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Columnistas

Cuando el mundo llama a la Argentina

Massa Fernández

La habilidad para sobrevivir y ganar plata en contextos de inestabilidad financiera y crisis cíclicas ha convertido a los argentinos en profesionales muy buscados por la banca internacional. El caso icónico es JP Morgan, sinónimo de Wall Street, que tiene en distintos niveles de su conducción global a tantos nativos de estas tierras al punto que quienes han estado en cumbres de la firma no pueden creer cómo se escucha por todos lados “che boludo”.

Bueno, ahora se empieza a requerir en el mundo el triste conocimiento de todos nosotros sobre cómo convivir con la inflación.

En las últimas semanas, la gerencia argentina de una multinacional de consumo masivo empezó a recibir pedidos de asesoramiento de las filiales de otros países sobre cómo manejarse en entornos inflacionarios, con gobiernos que intentan poner controles de precios y hasta con restricciones cambiarias. 

Ya hubo contactos con sus pares de Sri Lanka y Vietnam y va sumando pedidos. De hecho, quedó armada una presentación especial para ir girándola por un planeta que, por el fin de la pandemia y la guerra en Europa, empezó a tener problemas parecidos a nuestra cotidianeidad de hace años.

La irrupción de un aumento inverosímil de precios en marzo en Alemania o España es apenas la muestra de una nueva etapa de la economía internacional que tiene horizonte desconocido y que en un punto le da algo de razón a Alberto Fernández cuando dice que una parte -sólo una parte- de la espiral de precios viene del impacto de la invasión rusa a Ucrania

La gerencia argentina de una multinacional de consumo masivo empezó a recibir pedidos de asesoramiento de las filiales de otros países sobre cómo manejarse en entornos inflacionarios.

De hecho, los zooms semanales de esas mismas compañías que venden todo tipo de productos de higiene, cuidado personal o alimentos, están evidenciando un cambio: ahí donde los delegados de nuestro país siempre fueron los bichos raros que hablaban de remarcaciones, ahora el tema de cómo traspasar aumento de costos a los consumidores se volvió mainstream.

“De lo único que hablan mis colegas de todo el mundo es de cómo ir trasladando el aumento de materias primas a los precios de acá hasta fin de año y de cómo resolver inconvenientes de escasez”, explica un alto ejecutivo en una de estas gigantes que llenan las góndolas de los súpers. 

Es decir, pase lo que pase en nuestro país con su inestabilidad de siempre, sus precios cuidados, sus acuerdos con el Fondo y sus mesas sectoriales, el mundo este año nos va a patear en contra duro y parejo al menos en materia de costo de vida, nada más y nada menos.

Optimismo falopa

En ese marco, el Gobierno está entre darle aire a cierta euforia falopa que envuelve al Presidente por los datos de la economía en 2021 o reaccionar porque hay indicios de que por el impacto del conflicto bélico más ciertos aspectos de lo que se firmó con el FMI el poder de compra de los salarios, las jubilaciones y los planes sociales vuelve a estar amenazado.

Ese estado de cosas hace que el jefe de Estado acentúe su devenir errático

Saca pecho frente a la vicepresidenta y se anima a meter diálogo ahí donde los propios lo gastan por blando y amiguero del establishment. Pandemia y guerra otro presidente no tuvo, suelta a la pasada en las entrevistas como orinando un territorio que nadie ha pisado, y luego enumera reactivación del 10%, desempleo del 7% y baja de la pobreza. Todo comparado con cuarentena o con los años de la crisis de Macri, aunque también con apego a la realidad.

Pero la aceleración de los precios licúa a cualquiera y la falta de resultados es una trampa. El que no se cuide queda en offside en un debate público que es un campo minado: resaltan las frases sobre diablos que suben los precios o los llamados a terapia de grupo o hasta se repiten mil veces las frases más obvias, como que milagros no se hacen. ¿El título no era si decía “voy a hacer milagros”? En fin.

Desconexión. En la semana del acampe piquetero pidiendo comida, la primera dama Fabiola Yáñez protagonizó esta entrevista de tapa en una revista de tendencias.

La cosa es que el Presidente y su entorno íntimo parecieron llevar esta semana ese mood hippie inconsciente hasta un extremo peligroso.

 Por un lado, hubo un acto del Consejo Económico y Social, un ámbito de discusión del Estado, las empresas y los sindicatos que patrocina el Gobierno y donde se han consensuado leyes que pueden ser muy importantes, como la que desarrolla la producción del cannabis medicinal e industrial y la que moderniza la industria de los autos, entre otras.

El tema es que ahí el jefe de Estado se entrega a su asesor estratégico Gustavo Béliz en su especie de clase de yoga, al punto que en los actos hablan en tonos de Spinetta, citan a John Lennon e invocan a León Gieco con un objetivo muy elogiable de superación de la grieta pero llamativamente volado en tiempos en que la inflación roza el 60% en las previsiones más optimistas

El jefe de Estado se entrega a su asesor estratégico Gustavo Béliz en su especie de clase de yoga.

Igual, eso no es nada al lado del boludeo desconectado nivel Dios de la producción de fotos de la primera dama Fabiola Yáñez en una revista de tendencias, justo en la misma semana de un acampe piquetero de 48 horas pidiendo más comida. Ahí te preguntas en qué nube de gases están las autoridades, un interrogante que se potencia más aún cuando la voz de la pelea salarial, la del ministro de Trabajo, Claudio Moroni, suena a un robot diciendo “todos le ganan a la inflación por cuatro puntos”.

Pobres salarios

Menos mal que un programa de radio y un par de WhatsApps pusieron en agenda al más alto nivel de la Casa Rosada la necesidad de mejorar los ingresos de la población, también principal reclamo económico y electoral del ala cristinista de la coalición. 

La entrevista en El Destape que le hizo el periodista Roberto Navarro al propio Moroni y una catarata de oyentes partidarios del Frente de Todos cuestionando sus dichos de que se le gana a la inflación circularon en el gabinete más que el grupo que tocó para el Mundial de Catar. “¿Fue una emboscada radial?”, se preguntaron. Daba igual: lo que se dijo, que trabajar por 80 lucas no equivale a salir de la pobreza, es así de cierto esté o no arreglado en el éter. De hecho, lo había subrayado Luis Campos, especialista de la CTA Autónoma: con el mismo desempleo de 2017, la pobreza está diez puntos arriba. ¿Cómo no es el tema número uno de la escena nacional?

Lo primero que se anunció fue el bono para los jubilados de la mínima de $6000. Pero la discusión más fuerte tiene que ver con los salarios en las empresas y el Estado, que van para cuatro años de penurias. Por eso se armó el jueves a la noche la reunión de “urgencia” con la CGT y la UIA.

Alberto tiene en estudio un bono extra por decreto, como el que dio no bien asumió en 2019, que podría ser de más de $10 mil.

Alberto tiene en estudio un bono extra por decreto, como el que dio no bien asumió en 2019, que podría ser de más de $10 mil, pero por ahora están tanteando la posibilidad de que surja alguna alternativa “voluntaria” de parte de las compañías, lo que enerva más al kirchnerismo duro. En la radio AM 530, el periodista Daniel Tognetti, que suele expresar las ideas más cercanas a La Cámpora, pone de cortina “Un millón de amigos” de Roberto Carlos cuando el Presidente llama al diálogo. 

Como sea, también han llevado al Poder Ejecutivo otras ideas: la de acumular toda la mejora del salario mínimo vital y móvil ahora o la de imponer un “aguinaldo doble” en junio. El drama es que cualquier plus salarial con espiral inflacionaria corre el riesgo de escurrirse como arena entre los dedos.

¿Optimismo menos falopa?

Consenso Techint. El holding que más gas extrajo de Vaca Muerta con los subsidios de Cambiemos, ahora será el proveedor de los tubos para el gasoducto Néstor Kirchner.

Es ahí donde el escenario de reactivación potente del año pasado y que pareció llegar hasta la temporada récord de este verano encuentra las dudas más fuertes: hasta qué punto la escalada de la guerra y los factores que tiran para arriba los precios desde el acuerdo con el Fondo -el no atraso del dólar y el aumento de tarifas- pueden deteriorar tanto el consumo como para contrarrestar impulsos externos positivos, como el precio récord de lo que exportamos y la llegada al menos por ahora de los dólares del Fondo al Banco Central, que están pinchando la expectativa de devaluación.

Además, es como si asomara ahí no muy lejos la chance de matchear un tiempito de horizonte despejado de vencimientos de deuda, con altos precios de las materias primas y por eso posiblemente algún superávit comercial, con ese clima de consenso de no hacer cualquiera que salió de la votación del acuerdo en el Congreso y que también se repite en la búsqueda de generar más divisas

Esta semana quedó a la vista el pacto de Techint en energía: con Cambiemos aprovechó subsidios para sacar a full el gas en Vaca Muerta y ahora acaba de quedar como el único oferente para los tubos del gasoducto Néstor Kirchner.

Es sabido que hay un acuerdo sobre exportar más minerales, de meterle a la industria del conocimiento, al hidrógeno verde y de sumarle, por fuera de los fuegos de artificio, más desarrollo al campo. Imaginate el día que camine lo del trigo transgénico made in Argentina, con perdón del debate ecológico. O por poner otro ejemplo por fuera de los relatos y las grietas, esta semana quedó a la vista el pacto de Techint en energía: con Cambiemos aprovechó subsidios para sacar a full el gas en Vaca Muerta y ahora acaba de quedar como el único oferente para los tubos del gasoducto Néstor Kirchner que traerá el fluido de acá a un par de años para ahorra divisas. 

Si todo esto fuera así, ¿cuánto le queda al problema estructural de la restricción externa?

Tal vez está todo tan a la vista que se potencia la batalla final: porque si se viene ese escenario optimista falopa en no mucho tiempo, el debate es cómo y quién paga la estabilización previa, luego de casi un lustro de reducción de ingresos y precarización de puestos de trabajo, en el que la izquierda corre al kirchnerismo por transar con el sistema y los libertarios corroen al macrismo por ser funcionales a la casta política. En definitiva, se puede estar definiendo cómo parar el huevo de cara a un ciclo en el que el mundo, ávido de comida y energía y software, también esté volviendo a llamar, otra vez, a la Argentina, un país tan ocupado en resolver su inestabilidad que no siempre atiende.

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