustín Rossi por radio.

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Sería una novedad un portazo del ministro en un gobierno donde no se va nadie. Él mismo se quedó luego de que su autoridad fuera puesta en duda cuando quiso echar a un funcionario de tercer rango y no pudo. Fue cuando pareció forzar un “él o yo”: Federico Basualdo, el subsecretario de Energía Eléctrica todavía está en su cargo y Guzmán no se fue a ningún lado. Es más, desde el basualdismo camporista, si se me permite, esta semana volantearon un pedido de asociaciones de consumidores para que el propio ministro vaya a poner la cara en audiencias presenciales para justificar los aumentos de tarifas comprometidos con el FMI.

Pero lo más divertido en el oficialismo es que tampoco se van los disidentes con cargo. Hay un sector, específicamente La Cámpora y quienes responden a la vicepresidenta, que denuncia cada vez con mayor dramatismo el rumbo hacia el abismo pero sigue cómodamente sentado en el colectivo. 

Se ve que la gestión de Fernanda Raverta en la Anses, o de Luana Volnovich en el PAMI logra gambetear el norte neoliberal que la organización que integran dice que está siguiendo el Poder Ejecutivo. El Banco Nación, en tanto, la debe estar rompiendo con su política de créditos en esta administración pecho frío ajustadora que cuestiona el director Claudio Lozano, que hasta presentó un amparo contra el acuerdo con el Fondo pero no renuncia ni a gancho.

Cambio y plan

Los referentes económicos de la oposición, mientras tanto, asumen un nuevo escenario respecto de lo que imaginaban como previa a un eventual regreso al poder en 2023. 

Aún en recalibration permanente, entienden que el acuerdo con el FMI bajó las probabilidades de una crisis como la que el ex presidente Mauricio Macri deslizaba en torno a la idea de que “el segundo tiempo” sería tras un estallido del populismo que haría más tolerable el plan económico de shock que no pudo aplicar en 2015 porque los problemas eran “asintomáticos”.

Ahora que hay más dólares en el Banco Central, sus asesores están manejando dos escenarios: Alberto cumple con el ajuste que pide el FMI y termina el año que viene con 50% de inflación y la economía estancada; o incumple las metas y puede terminar con en costo de vida en el 90%. “Sin estallido, pero invivible”, dicen. Pronósticos & Deseos.

Mauricio Macri almorzó con Donald Trump y compartió la foto en redes  sociales | Política | La Voz del Interior
Gira y giro. Macri se mostró con Trump. De Lacunza a Melconian, su gente trabaja en un plan con “cambio de régimen”.

Es futurología clave en estos días de “armado de planes económicos”. “Cambio de régimen” es el título del programa que está preparando desde hace seis meses Hernán Lacunza, el último ministro de Macri, junto a decenas de técnicos que lo acompañan. “Cambio de organización económica”, es el eje que enuncia Carlos Melconian para resumir las ideas de su propuesta “apartidaria” desde que agarró la presidencia del Ieral en la Fundación Mediterránea. En esas miradas no pareciera tallar ningún matiz desde la Unión Cívica Radical y sus Eduardos Levys Yeyatis que también hacen lo suyo. Interna del futuro ya te siento. 

“Hay que girar”, responden en el PRO. Piensan en un paquete que incluya desde otro signo monetario hasta reformas en el rol de la autoridad monetaria, con bajas de impuestos, nuevas regulaciones laborales y otro funcionamiento en el sistema previsional. “Hay que dar horizonte de que a los seis meses de haber asumido habrá menos cepo y de que al año vamos a llegar a una inflación mensual de 1%”, se escucha. 

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Apuestan a que crezca en la sociedad la “comprensión” de que si no se corrigen determinadas variables, lo que parece inocuo más tarde se paga con inflación. Pero surgió un problemón: hay una encuesta que algunos líderes de JxC están usando en clases en la Universidad Di Tella que incluye la pregunta “¿Está usted dispuesto a ajustar sus ingresos este año para que la inflación baje el próximo?”. Casi la mitad de los propios votantes de Macri responde “No”.

Acuerdo de acero

A todo esto siempre nos quedará Techint, mediocampista que raspa y juega en el establishment argentino de todos los tiempos. Lobbista de protecciones y tipo de cambio competitivo, es aliado de los que pasan por la Casa Rosada y necesitan una foto que dé industria argentina, o -como ahora- la entrega en tiempo récord de tubos para un gasoducto que cuando esté listo, podría ser el comienzo de la vuelta del autoabastecimiento energético. Sí, recontra Pronósticos & Deseos. 

Tenaris, el gigante de Techint, quedó como único proveedor de los tubos con costura para el primer tramo del gasoducto Néstor Kirchner desde Tratayén, en Neuquén, hasta Saliqueló, provincia de Buenos Aires. Se prepara para poner en marcha la planta de Valentín Alsina, casi inactiva hace tres años, para producir unos 40 kilómetros de caño por mes. 

Consenso Techint. La planta de Tenaris en Valentín Alsina. Acá se fabricarán 40 kilómetros de caño por mes para el gasoducto Néstor Kirchner.

Contar con una fábrica semejante es una ventaja que pocos países tienen, hay que decirlo, y otro motivo para querer matarse por no haber activado esta obra estratégica antes.

Viene todo el combo junto. Tómelo o déjelo para pensar el país de Juntos por el Cambio o el Frente de Todos

Es la cuna de los ingenieros capaces de desarrollar la última tecnología en la rosca de los caños que llevan petróleo o gas, y es la multinacional de la otra rosca más grande, la que lideran Paolo Rocca y sus colaboradores como Luis Betnaza en la superficie o Hector Zavaleta en el  bajo mundo.

Hoy te confiesan un pago de coimas en Venezuela, mañana zafan en la causa que los investiga porque aducen fuerza mayor y pasado enfrentan un pedido de prisión en Italia por sobornos en Brasil. 

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Pero todo mientras juegan un papel crucial para hacer realidad el gas atrapado en las rocas de un yacimiento  que puede resolver buena parte de la falta de divisas. Este año, con los precios de los combustibles por las nubes a raíz de la invasión rusa en Ucrania, el déficit de la balanza comercial energética se podría multiplicar por 8 hasta los US$5000 millones, según publicó el portal especializado Econojournal.

La T es una organización capaz de aprovechar con Tecpetrol los subsidios para sacar bocha de gas durante el macrismo y terminar haciéndole juicio a esa administración cuando llegan tiempos de ajuste; así como también puede lograr que ya este gobierno peronista le pague una deuda de $ 15000 millones en plena pandemia, para ahora ser crucial en los trabajos de un demorado gasoducto estratégico, porque además de hacer los caños también se presentará con Techint Ingeniería y Construcción para participar en la obra civil que arranca en dos meses. 

El Tesoro pagará US$ 1566 millones en la etapa inicial. Esperan que esté todo listo para agosto de 2023. El gasoducto se llamará Néstor Kirchner, pero bien podría llevar el nombre de Rocca. Techint expresa un verdadero consenso de acero que supera la grieta. 

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