El ejercito ruso invadió la ciudad Bucha, en las afueras del Kiev y tras su retirada dejo una masacre, civiles muertos y unas trágicas imágenes que horrorizaron al mundo entero. 

La ciudad de 35.000 habitantes logró ser liberada este pasado fin de semana por las tropas ucranianas tras cinco semanas de combates con los soldados rusos. Los tanques de Vladimir Putin entraron en los suburbios y el gobierno en Ucrania denunció que se trató de una masacre premeditada después de recuperar alrededor de 410 cadáveres.

El mandatario Volodimir Zelensky, calificó en televisión estadounidense de “genocidio” estas acciones contra el pueblo ucraniano. Algunos de los cuerpos fueron asesinados a quemarropa o con ametralladoras y seguían apareciendo en las calles ucranianas días más tarde de la retirada.

Incluso, Serhiy Kaplishny un médico forense de la ciudad aseguró que se utilizó una fosa común en el patio de una iglesia ortodoxa porque sin electricidad para refrigeración, la morgue se había vuelto intolerable.

Por su parte, el gobierno de Rusia niega que sus tropas hayan asesinado a los civiles de Bucha: “Ni un solo habitante ha sido herido por cualquier tipo de acción violenta durante el tiempo en que la ciudad estuvo bajo el control de las fuerzas armadas rusas”, afirmaron desde el Ministerio de Defensa.

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Además, el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, indicó que los civiles sin vida hallados en las calles de Bucha “tenían las manos atadas a la espalda”.

Una de las asesinadas fue Tetiana Pomazanko que salió de su casa pensando que afuera había soldados ucranianos, pero las tropas rusas le dispararon asesinándola instantemente a sus 56 años. Su madre de 76 hizo lo mejor que pudo para cubrir su cuerpo con láminas de plástico y tablas de madera.

Otro terrible testimonio es el de Vitaly Sinadin, un escultor de 45 años que permaneció atado a un poste de metal durante dos días en una casa utilizada por las fuerzas rusas como base. Fue golpeado e interrogado sobre las tropas ucranianas.